Durante unas excavaciones para la construcción de una fábrica en el distrito de Sojamachi, al norte de Japón, los obreros tropezaron con un hallazgo inesperado: un inmenso conjunto de monedas antiguas, cuidadosamente enterradas en fardos atados con cuerdas de paja. Este sorprendente descubrimiento, que se extiende por un kilómetro de longitud, capturó rápidamente la atención de expertos en historia y numismática de todo el mundo. Lo que al principio parecía un hallazgo curioso, pronto se reveló como una ventana a casi dos mil años de la historia económica y cultural de Japón.
Este tesoro numismático está compuesto por más de 100.000 monedas que abarcan un período que se extiende desde el 175 a.C. hasta el 1265 d.C.. Las monedas incluyen ejemplares de diferentes dinastías chinas, como la dinastía Qin y la dinastía Han, lo que sugiere una larga tradición de intercambio comercial entre Japón y China. Entre los ejemplares más destacados se encuentra la moneda Banliang, utilizada hace unos 2.200 años en China, durante la dinastía Qin. Estas monedas llevan inscripciones chinas como media onza, un tipo de moneda que se producía comúnmente en China hace aproximadamente 2.200 años, confirmando el peso de la influencia china en la circulación monetaria en Japón.
El hallazgo se produjo en 2023, cuando los arqueólogos comenzaron a desenterrar 1.060 paquetes, cada uno con aproximadamente 100 monedas, de un sitio arqueológico que se encuentra en el corazón de la antigua región de Kozuke, una zona conocida por su importancia política y comercial durante el período Kamakura, una época caracterizada por guerras y tensiones políticas en Japón. Esto sugiere que las monedas podrían haber sido ocultadas por una familia noble en tiempos de inestabilidad, con la esperanza de recuperarlas en el futuro.
Desde su descubrimiento, los investigadores han planteado diversas teorías sobre el propósito de las monedas. Una hipótesis sugiere que fueron enterradas durante el período Kamakura (1185-1333) por una familia noble de Kozuke (hoy Gunma), con la intención de recuperarlas en tiempos de mayor estabilidad. Huffington Post menciona que las monedas “fueron custodiadas con la esperanza de ser recuperadas en el futuro”. Otra teoría, según The Times of India, sugiere que podrían haber sido usadas como un depósito seguro, funcionando como un banco rudimentario en épocas de guerra.
Valor arqueológico y económico
El tesoro de Maebashi no solo representa un importante testimonio del pasado local de Japón, sino que también actúa como un puente económico entre Japón y los países vecinos, particularmente China, durante varios siglos. El hecho de que una gran parte de las monedas sean de origen chino subraya la fuerte influencia económica externa en Japón, y el papel que este país desempeñó en los intercambios comerciales a lo largo de la historia.
Además, el descubrimiento en Sojamachi destaca la influencia cultural y económica de China sobre Japón durante los periodos de dinastía Qin, Han y Song. Este tesoro también revela cómo monedas extranjeras continuaron circulando en Japón durante siglos, lo que refuerza la idea de un intercambio económico activo entre las dos naciones.
En 2024, los arqueólogos continuaron con un análisis más detallado del tesoro, examinando 334 monedas del total de 100.000 encontradas. Los estudios recientes han confirmado que las monedas más antiguas datan del 175 a.C., mientras que las más recientes se remontan a 1265 d.C. Esto amplía el contexto histórico del hallazgo, demostrando la larga persistencia de la circulación monetaria en Japón.
Este análisis más detallado permite entender mejor cómo las monedas extranjeras continuaron siendo aceptadas y utilizadas en Japón, incluso durante el período Kamakura. Además, este hallazgo ofrece nuevas perspectivas sobre la influencia de China en la economía japonesa y la durabilidad de las relaciones comerciales entre ambos países.
Preservación y estudios futuros
Dada la importancia histórica del hallazgo, las autoridades locales de Maebashi han anunciado planes para preservar el sitio arqueológico y permitir el acceso público al tesoro descubierto. La zona de Sojamachi ya es conocida por otros descubrimientos importantes, como túmulos funerarios del período Kofun (siglos III-VII d.C.), lo que confirma la relevancia histórica de la región.
Además, se espera que futuros estudios continúen arrojando luz sobre aspectos no resueltos del hallazgo, como la identidad del propietario del tesoro y las razones exactas de su ocultamiento.