El 23 de septiembre de 2024, una mujer estadounidense de 64 años se convirtió en la primera persona en utilizar la cápsula de suicidio Sarco, supuestamente diseñada para proporcionar una muerte rápida y pacífica mediante la inhalación de gas nitrógeno. Lo que se anticipaba como una muerte asistida en un bosque de Merishausen, Suiza, se transformó en el centro de una controversia que involucra la detención del presidente de The Last Resort, Florian Willet, quien estaba presente en el momento del deceso y fue acusado por posibles irregularidades en el proceso.
Las autoridades suizas investigan ahora si la muerte podría haber sido un caso de homicidio.
¿Qué es el dispositivo Sarco?
La cápsula Sarco es un artefacto ideado por el activista australiano Philip Nitschke para asistir a personas que desean poner fin a sus vidas de manera independiente. Este mecanismo, desarrollado con una impresora 3D, es un pequeño pod hermético que inyecta gas nitrógeno en su interior cuando el usuario presiona un botón, provocando que la persona pierda el conocimiento y fallezca por falta de oxígeno en cuestión de minutos. Nitschke defendió el diseño de Sarco como una alternativa “libre de medicamentos” para quienes desean morir, argumentando que proporciona una salida pacífica y controlada.
El 23 de septiembre, The Last Resort, la empresa que opera la cápsula, organizó el proceso para la mujer en un entorno natural, cubriendo la cápsula con una lona verde y acompañando a la usuaria en todo momento. Antes de entrar, ella hizo preguntas menores sobre su vestimenta, y después de acomodarse, cerró la tapa del dispositivo y pulsó el botón que activó la liberación del gas. Nitschke, que observaba el procedimiento por videollamada desde Alemania, reportó que “todo sucedió como se esperaba” y calificó la experiencia como “tranquila y rápida”. Sin embargo, los detalles y observaciones que siguieron generaron dudas en la investigación oficial.
Detalles de la muerte y el arresto de Florian Willet
Florian Willet, presidente de The Last Resort, fue la única persona presente cuando la mujer murió en el dispositivo, y permaneció en contacto con Nitschke durante el proceso. Según detalló Volkskrant, a través de un iPad, Willet monitoreaba signos vitales, como el ritmo cardíaco y la saturación de oxígeno, reportando a Nitschke cada cambio en los niveles de la paciente. Según testigos, a los pocos minutos de activado el gas, la mujer comenzó a mostrar signos de hipoxia, que, como indicaba Nitschke, conducirían al fallecimiento en menos de diez minutos.
No obstante, a los seis minutos del inicio, un sonido de alarma sorprendió a Willet, quien afirmó a Nitschke: “Ella sigue viva, Philip”. Según el testimonio de Willet reseñado en Volkskrant, el dispositivo no mostraba signos evidentes de muerte inmediata, lo que lo llevó a inclinarse sobre la cápsula para observar a la paciente. Finalmente, después de algunos minutos, Willet reportó a Nitschke que la mujer había dejado de moverse, pero el desenlace ya había levantado sospechas. Las autoridades de Schaffhausen llegaron a la escena después de ser notificadas por el equipo legal de The Last Resort y, tras confirmar el fallecimiento, arrestaron a Willet y a otros presentes en el lugar.
Sospechas de homicidio y hallazgos forenses
Durante la investigación, el fiscal suizo Peter Sticher comenzó a considerar la posibilidad de “homicidio intencional”, en vista de las circunstancias poco claras de la muerte y los hallazgos en el cuerpo de la mujer. Según un reporte forense preliminar, la autopsia reveló marcas en el cuello de la mujer que sugerían posibles signos de estrangulamiento, en lugar de una muerte exclusivamente por asfixia de nitrógeno. A pesar de que aún no existe un informe forense completo, los detalles observados llevaron a Sticher a extender la detención de Willet, aunque sin formular cargos explícitos de homicidio.
Sticher también señaló que la cápsula fue abierta y cerrada varias veces durante el proceso, lo cual podía haber alterado el flujo del gas nitrógeno en el dispositivo. Por esta razón, y en función de los detalles contradictorios, el caso permanece bajo investigación activa en Suiza, y todos los permisos de uso de Sarco fueron suspendidos temporalmente hasta que se resuelvan los hechos.
Condición médica de la mujer
La mujer había expresado a The Last Resort su deseo de morir desde hacía al menos dos años, como consecuencia de su padecimiento de osteomielitis en la base del cráneo, una dolorosa infección que afecta la médula ósea y que, en su caso, resultaba intratable debido a un trastorno inmunológico. Según la empresa, la paciente sufría constantes dolores de cabeza que limitaban su movilidad y calidad de vida, por lo que la eutanasia parecía ser la única salida a su sufrimiento crónico.
En una declaración oral grabada para The Last Resort, la mujer mencionó que la decisión de terminar su vida había sido meditada y apoyada por sus dos hijos, quienes confirmaron en escritos su consentimiento y respeto por la decisión de su madre. Esta grabación, de cuatro minutos, dejó clara su voluntad, aunque las dudas sobre el procedimiento abrieron la puerta a otras interrogantes.
Cuestionamientos legales y éticos sobre la cápsula Sarco
La llegada del dispositivo Sarco a Suiza avivó el debate sobre la legalidad y regulación de métodos de suicidio asistido en el país. Aunque Suiza permite el suicidio asistido en ciertas condiciones, la Ministra del Interior, Elisabeth Baume-Schneider, declaró en septiembre que la cápsula Sarco violaba tanto la ley de seguridad de productos como la normativa sobre el uso de químicos, debido a que el nitrógeno empleado en la cápsula no está aprobado para estos fines. Esta declaración oficial agrega complejidad a la situación legal de The Last Resort y podría llevar a que el uso del dispositivo se considere ilegal en Suiza.
A nivel ético, el caso generó una profunda reflexión entre defensores y críticos del derecho a morir. Nitschke y su esposa Fiona Stewart, ambos conocidos activistas a favor de la eutanasia, ven en Sarco un avance en los métodos de asistencia a quienes desean morir sin medicación, asegurando que el uso de la cápsula debe ser “accesible y gratuito” para quienes lo necesiten. Sin embargo, algunos legisladores suizos consideran que los métodos de Nitschke explotan las brechas legales de Suiza y que dispositivos como Sarco podrían derivar en un turismo de suicidio no regulado.
En tanto la investigación sigue su curso y la polémica crece, el futuro de la cápsula Sarco y su lugar en la práctica de la eutanasia asistida continúa siendo incierto.