Dos hermanas surcoreanas, Darragh Hannan y Jee Won Ha, nacidas con apenas un año de diferencia, se reencontraron en el aeropuerto de Incheon en Corea del Sur, tras casi cuatro décadas de separación y una vida en continentes distintos. Una simple prueba de ADN abrió el camino para este emotivo reencuentro, que terminó de gestarse en el momento en que Jee Won, quien reside en Bélgica, decidió escribirle a su hermana un correo electrónico con el mensaje: “Hola, creo que somos hermanas”. La respuesta de Darragh no se hizo esperar, y el viernes 25 de octubre finalmente se abrazaron entre lágrimas y sonrisas, un encuentro que fue registrado y compartido por The Korea Herald.
El origen de sus historias se remonta a la década de 1980, en Corea del Sur, cuando ambas fueron dadas en adopción. Darragh Hannan, nacida en 1986, fue adoptada a las ocho semanas de vida por una familia en Minnesota, Estados Unidos, donde creció en un hogar estable. Su hermana mayor, Jee Won Ha, nacida en 1985, también había sido adoptada de muy pequeña por una familia coreana. Pero su vida dio un giro inesperado cuando, tras el divorcio de sus padres adoptivos, fue trasladada a Bélgica, donde la adoptó otra familia en la que enfrentaría profundos desafíos.
La segunda adopción de Jee Won en Bélgica fue el inicio de un período oscuro. Según relató en la entrevista con The Korea Herald, esta familia cometió actos cuestionables. Adoptó a siete niños camboyanos mediante documentos falsificados y, en palabras de Jee Won, “robo de identidad, tráfico de niños, trata de niños… parece que mis padres tuvieron un papel importante en esto, así que lo organizaron y lo hicieron ellos mismos”. La relación con su nueva familia estuvo marcada por el abuso físico y emocional, una situación que la llevó a huir a los 14 años y a pasar su adolescencia en orfanatos belgas.
Pese a la dureza de los años pasados, la reunión con Darragh supuso un rayo de luz para ambas. Desde el momento en que decidieron encontrarse, sabían que enfrentarían sentimientos profundos y preguntas sin respuestas. Jee Won confesó que, tras recibir los resultados de ADN, se sintió abrumada: “Bebí un poco antes de poder escribir un correo electrónico” a Darragh. Ésta, por su parte, reflexionó sobre los desafíos emocionales de un encuentro tan esperado, y en entrevista con The Mirror expresó: “Siempre vemos esa parte [la felicidad de los reencuentros], pero nunca vemos la confusión, los cuestionamientos y todos los grandes sentimientos que surgen después del gran momento. ¿Qué viene después? ¿Qué significa eso para nosotras?”
Ambas hermanas, felices, pero llenas de incertidumbre, dieron un paso hacia adelante en la búsqueda de sus raíces en Corea del Sur, embarcándose juntas en un viaje que promete nuevas emociones, pero también un sinfín de preguntas por responder.
El reencuentro despertó en ellas sentimientos profundos y difíciles de procesar, al enfrentar la realidad de que gran parte de sus vidas fue vivida en paralelo, sin la presencia de la otra. “Encontrarse no es solo un gran pensamiento feliz. También es la confusión y la tristeza de todas las cosas que nos perdimos de pasar juntas”, confesó Jee Won a The Independent. Ambas hermanas reconocieron que, más allá de la euforia del momento, la reunión implicaba también una reflexión sobre los vínculos rotos y el tiempo perdido e irrecuperable.
Mientras las dos hermanas comenzaban a reconstruir su relación, surgieron preguntas sobre quiénes eran y quiénes podrían haber sido. Las dudas sobre su identidad y el impacto de sus diferentes crianzas pesaban en cada encuentro y conversación. “La adopción [internacional] no consiste únicamente en salvar a un niño de su país de origen: implica desviar toda la vida del niño, lo que puede generar muchos interrogantes y traumas profundos”, señaló Darragh en una entrevista con People, haciendo referencia al complejo proceso de aceptar tanto sus historias individuales como la pérdida de un pasado compartido.
Decididas a llenar los espacios en blanco de su historia, Darragh y Jee Won emprendieron un viaje por Seúl, con la esperanza de encontrar a sus padres biológicos y completar una pieza clave de su identidad. Para Jee Won, esta búsqueda es más que un intento de rastrear el pasado; es un proceso de autoafirmación. “Para mí, mi viaje a Corea con ella [Darragh] es… cerrar la pregunta de quién soy, comenzar la búsqueda de quién soy”, expresó. Las dos hermanas tienen claro que el tiempo compartido en Corea será una oportunidad para descubrir, juntas, las raíces que nunca conocieron y, de alguna forma, sanar las heridas de la distancia.
Mientras recorren calles y paisajes de un país que representa su origen, Darragh y Jee Won quizás logren reconstruir algo más que su pasado. Juntas, están trazando un camino hacia un futuro en el que, aunque no borren los años perdidos, puedan reinventar su historia.