En el norte de Tailandia, una granja de cocodrilos en la provincia de Lamphun se enfrentó a una decisión difícil cuando las fuertes inundaciones erosionaron el muro de su recinto, poniendo en peligro a los vecinos de la zona. A raíz de este riesgo, la granja optó por sacrificar a 125 cocodrilos adultos para prevenir una posible fuga. El dueño del criadero, Natthapak Khumkad, explicó que el daño causado por las lluvias a la estructura del muro dejaba abierta la posibilidad de que los reptiles escaparan, lo que representaría una grave amenaza para la población cercana.
Un criadero de cocodrilos confirmó el martes 24 de septiembre que ha tenido que sacrificar a 125 de estos reptiles ante el temor de que se escaparan después de que las inundaciones erosionaron un muro del recinto. “Hay más de 700 cocodrilos en total en la granja. Decidimos sacrificar a 125 cocodrilos (adultos)”, explicó a EFE por teléfono Natthapak Khumkad, que sacrificó los cocodrilos en su criadero en la provincia de Lamphun (norte). “Las fuertes lluvias provocaron la erosión del muro, haciéndolo más vulnerable al derrumbe, lo que podría suponer un peligro para los vecinos”, agregó el tailandés.
Este sacrificio fue necesario ante el deterioro progresivo de las condiciones de seguridad debido al temporal que azotó la región. La decisión, aunque difícil, fue considerada la mejor forma de proteger a la comunidad ante el temor de que el muro finalmente cediera y los cocodrilos pudieran escapar.
Las inundaciones que obligaron al sacrificio de los cocodrilos en Lamphun tienen su origen en el tifón Yagi, un fenómeno meteorológico que, tras causar estragos en Filipinas, China y Vietnam, llegó a Tailandia convertida en depresión tropical. El norte del país fue una de las regiones más afectadas, sufriendo graves inundaciones y tamaños de tierra. Al menos diez personas perdieron la vida como resultado del temporal, que también dejó a numerosas comunidades afectadas antes de continuar su curso hacia Birmania.
El tifón Yagi, junto con las lluvias torrenciales que trajo consigo, erosionó las infraestructuras en varias partes del norte de Tailandia, incluyendo los muros de la granja de cocodrilos en Lamphun, lo que puso en riesgo tanto a los residentes como a los animales de la zona.
Este tipo de fenómenos meteorológicos es frecuente en la región durante la temporada de monzones, intensificando las preocupaciones sobre la vulnerabilidad de las infraestructuras locales y los riesgos que implican para las poblaciones cercanas.
En Tailandia habitan dos especies de cocodrilos: el cocodrilo siamés ( Crocodylus siamensis ) y el cocodrilo de agua salada ( Crocodylus porosus ). Ambas especies se encuentran catalogadas como en peligro de extinción en su estado salvaje debido a la caza furtiva y la pérdida de hábitat. Sin embargo, en el país existen decenas de millas de ejemplares en granjas, donde son criados principalmente con fines comerciales.
El cocodrilo siamés es nativo del sudeste asiático y está particularmente amenazado, con sus poblaciones salvajes reducidas a pequeñas áreas en algunos países, incluidos Tailandia y Camboya. Mientras tanto, el cocodrilo de agua salada, conocido por ser una de las especies de cocodrilos más grandes del mundo, tiene una mayor presencia en zonas costeras y manglares de la región.
A pesar de su estatus crítico en la naturaleza, las granjas de cocodrilos en Tailandia aseguran la supervivencia de estos animales en ambientes controlados, aunque la cría en cautiverio no siempre garantiza la recuperación de las poblaciones salvajes.
En Tailandia, las granjas de cocodrilos son una parte importante de la economía local, donde los reptiles se crían principalmente con fines comerciales. En estas instalaciones, los cocodrilos son aprovechados para la venta de su carne y piel, ambos productos altamente valorados tanto en mercados nacionales como internacionales.
La piel de cocodrilo, en particular, es uno de los productos más cotizados por su uso en la industria de la moda para la fabricación de artículos de lujo como bolsos, zapatos y cinturones. Además, la carne de cocodrilo se consume en varias regiones de Asia, considerada una delicia exótica y apreciada por su valor nutritivo.
Además de su valor comercial, las granjas de cocodrilos también desempeñan un papel en la industria turística del país. En muchas de ellas, los turistas asisten a espectáculos en los que los domadores realizan arriesgadas exhibiciones con los reptiles, introduciendo sus cabezas en las fauces de los cocodrilos, lo que añade una faceta de entretenimiento a la explotación de estos animales.
Aunque estas prácticas han suscitado críticas por razones de bienestar animal, las granjas de cocodrilos siguen siendo una fuente de ingresos significativa para Tailandia, particularmente en áreas rurales donde las oportunidades económicas son limitadas.