En un esfuerzo por devolverle al peatón su lugar seguro en el espacio urbano, el Ayuntamiento de Birmingham se ha planteado un cambio radical en su centro: prohibir completamente la circulación de ciclistas en las zonas peatonales, una medida que está generando tanta polémica como expectativas. Para algunos, esta prohibición podría ser el paso necesario hacia un entorno peatonal más seguro, pero para los ciclistas, especialmente los repartidores que dependen de esta ruta, la medida podría convertirse en una barrera que limita su forma de vida.
En un reciente informe del consejo municipal, el Ayuntamiento de Birmingham expresa su preocupación por la creciente incidencia de ciclistas, especialmente aquellos que realizan entregas, que circulan “a gran velocidad y sin tener en cuenta a los peatones”, un comportamiento que, según el informe, ha creado una “combinación peligrosa” en zonas de alto tránsito peatonal. La solución planteada es drástica: incluir el ciclismo en su orden de protección de espacios públicos (PSPO), una normativa que ya regula otros comportamientos considerados antisociales, como el consumo de alcohol en la calle y los grafitis. Un vocero del Ayuntamiento afirmó a The Guardian: “Estamos considerando medidas para intentar reducir los casos de ciclismo a alta velocidad en una pequeña zona del centro de la ciudad, donde hay mucho tránsito peatonal y no es seguro andar en bicicleta debido a la probabilidad de accidentes y colisiones”.
La propuesta plantea opciones variadas, que van desde limitar el acceso de los ciclistas en horarios determinados hasta prohibir completamente su paso en zonas específicas del centro de Birmingham. Sin embargo, antes de su implementación, la medida será sometida a consulta pública, y el consejo evaluará el feedback de la ciudadanía para tomar una decisión final, informó el medio británico The Telegraph.
El impacto en mensajeros y repartidores
Las nuevas restricciones impactarían particularmente a los repartidores de alimentos y paquetes, como los trabajadores de Deliveroo y Just Eat, quienes dependen de sus bicicletas para cumplir con los tiempos de entrega en el concurrido centro de la ciudad. En otros lugares como Canterbury, este tipo de normativa ya ha tenido efectos directos: allí, este verano, cerca de 40 repartidores recibieron multas de £100 por circular en zonas peatonales tras denuncias de residentes, obligados a esquivar ciclistas que se movían a gran velocidad.
Para algunos, el problema radica en las bicicletas eléctricas, más potentes y rápidas, utilizadas frecuentemente por los repartidores. Sin embargo, desde el Ayuntamiento de Birmingham han aclarado que esta propuesta “no afecta el compromiso del consejo de priorizar a los peatones y ciclistas como parte de los desarrollos en curso y su plan de transporte”, subrayando su intención de crear un entorno seguro para todos sin comprometer los objetivos de movilidad activa.
La propuesta del Ayuntamiento de Birmingham ha generado una fuerte oposición entre grupos activistas y defensores del transporte activo, quienes argumentan que prohibir el ciclismo en el centro no resolverá el problema de fondo y, en cambio, pondrá en peligro a los ciclistas. Mat MacDonald, presidente de la organización Better Streets for Birmingham, señaló que la medida no es la solución adecuada para enfrentar el comportamiento irresponsable de algunos ciclistas. “Si alguien pasa a 30 km/h en una de esas cosas, se crea un riesgo. Pero ya existe suficiente legislación para abordar ese problema. Hay formas de solucionar ese problema que no implican cortar todo el centro de la ciudad a las personas que viajan en bicicleta”, afirmó MacDonald en declaraciones a The Guardian.
Por su parte, Duncan Dollimore, director de campañas de Cycling UK, también cuestionó la efectividad de una prohibición general, al considerar que castigaría injustamente a quienes usan la bicicleta de forma responsable y contribuyen a una forma de transporte más sostenible. Dollimore explicó al Daily Mail: “Hay personas en este mundo que son irresponsables, y algunas de ellas van en bicicleta, pero si ese es el problema, debemos abordar ese comportamiento. Prohibir toda una clase de actividad y un medio de transporte no es la forma de abordar el problema”.
La decisión de Birmingham no es un caso aislado en el Reino Unido; varias ciudades y pueblos han implementado medidas similares en los últimos años, generando resultados y reacciones diversas. En Grimsby, el consejo local instaló un sistema de megafonía que cada 30 minutos recuerda a los peatones y ciclistas que está prohibido el uso de bicicletas en una calle peatonal de 200 metros. “Pasaba cada 15 minutos, pero lo redujimos porque se estaba volviendo demasiado repetitivo”, explicó Ron Shepherd, concejal del noreste de Lincolnshire, quien asegura que la PSPO (orden de protección de espacios públicos) ha mejorado la seguridad al reducir el merodeo y el comportamiento antisocial, tal como informó The Guardian.
No obstante, en otras localidades, la implementación de estas normativas ha sido más polémica. En Colchester, por ejemplo, el consejo municipal se disculpó y accedió a cancelar multas de £100 impuestas a más de 60 ciclistas por infringir las reglas de ciclismo en zonas peatonales. Estas experiencias reflejan la complejidad de implementar normativas que, aunque buscan mejorar la seguridad de los peatones, también enfrentan la resistencia de quienes consideran que su derecho a circular de forma segura y sostenible se ve comprometido.