Una red de trata de personas operada por una familia checa que forzaba a ciudadanos vulnerables a trabajar bajo condiciones de esclavitud en una sucursal de McDonald’s y en una fábrica de pan en el Reino Unido fue desmantelada, según se informó un reportaje de la BBC. La explotación de estos trabajadores duró más de cuatro años, durante los cuales se registraron múltiples señales de advertencia que fueron pasadas por alto tanto por las empresas como por las autoridades.
Un total de 16 ciudadanos checos, muchos de ellos sin hogar o con problemas de adicción, fueron forzados a trabajar y sus sueldos les eran arrebatados para financiar el estilo de vida lujoso de sus explotadores en la República Checa. La BBC informó que los trabajadores eran alojados en condiciones deplorables, incluyendo un cobertizo con goteras y una caravana sin calefacción.
Penas y juicios retrasados por la pandemia
Seis miembros de la familia checa responsable de esta red de trata de personas fueron condenados tras dos juicios penales que se retrasaron debido a la pandemia de COVID-19. Las restricciones de comunicación previamente limitaban la cobertura del caso, pero ahora la BBC logró revelar la magnitud del crimen.
La red estaba liderada por los hermanos Ernest y Zdenek Drevenak, quienes utilizaron amenazas y violencia para controlar a sus víctimas. Los explotadores se beneficiaron robando la mayor parte de los salarios de los trabajadores, dejándoles solo unos pocos euros al día para sobrevivir. El detective Sergeant Chris Acourt, quien lideró la investigación por parte de la Policía de Cambridgeshire, dijo al medio que se perdieron “oportunidades masivas” para detectar y detener la explotación mucho antes.
Falla en reconocer indicadores claros
Señales claras de esclavitud moderna fueron ignoradas por años, como el hecho de que los salarios de cuatro de los trabajadores eran depositados en la misma cuenta bancaria, y que nueve víctimas compartían la misma dirección en el norte de Londres, detalló la BBC. Algunos trabajadores no sabían hablar inglés y un miembro de la banda actuaba como traductor durante las entrevistas de trabajo, lo que contribuyó a mantenerlos aislados del mundo exterior. La excomisionada independiente de lucha contra la esclavitud, Dame Sara Thornton, declaró a la BBC: “Es realmente alarmante que tantas señales hayan sido ignoradas y que tal vez las empresas no hayan hecho lo suficiente para proteger a los trabajadores vulnerables”.
Los trabajadores de McDonald’s y las fábricas de pan estaban sometidos a jornadas laborales extremas, de entre 70 y 100 horas a la semana, incluyendo un turno continuo de 30 horas, conforme denuncia la BBC. El dinero robado por la banda se utilizó para adquirir automóviles de lujo, joyas de oro y una propiedad en la República Checa, mientras los trabajadores vivían en condiciones paupérrimas con escaso acceso a alimentos y servicios básicos.
Los supermercados y McDonald’s reconocieron su falta de acción y prometieron implementar nuevas medidas para detectar y prevenir riesgos futuros. McDonald’s U.K. expresó que mejorarán los sistemas para detectar “riesgos potenciales” y que están comprometidos a “combatir los males de la esclavitud moderna”. Asimismo, el Consorcio Británico de Minoristas indicó que sus miembros aprenderán de este caso para mejorar sus protocolos de debida diligencia.
Aislamiento y control absoluto
Las víctimas eran vigiladas mediante cámaras de seguridad y se les restringía el uso de teléfonos e internet, lo que dificultaba su capacidad para buscar ayuda. Una de las víctimas, Pavel, compartió con la BBC que su experiencia dejó daños permanentes en su salud mental: “No puedes deshacer el daño a mi salud mental, siempre estará conmigo”.
Pavel enfatizó su sentimiento de explotación por parte de McDonald’s, al considerar que la empresa debería haber sido más cautelosa y notificar las señales de explotación.