El día a día de Isabelle Pepin, una residente de Southbourne, una tranquila localidad de Bournemouth, en Inglaterra, dio un giro inesperado cuando recibió una multa de £ 500 libras (casi USD 660) por lo que ella consideraba un simple acto de reutilización comunitaria.
Pepin, diseñadora gráfica y artista, decidió dejar afuera de su casa un armario que ya no necesitaba para que alguien que lo necesitara lo recogiera, una práctica común en la zona. Lo que comenzó como un gesto para evitar el desperdicio y fomentar el reciclaje, terminó con una sanción por vertido ilegal.
Pepin dejó el armario, que previamente se utilizaba para guardar juguetes en la habitación de su hijo, fuera de su vivienda. Pasados cinco días, un funcionario del Ayuntamiento de Bournemouth, Christchurch y Poole (BCP) tocó a su puerta para advertirle que debía retirar el mueble, según información del medio británico Sky News.
En respuesta, lo llevó de vuelta a su propiedad, y luego se deshizo del mueble. Pero el incidente no terminó allí. Tres semanas después, recibió la visita de otro agente, quien llevaba una cámara corporal. Le informó que había sido multada por infracción de las normativas locales sobre residuos. “Me leyó el discurso de advertencia, lo que me puso muy nerviosa. Y luego me impuso una multa de £ 500 por vertido ilegal”, le contó a Sky News.
Pepin, sorprendida, afirmó que siempre había considerado que este tipo de acciones eran un gesto positivo para la comunidad. “He estado viviendo aquí durante 12 años y he hecho esto durante 12 años, y nunca he tenido ninguna queja o indicación de que fuera algo ilegal”, contó a la BBC.
Respuesta de la comunidad y concejales
La comunidad local no tardó en reaccionar al conocer la situación de Pepin. Tras la imposición de la multa por vertido ilegal, varios vecinos expresaron su sorpresa y se solidarizaron con ella, según información de Sky News. Ofrecieron un respaldo que fue crucial en su proceso de apelación.
Según la mujer, muchos residentes de la zona realizaron prácticas similares durante años, y dejaron objetos en buen estado fuera de sus casas para que otros pudieran reutilizarlos, sin tener conciencia de que esto podía ser interpretado como una infracción.
El apoyo de la comunidad no se limitó a vecinos anónimos. Algunos concejales locales también se sumaron a las muestras de solidaridad. Uno de estos concejales, Jeff Hanna, criticó abiertamente la severidad de la sanción y el enfoque autoritario adoptado por el consejo en su propia jurisdicción.
“Me resulta difícil aceptar que esto sea un vertido ilegal y creo que una multa de £ 500 es excesiva. He dicho a los agentes que creo que, como mucho, deberían haberles dado una advertencia amistosa”, dijo según Daily Mail, otro medio británico.
“Esperamos que el proceso de apelación tenga éxito y se retire la multa”, aseguró en Sky News.
El impacto de la situación en Pepin
El impacto personal que sufrió la mujer tras recibir la multa fue considerable, tanto emocional como financieramente. En su relato, explicó cómo la inesperada visita del funcionario equipado con la cámara corporal y un tono intimida la hizo sentir vulnerable y nerviosa.
“Luego me dijo que la pena máxima era de £ 50.000 y una pena de prisión. Normalmente soy una persona bastante segura de mí misma, pero a esas alturas estaba temblando y en pánico”, le contó sobre su experiencia a Daily Echo, un medio de Bournemouth.
Luego agregó: “Me dijo que tenía que darle mi nombre y dirección y que estaría cometiendo otro delito si no lo hacía. Luego imprimió un ticket, diciendo que tenía 14 días para pagar £500 o el monto subiría a £1.000″.
La interacción también fue angustiante para su hijo, Bear, de ocho años, y dos personas más que estaban con ella en el momento. “Una vez que se fue, mi madre y una amiga, que estaban en el comedor, me preguntaron qué estaba pasando y tampoco lo podían creer. Fue realmente una experiencia horrible”.