Stephen Omusugu, un taxista en Nairobi, capital de Kenia, África, hace menos de dos meses decidió cambiar su antigua moto a gasolina por un modelo eléctrico, impulsado por haber visto cómo varios de sus colegas mejoraban sus ingresos con el mismo cambio.
Tras solicitar un préstamo, Omusugu ahora paga la moto en cuotas diarias, y cada día invierte en recargar la batería o, si el tiempo es corto, en reemplazarla por una unidad completamente cargada. Gracias a estos ajustes, estima que su ganancia promedio subió a unos 2.500 chelines kenianos, aproximadamente 19 dólares, más del doble de lo que solía generar con su antigua moto, informó el medio The Economist.
Nairobi, al igual que otras ciudades africanas, es hoy un terreno fértil para la adopción de vehículos eléctricos, especialmente motos. Y ante una creciente presencia de empresas emergentes dedicadas a esta tecnología, la capital keniana se convirtió en un referente de movilidad eléctrica en el continente.
Empresas como Uber, por ejemplo, lanzaron el año pasado su primera flota de motos eléctricas en África en las calles de Kenia, mientras que en los primeros meses de este año, la cantidad de vehículos eléctricos registrados en la capital de ese país se triplicó, informó The Economist.
Impacto ambiental y económico
El auge de las motos eléctricas en ciudades como Nairobi promete algo más que una mejora en los ingresos de los conductores; también ofrece un potencial impacto ambiental y económico en el continente. En África, donde la contaminación del aire es una creciente preocupación en áreas urbanas densamente pobladas, el cambio a vehículos eléctricos podría reducir considerablemente las emisiones contaminantes que agravan el calentamiento global.
Para los conductores, además, representa una oportunidad de ahorro, pues el costo de carga y mantenimiento de una moto eléctrica suele ser más bajo que el de los modelos a gasolina, según indicó The Economist.
A medida que los costos de combustible aumentan, el ahorro en el gasto diario se convierte en un incentivo importante para los conductores de motos que dependen de sus vehículos para trabajos de taxi o reparto. Además, aportan un respiro a los bolsillos de estos trabajadores.
Vale destacar que, para las ciudades, estas motos podrían ser una solución parcial para descongestionar el tráfico y mitigar la contaminación en las próximas décadas, al tiempo que más africanos se trasladan hacia las áreas urbanas.
Desafíos para la expansión de la movilidad eléctrica
A pesar del creciente entusiasmo por las motos eléctricas en las ciudades africanas, varios desafíos aún frenan su expansión a gran escala en el continente. Uno de los principales obstáculos radica en los altos costos iniciales y la falta de capital para financiar la infraestructura necesaria, como estaciones de intercambio de baterías.
Estas instalaciones permiten a los conductores reemplazar rápidamente las unidades descargadas, optimizando su tiempo de trabajo y reduciendo costos de mantenimiento. Sin embargo, la implementación de esta infraestructura requiere de una inversión considerable, lo cual limita el crecimiento de la red de vehículos eléctricos más allá de las principales ciudades.
La falta de estabilidad en el suministro eléctrico en muchos países africanos es otro reto significativo. La carga de estos vehículos depende de un acceso constante a electricidad, un recurso que en varias regiones sigue siendo poco confiable.
Además, el subsidio gubernamental a los combustibles tradicionales en algunos países reduce el incentivo financiero para que los conductores hagan el cambio hacia vehículos eléctricos, al mantenerse bajos los precios de la gasolina y el diésel en comparación con los costos de adquisición de una moto eléctrica, según The Economist.
Estos factores hacen que, aunque la transición esté en marcha, su ritmo aún sea incierto y concentrado principalmente en áreas urbanas donde la infraestructura y el acceso a electricidad son más viables.