El rostro de Satoshi Nakamoto, el enigmático creador del Bitcoin, ha sido uno de los misterios más fascinantes del mundo digital desde la aparición de la criptomoneda en 2009. Como un fantasma que desliza su sombra por los rincones más oscuros de la red, Nakamoto dejó una huella tan indeleble como invisible en la historia de las finanzas globales. Su desaparición en 2011, justo antes de que Bitcoin explotara en popularidad, dejó una pregunta ardiendo en las mentes de muchos: ¿quién es realmente Nakamoto?
El documental de Cullen Hoback, titulado “Money Electric: The Bitcoin Mystery”, se lanzó el 8 de octubre en HBO. Conocido por su habilidad para desentrañar conspiraciones en la era digital —como ya lo hizo con su serie sobre QAnon—, Hoback explora esta vez un caso que ha capturado la imaginación de criptoentusiastas, periodistas y hasta agentes financieros de todo el mundo. El director, armado con una investigación minuciosa y un enfoque detectivesco, promete dar un giro a la búsqueda de Nakamoto, desafiando las versiones anteriores que intentaban arrojar luz sobre la identidad de este genio libertario.
En sus primeros minutos, el documental confronta a sus espectadores con un clip del CEO de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, quien en 2010 ridiculizaba a Bitcoin como una “estafa”. En pantalla, el valor de un Bitcoin parpadea: 23 centavos de dólar. Avanzamos en el tiempo, y la criptomoneda se convierte en uno de los activos más valiosos del planeta, posicionándose entre las diez mayores fortunas del mundo. Para el momento en que el documental se emite, el valor de un Bitcoin ha alcanzado los 61.780 dólares, con una capitalización de mercado de 1,22 billones de dólares.
Sin embargo, la verdadera fascinación de la pieza de Hoback no reside en el auge financiero de Bitcoin, sino en las incógnitas que rodean a su creador. A lo largo de la película, el espectador es guiado por un desfile de rostros conocidos dentro del universo cripto, como el CEO de Blockstream, Adam Back, y el programador Peter Todd, cuya relación temprana con el proyecto de Nakamoto aviva nuevas teorías sobre su identidad. Hoback explora la idea de que Nakamoto pudo haber sido un ente colectivo, o incluso un avatar de alguna entidad gubernamental secreta, pero termina cerrando su tesis en torno a un nombre polémico: Peter Todd.
“Eres creativo”, le dice Todd, entre risas, cuando Hoback lo confronta. Esta es una de esas teorías locas que solo un periodista de documentales inventaría.
A pesar del humor de Todd, la tensión del documental es palpable. Hoback no busca solo respuestas; intenta exponer la fragilidad de los mitos construidos en torno a Bitcoin. Si bien Craig Wright, el empresario australiano que en un momento aseguró ser Nakamoto, fue rápidamente descartado, la película insiste en que la verdad sobre la identidad del creador de Bitcoin podría tener profundas implicaciones en la confianza que el público deposita en la criptomoneda.
La referencia a Argentina, que aparece brevemente en el tráiler del documental, añade una capa intrigante. En el minuto 2:19, los espectadores ven a una persona contando billetes de 1000 pesos argentinos, lo que podría ser una pista sobre el enfoque regional de la investigación. El país sudamericano es, después de todo, uno de los epicentros globales en la adopción de criptomonedas, con el 40% de los usuarios de billeteras cripto de América Latina viviendo allí. ¿Podría existir algún nexo oculto entre Nakamoto y Argentina? La pregunta queda flotando, mientras el documental mantiene a la audiencia en vilo.
A medida que Hoback sigue desenredando teorías, el eco de un dilema filosófico aparece repetidamente en la narrativa: ¿importa realmente quién es Satoshi Nakamoto? Bitcoin, tal como lo sugiere el documental, es más que su creador. Como la web o el internet mismo, Bitcoin ha trascendido los límites de una mente singular para convertirse en un fenómeno moldeado por millones de personas. Mineros, inversores, desarrolladores y hasta celebridades en YouTube han aportado su propio toque a la historia de Bitcoin, llevando esta idea descentralizada más allá de las ambiciones de su creador.
“Lo importante no es quién lo hizo, sino lo que ha logrado”, señala Roger Ver, conocido como “Bitcoin Jesus” en una escena.
Sin embargo, la revelación de Nakamoto, sea cual sea, podría desinflar la mitología que ha alimentado la criptomoneda desde sus primeros días. Como observan algunos expertos, el creador de Bitcoin ha sido retratado como un genio solitario, un visionario que desafió a los gigantes del sistema financiero mundial. Pero, si se demuestra que Nakamoto es solo un programador corriente, o peor aún, una figura con conexiones cuestionables, ¿cómo reaccionaría la comunidad?
La promesa de Hoback de presentar una tesis “inesperada y polémica” ha generado enormes expectativas. Algunos, como los usuarios de la plataforma de apuestas Polymarket, se inclinan por la teoría de que Nakamoto fue en realidad Len Sassaman, un criptógrafo vinculado a los primeros días de Bitcoin y que falleció en 2011. Otros, más escépticos, señalan que la única manera de probar la verdadera identidad de Nakamoto sería activando la cuenta original que contiene una fortuna en bitcoins, inactiva desde hace más de una década.
Pero al final, Satoshi Nakamoto podría ser más útil como mito que como realidad. Como bien dice Hoback, al desenmascarar a la figura detrás de Bitcoin, lo que podría desmoronarse no es solo una identidad, sino toda una narrativa. En su cuenta de X, Hoback advirtió que este documental sería una “montaña rusa”. Si su investigación logra ponerle un nombre definitivo a Nakamoto, el impacto en el precio de Bitcoin y en la confianza de sus inversores podría ser monumental.