Cinco años después de que las llamas redujeran a escombros parte de uno de los monumentos más emblemáticos del mundo, la Catedral de Notre Dame volverá a abrir sus puertas al público el 8 de diciembre de 2024. La reapertura de este sitio de casi 900 años de antigüedad es un momento histórico que marcará el fin de una compleja y desafiante etapa de restauración, llevada a cabo con la precisión y el esmero necesarios para devolverle a París su joya arquitectónica.
El incendio, ocurrido en abril de 2019, consumió la estructura de madera que sostenía el techo y puso en peligro su icónica aguja, diseñada en el siglo XIX por Eugène Viollet-le-Duc. Durante horas, miles de personas observaron cómo el fuego amenazaba con destruir por completo la catedral, mientras que los bomberos de París realizaban esfuerzos extraordinarios por salvar lo que se pudiera de este símbolo del gótico francés. Finalmente, la estructura de piedra resistió, pero el daño fue devastador.
Luego del siniestro, el presidente Emmanuel Macron prometió reconstruir Notre Dame en un plazo de cinco años. Aunque el proceso tomó más tiempo del esperado debido a los desafíos técnicos y estructurales, la catedral está ahora casi lista para recibir de nuevo a visitantes de todo el mundo. Los trabajos de restauración continuarán hasta 2025, pero el equipo de artesanos, arquitectos y especialistas en conservación ha logrado revivir el aspecto original del edificio en gran medida, recuperando sus detalles medievales, sus esculturas y, sobre todo, su aguja.
Los trabajos de restauración: un esfuerzo titánico
La restauración de Notre Dame ha sido una obra monumental que requirió dos años de trabajos preliminares para estabilizar la estructura. Durante ese tiempo, más de 1.000 artesanos especializados, entre ellos canteros, carpinteros y vidrieros, trabajaron en la reconstrucción del techo de roble y la aguja de 96 metros, símbolos fundamentales del perfil parisino. En total, esta obra colosal ha costado millones de euros, financiados en parte por donaciones de benefactores privados y el Estado francés.
Uno de los retos mayores fue devolverle a la catedral su aspecto original sin hacer concesiones en cuanto a seguridad. Entre las propuestas para la nueva Notre Dame, algunos arquitectos sugirieron ideas tan atrevidas como un techo de vidrio o incluso una piscina a prueba de incendios en la cima. Sin embargo, finalmente se optó por respetar el diseño original, devolviendo la aguja y la estructura de madera a su gloria medieval.
El equipo de restauración no solo ha trabajado en los elementos arquitectónicos externos. En el interior, las paredes de piedra han sido sometidas a una limpieza profunda, eliminando residuos de hollín y contaminantes que se habían acumulado durante décadas, incluso antes del incendio. Esto ha permitido que las paredes y los detalles escultóricos luzcan más luminosos, resaltando la grandiosidad de sus vitrales y las pinturas en su interior. Los visitantes podrán ver una catedral con colores más vivos y una atmósfera más nítida.
Una Notre Dame revitalizada y una París más verde
Paralelamente a la restauración de la catedral, el Ayuntamiento de París, liderado por la alcaldesa Anne Hidalgo, ha anunciado una ambiciosa transformación del entorno de Notre Dame. La zona que rodea la catedral, ubicada en el corazón de la Île de la Cité, será convertida en un oasis verde para integrar mejor este monumento con la naturaleza y el río Sena. Esta iniciativa se enmarca dentro de un proyecto ecológico que busca reducir el tráfico en el área y mejorar la calidad del espacio urbano de París tras los Juegos Olímpicos de 2024.
Se destinarán alrededor de 50 millones de euros para crear 1.800 metros cuadrados de espacios verdes y plantar 160 nuevos árboles. Además, la antigua zona de aparcamiento subterráneo será convertida en un espacio para los visitantes, que incluirá servicios y comodidades para los turistas. Un nuevo paseo junto al Sena permitirá que los visitantes recorran las orillas del río, ofreciendo una experiencia única de la catedral y su entorno.
La iniciativa también contempla la construcción de un mirador o belvedere desde el cual los visitantes podrán apreciar vistas panorámicas de la Île Saint-Louis y el Sena. La primera fase de este proyecto se completará en 2027, centrándose en el atrio de Notre Dame y las calles aledañas, mientras que la fase final, que incluye la renovación de la plaza Jean-XXIII, estará lista para 2030.
Debate sobre una posible tarifa de entrada
Con la reapertura de la catedral, ha surgido un debate sobre la posible implementación de una tarifa de entrada para los turistas. La ministra de Cultura, Rachida Dati, propuso recientemente un cobro de 5 euros para los visitantes culturales, aunque los fieles que acudan a servicios religiosos estarían exentos. Esta propuesta, argumenta Dati, permitiría recaudar fondos no solo para Notre Dame, sino para las miles de iglesias y catedrales que enfrentan problemas de conservación en toda Francia.
Francia cuenta con unas 5.000 iglesias en estado crítico, muchas de las cuales corren el riesgo de cerrar sus puertas por falta de fondos. Según el presidente de la Fondation du Patrimoine, una tarifa de entrada podría generar hasta 75 millones de euros anuales, destinados a la preservación de estos sitios históricos. Sin embargo, la idea de cobrar por la entrada a Notre Dame ha generado resistencia en el ámbito eclesiástico, ya que algunos consideran que afectaría la experiencia de los visitantes y la atmósfera de comunión que caracteriza a la catedral.
Para quienes prefieren evitar el costo, podrán disfrutar de una serie de exhibiciones gratuitas alrededor de la catedral, incluyendo un recorrido de realidad virtual llamado “Notre Dame Eterna”, que narra la historia de la construcción de la catedral y sus protagonistas. También se han instalado gradas en la plaza, donde los visitantes podrán apreciar la fachada de Notre Dame desde una nueva perspectiva.
La reapertura de Notre Dame no solo representa la restauración de un monumento icónico, sino también el cumplimiento de la promesa de devolverle a París uno de sus símbolos más venerados. A pesar de los retos que aún quedan por resolver, esta catedral gótica reabierta será testigo de la resiliencia y el ingenio de Francia.
Así, en diciembre, los campanarios de Notre Dame volverán a resonar, no solo como un tributo a su glorioso pasado, sino como un símbolo de esperanza para las generaciones futuras.