Hace casi cien años, dos figuras se desvanecieron en las nubes del Monte Everest, dando lugar a uno de los mayores enigmas de la historia del alpinismo. La mañana del 8 de junio de 1924, George Mallory y Andrew “Sandy” Irvine fueron vistos por última vez mientras ascendían hacia la cumbre de la montaña más alta del mundo. Jamás regresaron. Desde entonces, el misterio ha girado en torno a una pregunta que aún resuena en la comunidad montañista: ¿alcanzaron la cima antes de morir?
Durante décadas, expediciones y montañistas han intentado desentrañar este enigma. En 1999, el hallazgo del cuerpo de Mallory ofreció algunas pistas, pero también dejó nuevas incógnitas. El cuerpo estaba perfectamente conservado por el frío extremo, pero no llevaba consigo la cámara Kodak Vest Pocket que se cree que podría contener las pruebas fotográficas de su posible éxito. Ahora, un descubrimiento reciente podría finalmente acercar a los historiadores y escaladores a una respuesta definitiva.
En septiembre de 2024, un equipo de documentalistas liderado por Jimmy Chin, explorador y cineasta de National Geographic, encontró una bota parcialmente derretida en el glaciar Rongbuk, en la cara norte del Everest.
En su interior, había un pie humano y un calcetín con el nombre “A. C. Irvine” bordado. Este hallazgo, casi un siglo después de la desaparición de Irvine, podría ser la clave que finalmente revele si él y Mallory fueron los primeros en conquistar el Everest.
Un descubrimiento congelado en el tiempo
El equipo de Chin, que incluía a los cineastas y montañistas Erich Roepke y Mark Fisher, se encontraba en plena filmación de un documental sobre el Everest cuando se toparon con la bota. “No había duda de lo que estábamos viendo”, relató Chin en una entrevista para National Geographic. El cuero estaba agrietado y envejecido, pero el detalle más escalofriante fue el nombre cosido en el calcetín, una evidencia que llevaba casi cien años oculta en el hielo.
Irvine, quien tenía solo 22 años cuando desapareció, había sido el miembro más joven de la expedición de 1924. Su talento no residía tanto en la escalada técnica como en la ingeniería, y fue por su habilidad con los equipos de oxígeno que fue seleccionado para acompañar a Mallory en el intento final hacia la cumbre. Sin embargo, hasta ahora, su destino seguía envuelto en misterio. Mientras que el cuerpo de Mallory fue encontrado a 8.170 metros de altitud en 1999, los restos de Irvine habían permanecido ocultos... hasta ahora.
El hallazgo no solo ha causado un gran impacto en la comunidad alpinista, sino también entre los familiares de Irvine. Su sobrina nieta, Julie Summers, autora de una biografía sobre el joven escalador, expresó su alivio tras recibir la noticia. “Es un objeto que le pertenecía y tiene un trozo de él en él”, declaró Summers. “Cuenta toda la historia sobre lo que probablemente sucedió”.
Las pistas que podrían desvelar la verdad
Más allá del aspecto emotivo, el descubrimiento de la bota podría tener implicaciones históricas trascendentales. Irvine, además de cargar con los cilindros de oxígeno, llevaba consigo la mencionada cámara Kodak, cuyo contenido podría resolver de una vez por todas si él y Mallory lograron alcanzar la cima del Everest. Desde hace décadas, montañistas e historiadores han especulado que si la cámara aún se encuentra junto a los restos de Irvine, su película sin revelar podría ofrecer las pruebas visuales que demuestren su éxito o fracaso.
De hecho, desde que Conrad Anker descubrió el cuerpo de Mallory en 1999, la búsqueda de Irvine se convirtió en una prioridad, ya que se creía que encontrar su cámara era la clave para cerrar el misterio. Mark Synnott, escalador y escritor para National Geographic, ha sostenido que hallar el cuerpo de Irvine podría ofrecer respuestas no solo sobre su paradero, sino también sobre los últimos momentos de los dos hombres. “Nos acercamos cada vez más a lo que sucedió en la montaña ese día”, comentó Synnott en su libro El Tercer Polo.
La ciencia detrás del hallazgo
Tras el descubrimiento, el equipo de Chin tomó una muestra de ADN de los restos encontrados, la cual está siendo comparada con muestras aportadas por la familia Irvine para confirmar la identidad del cuerpo.
El proceso, supervisado por la Asociación de Montañismo China-Tíbet (CTMA), ha generado expectativas tanto en el ámbito familiar como en la comunidad científica.
Además de la bota y el calcetín, Chin y su equipo encontraron una botella de oxígeno de 1933 durante su exploración del glaciar. Este artefacto, perteneciente a una expedición británica posterior, sugiere que los cuerpos y objetos de los escaladores podrían haber sido arrastrados por avalanchas y movimientos del glaciar a lo largo de las décadas. “Creo que literalmente se derritió una semana antes de que lo encontráramos”, comentó Chin sobre el hallazgo de la bota. Ahora, la esperanza de hallar más artefactos, y quizás la tan buscada cámara, mantiene a la comunidad en vilo.
¿Un cierre definitivo?
La posibilidad de que el mayor misterio del alpinismo esté cerca de resolverse ha capturado la atención de montañistas, historiadores y entusiastas de todo el mundo. Durante casi un siglo, la figura de George Mallory ha sido objeto de debate y fascinación. Mallory, famoso por su frase “porque está ahí” cuando le preguntaron por qué quería escalar el Everest, se ha convertido en un símbolo de la tenacidad humana frente a los desafíos más extremos de la naturaleza.
Sin embargo, detrás de la leyenda de Mallory, la figura de Irvine ha permanecido en la sombra. Este joven ingeniero, cuyo ingenio con el equipo de oxígeno fue crucial para la expedición, podría finalmente recibir el reconocimiento que merece como parte de este capítulo trágico y heroico de la historia del alpinismo.
Si los resultados del ADN confirman que los restos encontrados pertenecen a Irvine, y si se logra recuperar la cámara, el misterio podría finalmente quedar resuelto, otorgando a Mallory e Irvine el lugar que les corresponde en la historia. Mientras tanto, el Everest sigue siendo un testigo mudo de la lucha y el sacrificio de aquellos que, como Mallory e Irvine, desafiaron sus cumbres en busca de lo imposible.