En una madrugada de diciembre de 2022, mientras Kuala Lumpur vibraba con los ecos de la final del Mundial, Angela Nikolau e Ivan Beerkus se preparaban para uno de los ascensos más audaces de sus vidas. La torre Merdeka 118, de 678 metros de altura y aún en construcción, se erigía como un desafío monumental para la pareja de “rooftoppers” rusos, expertos en el arte de escalar rascacielos sin equipo de seguridad. Su plan era simple pero peligroso: evitar a los guardias de seguridad, alcanzar la cúspide de la segunda torre más alta del mundo y grabar la escena final de su documental, Skywalkers: A Love Story, en la que ejecutarían el famoso “lift” de Dirty Dancing, suspendidos sobre el vacío y sin arneses.
Aquella aventura, inmortalizada en un plano vertiginoso que capturaron con un drone, reflejaba mucho más que una hazaña temeraria. Para Angela e Ivan, no se trataba solo de conquistar alturas físicas, sino de superar miedos, conectar como pareja y explorar juntos el límite entre arte y adrenalina. Jeff Zimbalist, director de Skywalkers y testigo de sus audacias, define la cinta como una historia de amor “que se desarrolla en la cima del mundo”.
Mientras muchos espectadores se asombran ante su valentía, otros se cuestionan los riesgos que asumen y los motivos que los llevan a desafiar a la muerte una y otra vez. Sin embargo, para esta pareja, la pregunta nunca ha sido “por qué escalan”, sino “por qué detenerse”. Y, a pesar de haberlo intentado, aseguran que nada les produce la misma paz que alcanzar las alturas de una ciudad y contemplarla desde el lugar que pocos ven.
De las alturas al amor
Angela Nikolau tenía apenas veinte años cuando descubrió el mundo del rooftopping. Hija de artistas de circo en Moscú, creció entre acrobacias, coloridos trajes y luces brillantes. Sin embargo, las luces del circo fueron opacadas por una infancia marcada por la separación de sus padres y la depresión de su madre. En un evento social, mientras huía del tedio, descubrió una escalera de emergencia que la llevó al tejado de un edificio. “Fue emocionante, pero también tuve miedo”, cuenta Angela en el documental, recordando aquel primer contacto con el vértigo.
Ivan Beerkus, por otro lado, halló en los tejados de Moscú una vía de escape. Desde adolescente, sentía que la vida en tierra firme le resultaba claustrofóbica y monótona. “Cuanto más alto subo, más fácil es respirar”, afirma en Skywalkers. Entre fiestas clandestinas y subidas improvisadas, Ivan fue perfeccionando sus habilidades para moverse en las alturas, hasta convertirse en uno de los rooftoppers más conocidos de Rusia.
El destino los unió en 2016, cuando Ivan, ya consolidado en la comunidad de escaladores, invitó a Angela a escalar el rascacielos más alto de China, el Goldin Finance 117. Lo que comenzó como una colaboración profesional se convirtió en una conexión emocional: aquella primera subida juntos marcó el inicio de su relación, una unión que, en sus propias palabras, “nació en las alturas y se forjó en cada ascenso”.
Escalando juntos y desafiando el miedo
El éxito en redes sociales de la pareja es un fenómeno indiscutible. En plataformas como Instagram y TikTok, sus videos y fotos reciben miles de interacciones y comentarios. La imagen de ambos desafiando la gravedad en los puntos más altos del mundo tiene un magnetismo especial, aunque Angela insiste en que su motivación va más allá de los “likes”. Para ella, el rooftopping es una forma de arte en la que cada detalle cuenta, desde los colores de su ropa hasta la ubicación de los drones que capturan sus poses. “Cada imagen es una pintura en el aire”, afirma.
Sin embargo, el rooftopping también es un deporte mortal. Las caídas fatales son comunes en esta práctica extrema, algo que el propio documental recoge con respeto y crudeza. “Muchas personas de nuestra comunidad han perdido la vida haciendo esto”, confiesa Angela, que reconoce haber tenido que confrontar su miedo a las alturas una y otra vez para lograr sus hazañas. En el documental, se ve cómo Ivan la ayuda a superar una crisis de pánico en una estructura angosta en Tailandia, un momento que refleja la vulnerabilidad y la confianza que comparten.
Arte o exhibicionismo: el debate en torno a los rooftoppers
La creciente fama de estos rusos ha generado debates sobre la ética y los peligros de su práctica. Aunque aseguran que lo hacen por una cuestión artística, las críticas en redes sociales no se han hecho esperar, especialmente tras el ascenso a la torre Merdeka en Kuala Lumpur. Algunas personas cuestionan si la pareja toma estos riesgos solo por la visibilidad en Instagram, mientras que otros creen que están inspirando a jóvenes a imitar actividades peligrosas. La propia Angela, lejos de rechazar las críticas, asegura que se siente fascinada por ellas: “Ahora disfruto viendo cómo inventan nuevas formas de acusarnos de ser falsos”, declara con ironía en el documental.
Jeff Zimbalist, el director de Skywalkers, fue cuidadoso al establecer medidas de seguridad durante la filmación, pero confiesa que hubo momentos en los que la ética se puso en juego. “Queríamos asegurarnos de que no se sintieran presionados a hacer algo más peligroso de lo normal”, explicó en una entrevista, subrayando que el verdadero suspenso de la película radica en si Angela e Ivan logran confiar el uno en el otro.
Un futuro en el aire
Con el documental ya disponible en Netflix, la pareja espera poder dedicarse también a otros proyectos artísticos. Ivan ha comenzado a experimentar en la música, mientras que Angela, quien tiene formación en artes, ha presentado varias pinturas en galerías privadas. No obstante, la pasión por los rascacielos sigue siendo su motor principal. Aunque muchos se preguntan si alguna vez abandonarán el rooftopping, Angela responde con una sonrisa: “Quizás cuando tengamos 75 años”.
La historia de esta pareja no solo desafía la gravedad, sino también las nociones de amor y compromiso en un contexto extremo. Para ellos, vivir al límite es tanto una elección de vida como una necesidad creativa, y la pregunta sobre cuándo dejarán de escalar sigue en el aire, suspendida, al igual que ellos, en lo más alto del mundo.