Los Jardines del Castillo de Antrim, en Irlanda del Norte, quedaron en el centro de una polémica por la instalación de una escultura de bronce de la reina Isabel II, sus queridos corgis y su esposo, el Príncipe Felipe. Esta estatua, creada por el artista de Belfast Anto Brennan y presentada en septiembre de 2024, se concibe como una representación simbólica de la pareja real en un entorno que conecta con su vida privada y pública.
La reina aparece acompañada de dos corgis en un guiño a su profunda afición por los animales, especialmente los perros de esta raza. El Príncipe Felipe aparece junto a ella, y ambos representan una época temprana en la vida de la pareja. La ubicación de la estatua en los Jardines del Castillo de Antrim no es casual: son un lugar de encuentro y paseo para los locales. El contexto histórico y paisajístico de los jardines resalta la figura de la Reina en un entorno que parece dialogar con su vida fuera del protocolo real, más relajada y cercana a sus intereses personales.
Sin embargo, más allá de los aspectos técnicos de la obra, la representación ha suscitado gran controversia. Algunos consideran que la estatua no logra captar con precisión los rasgos faciales de Isabel II, un detalle crucial en este tipo de homenajes.
Debate en las redes sociales y medios
La inauguración de la estatua fue comentada en las redes sociales y los medios locales. En cuanto las primeras imágenes del monumento fueron compartidas por el Consejo de Antrim y Newtownabbey en su cuenta de Facebook, las reacciones no se hicieron esperar. Los usuarios expresaron opiniones divididas sobre la calidad artística y la fidelidad de la representación. Las críticas más severas se centraron en la falta de similitud de la estatua con Isabel II, señalando que los rasgos faciales no lograban capturar su verdadera esencia. Algunos comentarios incluso compararon la figura con personajes de la cultura popular, como Mrs. Doubtfire (que protagonizó Robin Williams en Papá por siempre) lo que alimentó aún más la controversia.
Ante la ola de comentarios negativos, el consejo decidió desactivar la sección de comentarios en su publicación, una medida que indicaba la intensidad del debate en línea. Las redes sociales, con su capacidad para amplificar las opiniones individuales, se convirtieron rápidamente en un escenario de polarización en torno a la obra. Mientras algunos usuarios reconocían la importancia del homenaje, otros exigían una revisión o incluso la retirada del monumento, argumentando que una figura tan emblemática como la reina merecía una representación más precisa.
Opinión del Consejo de Antrim y Newtownabbey
Frente a las críticas, el Consejo de Antrim y Newtownabbey ha mantenido una postura defensiva pero conciliadora, enfatizando que las opiniones sobre el arte son, en gran medida, subjetivas. En un comunicado oficial, el Consejo aseguró que la estatua había sido “bien recibida por la mayoría” de quienes la vieron en persona, y que los comentarios negativos no reflejaban el sentimiento general de la comunidad. Para ellos, la escultura no debe ser evaluada exclusivamente por su precisión en los detalles, sino por lo que representa: un tributo a la vida y legado de la reina Isabel II.
El alcalde Neil Kelly, presente durante la inauguración, calificó la obra como una “bella estatua” que capturaba la “gracia y firmeza” de la Reina, cualidades que definieron su reinado. Además, el Consejo destacó que, como ocurre con muchas obras de arte públicas, es normal que provoquen diversas reacciones. En su declaración, subrayaron que el arte tiene el poder de suscitar opiniones divergentes, lo que no disminuye su valor como herramienta de memoria colectiva.
Por otro lado, el creador de la escultura, Anto Brennan, se ha mantenido relativamente discreto ante las críticas. Es conocido en Irlanda del Norte por sus trabajos anteriores, especialmente por sus piezas satíricas que incluyen conjuntos de ajedrez con figuras políticas locales. En este caso, su trabajo ha sido descrito como una reinterpretación personal de la reina y el príncipe Felipe en una etapa más juvenil de sus vidas, lo que podría explicar parte de las críticas hacia la estatua, ya que la representación no coincide con la imagen más reciente de la monarca en los últimos años de su vida.