Desde Tel Aviv.- Lucy Aharish trabaja en uno de los canales de televisión más importantes de Israel, pregunta de manera incisiva y no tiene miedo de hablar a cámara para decir dolorosas verdades a los árabes y también a los judíos israelíes. Llega primero al encuentro con Infobae y otros periodistas latinoamericanos. Tsahi Halevi, actor de la exitosa serie Fauda y soldado reservista, se incorpora a la conversación minutos más tarde: alguien tiene que llevar al pequeño Adam, el hijo de ambos, al colegio.
Sentados uno al lado del otro se miran, se admiran y cada uno tiene un potente mensaje para dar. Sin embargo, el testimonio de ellos dos juntos es el que más inspiración brinda: son una pareja mixta en un país y en culturas donde apostar a esta unión no es fácil.
“El día después de nuestro matrimonio todo Israel tenía algo para opinar. El Parlamento, los programas de televisión, la gente en la calle... Si estaba bien, si no estaba bien, si era el final para los judíos…”, cuenta en tono divertido Lucy pero pintando la realidad de una sociedad con minorías y profundas divisiones y debates internos.
Ser una pareja mixta en varias sociedades es difícil, pero a ellos se le sumó su vida pública: ambos son muy conocidos en Israel. “Mantuvimos cuatro años en secreto la relación. Para mi familia ella era una buena amiga de mi hermana”, cuenta Tsahi. “En mi casa él era un muy, muy, muy buen amigo”, agrega con complicidad Lucy.
“Yo me enamoré, nunca pensé si estaba saliendo con un judío o con un musulmán. Pero es cierto que no es lo más común, a nuestras familias les llevó tiempo procesarlo”, cuenta Lucy.
Después de varios años de una relación discreta, ella fue la primera en animarse a contárselo a la familia. Encaró al padre y le dijo: “Quiero preguntarte algo, ¿si un día traigo a un judío como marido, qué pensarías? Recuerdo que mi mamá se cubrió el rostro con las manos, mi papá prendió un cigarrillo y el humo quedó en el pecho, no le salía la voz”, describe la periodista e imita al padre con enorme cariño.
El padre finalmente respiró, conocía a su hija y sabía que “podía traer sorpresas”. Rápidamente se dio cuenta de que la cosa venía en serio pero antes de terminar la conversación “le salió el árabe de adentro”, relata ahora mucho más relajada Lucy. “Yo digo sí, pero quiero que su papá venga a mi casa, se siente y hable conmigo”, le contestó. Al padre de Tsahi le tomó un año concertar la cita…
“Mi papá trabajó en el Mossad israelí —el servicio de inteligencia—, nació en Israel, viene de familia de rabinos, de muchas generaciones… Era todo como muy pesado”, cuenta Tsahi. “Pero el día del casamiento, que hicimos una pequeña ceremonia civil, tomó el micrófono sorpresivamente y dijo: ‘Cuando los veo a ustedes, a sus amigos y veo el amor que se tienen, no me importa nada. Les doy mi bendición’”.
Hoy los padres de Lucy asisten a la ceremonia de las Pascuas judías en lo de Tsahi y el actor fue el único judío en el cementerio durante el funeral del hermano de su suegro, y recibió el pésame de toda la comunidad como un miembro más de la familia.
Aun así, no pintan la relación como un cuento de hadas. Tuvieron un camino difícil y saben que seguirá siendo duro. “Pero veo las fotos de mi hijo con sus abuelos y pienso que ya gané”, sonríe Lucy.
El pequeño Adam habla árabe, hebreo, inglés y francés. No es judío ni musulmán. En su partida de nacimiento, en el apartado religión dice “nada”: “Será su decisión, nosotros lo educamos y lo criamos en las dos culturas y religiones”.
Tsahi, que en Fauda interpreta a Naor, miembro de una Mista’arvim, la unidad antiterrorista de las Fuerzas de Defensa de Israel que opera de manera encubierta en territorios palestinos, desde octubre pasado combina su vida artística con el Ejército. La guerra está a la vuelta de la esquina para él. Pasa tres o cuatro días en Gaza y vuelve a buscar a su hijo al colegio, a una hora de la Franja. Para Tsahi, combatir es “defender a sus amores” y se nota el sentimiento de responsabilidad que tiene. También, como artista dice que quiere tender puentes.
Lucy desde el minuto uno del ataque del 7 de octubre diferenció públicamente a los terroristas de Hamas de los palestinos y exige que se piense en el futuro, en el día después de la guerra, porque “matar 30.000 terroristas no garantiza nada”. Y enfatiza: “Sin un plan, habrá 150.000 terroristas más”.
Para la periodista, el 20% de la población árabe israelí es clave en este escenario. “Yo creo que la mayoría judía no se da cuenta de lo cruciales que somos, pero los árabes israelíes tampoco se dan cuenta de cuán importantes podemos ser para la resolución del conflicto”.
Remarca que se necesita de líderes israelíes que quieran resolver el conflicto, “que vean que tenemos una ventana de oportunidad y no se la pierdan”. “Yo soy israelí, no tengo otra nacionalidad, esta es mi tierra y la voy a defender”, agrega.