Existe un crucero que ofrece todas las comodidades de un hotel de lujo y cuyo propósito es llevar a sus pasajeros en una travesía alrededor del mundo que duraría más de tres años. Ese es el Odyssey, un barco que no es simplemente un medio de transporte, sino un hogar flotante repleto de opulencia y confort. Equipado con tres restaurantes, cinco bares y salones, una piscina con dos jacuzzis, un spa, un centro de fitness y una biblioteca repartidos en sus ocho cubiertas, el Odyssey promete una experiencia inigualable para sus 927 pasajeros.
Con camarotes que varían en precio desde los 100.000 hasta los 900.000 dólares, este crucero también buscó adaptarse a las necesidades modernas, permitiendo a sus pasajeros trabajar de forma remota mientras recorren el mundo.
El Odyssey fue diseñado para embarcarse en una aventura sin precedentes, un viaje de más de tres años que abarcaría 147 países, 425 destinos y más de 100 islas tropicales. Este ambicioso itinerario estaba destinado a ofrecer a los pasajeros una experiencia verdaderamente global, permitiéndoles explorar desde las vibrantes ciudades de Asia hasta las playas paradisíacas de las Maldivas, Madagascar, y las islas Seychelles.
La travesía prometía una combinación de exóticos paisajes y experiencias culturales, con cada parada cuidadosamente seleccionada para ofrecer lo mejor de cada región. Este recorrido no solo era una oportunidad para el turismo, sino una invitación a vivir el mundo de una manera que solo un viaje de tal magnitud podría proporcionar.
Ahora bien, según el plan original, en este momento el crucero debía estar navegando por las aguas cristalinas de las islas griegas, habiendo ya recorrido varios destinos en Oriente Medio, el Océano Índico, y distintas ciudades de África.
Problemas técnicos y retrasos
A pesar de la grandiosa visión que impulsó el viaje del Odyssey, la realidad ha sido muy diferente. Desde hace tres meses, el crucero permanece varado en Belfast, la capital de Irlanda del Norte, debido a problemas mecánicos que han frenado su partida. El barco llegó a los astilleros para ser reacondicionado y equipado con tecnología nueva antes de zarpar en lo que sería la primera etapa de su recorrido mundial. Sin embargo, fueron detectados problemas en los timones y la caja de cambios, lo que ha provocado un retraso significativo en su salida, según informó el periódico The Irish News.
Este contratiempo transformó lo que debía ser el inicio de una aventura global en una espera interminable en el puerto. Aunque las reparaciones están en curso, la situación ha generado frustración entre los pasajeros que esperaban ya estar navegando por destinos exóticos y disfrutando de la experiencia para la cual se habían preparado e invertido sumas considerables.
Experiencia de los pasajeros durante la espera
Para los pasajeros del Odyssey, la experiencia ha sido una mezcla de expectación y frustración. A pesar de estar atrapados en Belfast, se les permite pasar el día a bordo del crucero y disfrutar de sus instalaciones de lujo, incluyendo los restaurantes, bares, piscina y spa. Sin embargo, cada noche deben desembarcar y alojarse en hoteles cercanos, ya que aún no pueden pernoctar en los camarotes. Esto ha convertido lo que debía ser una experiencia de lujo en una estancia prolongada y forzada en una ciudad que no estaba en su itinerario.
Algunos pasajeros han intentado tomarse con tranquilidad la situación. Holly Hennessey, una residente de Florida, Estados Unidos, es una de ellas. Viajando con su gato, Captain, Holly se ha “atrincherado” en Belfast, convirtiendo la ciudad en su inesperado hogar mientras espera que el barco esté listo para zarpar. Aunque puede disfrutar de las vistas y las comodidades durante el día, ha comentado que el clima húmedo de la ciudad ha sido un cambio drástico para ella. “En mi vida he usado tanto mi paraguas, y llevo mi impermeable a todas partes”, afirmó.
Otros pasajeros, como Angela y Stephen Theriac, han aprovechado al máximo su tiempo explorando otros destinos mientras esperan. Han viajado en tren por España, hecho excursiones de fin de semana a Inglaterra y hasta han visitado Groenlandia. A pesar de la situación, se mantienen optimistas y esperan con ansias el inicio de la travesía, viendo la espera como parte de la aventura.
Este inesperado retraso ha probado la paciencia de muchos, pero también ha dado lugar a una comunidad de viajeros que, a pesar de las dificultades, siguen comprometidos con la promesa de una aventura única alrededor del mundo.
Expectativas de la Empresa Propietaria
A pesar de los retrasos y contratiempos, la empresa propietaria del Odyssey, Villa Vie Residences, mantiene una visión optimista sobre el futuro del proyecto. Mike Petterson, director ejecutivo de la compañía, ha declarado que aunque el inicio de la travesía se ha retrasado, el proyecto de ofrecer una experiencia única a sus residentes sigue siendo una realidad inminente. “Estamos cerca de iniciar la aventura. Y aunque llegamos tarde, la visión y el sueño de nuestros residentes se convertirán en realidad”, explicó Petterson en una entrevista con la BBC.
Petterson subraya que el Odyssey es el primer crucero residencial “asequible”, lo que lo diferencia de otras opciones de lujo disponibles en el mercado. Según él, cuando se es pionero en algo, los contratiempos son inevitables, pero la compañía está comprometida a superar estos desafíos. “No miramos a los próximos días o semanas, estamos centrados en el resto de nuestras vidas y en lo que esta compañía hará por los residentes y la industria”, afirmó con confianza.
La empresa ha intentado minimizar la ansiedad de los pasajeros afectados por los retrasos, organizando actividades, viajes alternativos y ofreciendo alojamiento en hoteles mientras esperan que el crucero esté listo para zarpar. A pesar de los inconvenientes, Villa Vie Residences sigue enfocada en cumplir su promesa de una experiencia de vida en el mar, resaltando que los desafíos actuales son solo un obstáculo temporal en una travesía mucho más amplia.
Vida a bordo y propiedad de camarotes
Una de las características más atractivas del Odyssey es la posibilidad de adquirir un camarote en propiedad, lo que permite a los pasajeros no solo embarcarse en la travesía de tres años, sino también permanecer a bordo más allá de este período. Esta oferta ha atraído a personas como Holly Hennessey, quien se considera una de las fundadoras del proyecto. Holly, que compró su camarote para cumplir su sueño de vivir en el mar, expresó su entusiasmo por esta oportunidad, a pesar de los retrasos. “Siempre quise vivir en un barco y será un sueño hecho realidad para mí”, comentó, agradeciendo además la acogida de Belfast durante esta espera prolongada.
Los camarotes, que pueden costar entre 100.000 y 900.000 dólares, ofrecen espacio suficiente para una cama doble, una pequeña sala de estar, un balcón y, en el caso de Hennessey, incluso un lugar para su gato. Para los propietarios, el Odyssey no es simplemente un viaje, sino una nueva forma de vida, donde pueden disfrutar de todas las comodidades y servicios a bordo mientras recorren el mundo.