En 2022, un equipo de arqueólogos de la Universidad Nicolaus Copernicus de Toruń encontró un hallazgo singular en un cementerio sin identificar en el pueblo de Pien, al norte de Polonia. Entre las numerosas tumbas sin nombre, llamó la atención un esqueleto de mujer que presentaba elementos inusuales: estaba enterrada con un candado cerrado en su pie y una hoz de hierro colocada sobre su cuello. Estos elementos revelaban un claro temor hacia la fallecida, a quien los lugareños contemporáneos consideraban peligrosa, probablemente una “vampira”.
El caso de Zosia, como fue apodada por los investigadores, no es único en la región. En otras partes de Europa del Este, es frecuente encontrar entierros antiguos con símbolos y técnicas antimágicas. En el mismo cementerio de Pien, se encontró además el cuerpo de un niño en una posición similar, enterrado boca abajo con un candado en los pies. Estos rituales reflejan las creencias de la época en criaturas sobrenaturales y el miedo a que los muertos pudieran regresar para hacer daño.
Reconstrucción facial de Zosia
A partir de los restos óseos de Zosia, un equipo de científicos, dirigido por el arqueólogo sueco Oscar Nilsson, decidió reconstruir su rostro usando técnicas modernas como el ADN, la impresión 3D y el modelado con arcilla. El proceso comenzó con la creación de una réplica en 3D del cráneo, sobre el cual se fueron agregando capas de arcilla de manera meticulosa, “músculo por músculo”, para formar una representación fiel de su rostro.
Nilsson utilizó información sobre la estructura ósea, género, edad, etnia y peso aproximado de Zosia para estimar la profundidad y la forma de sus rasgos faciales. Este método de reconstrucción facial es una técnica que ayuda a los investigadores no solo a dar un rostro a figuras históricas, sino también a humanizar a personas como Zosia, quienes en su época fueron percibidas con temor y rechazadas. Nilsson explicó que el objetivo era devolverle su dignidad, “no como el monstruo con el que fue enterrada”, sino como un ser humano con su propia historia.
Contexto histórico y creencias sobrenaturales
El siglo XVII fue una época marcada por conflictos y catástrofes en Europa, que generaron un ambiente de tensión y temor a lo desconocido. En Polonia y otros países de Europa del Este, el concepto de vampiros y otras figuras sobrenaturales estaba profundamente arraigado en la cultura popular. Se creía que algunas personas podían regresar de la muerte para causar sufrimiento a los vivos, especialmente si en vida habían sido vistas como problemáticas o con “alma dual”, un concepto que implicaba una lucha entre una naturaleza buena y otra maligna.
La presencia de entierros rituales antimágicos, como el de Zosia, es una evidencia de cómo estas creencias influían en la forma en que los vivos se relacionaban con los fallecidos. El uso de objetos como hoz, candados y ciertos tipos de madera se consideraba una forma de “contener” a estas personas, asegurándose de que no pudieran abandonar sus tumbas y provocar desgracias en la comunidad.
Condiciones médicas de Zosia
Los estudios realizados en el cráneo y otros restos de Zosia sugieren que, en vida, la joven de aproximadamente 18 a 20 años podría haber sufrido de episodios de desmayos y fuertes dolores de cabeza, además de posibles problemas de salud mental. Estos síntomas, en una época de limitada comprensión médica, podrían haber causado que su comunidad la percibiera como alguien diferente o incluso “peligrosa”. En el análisis de los huesos, la antropóloga Heather Edgar también identificó una anomalía en el esternón de Zosia, que podría haberle causado un dolor considerable y, para otros, haber sido una “marca” negativa que le atribuía una condición especial o peligrosa.
Estos padecimientos pudieron haber alimentado las sospechas en su contra, haciendo que la comunidad le atribuyera un origen sobrenatural o maligno a sus síntomas, especialmente en un contexto donde los conocimientos sobre enfermedades y problemas neurológicos eran escasos.