La propuesta de trabajo de cuatro días a la semana en el Reino Unido ha suscitado opiniones divididas entre políticos, empresarios y trabajadores. Este plan, que forma parte de una serie de reformas enfocadas en aumentar la flexibilidad laboral, busca permitir que los empleados soliciten comprimir sus horarios laborales en solo cuatro días en lugar de cinco, manteniendo las horas de trabajo semanales.
Según la información de los mediso locales, los trabajadores tendrían que completar sus horas contratadas para recibir su salario completo, pero podrían solicitar comprimir sus horas en una semana más corta.
La medida, promovida por el gobierno del Partido Laborista, tiene el objetivo de aumentar la productividad y facilitar el regreso de más personas al mercado laboral. Baroness Jacqui Smith, ministra de Educación, declaró a LBC que “el trabajo flexible es en realidad bueno para la productividad”.
El Departamento de Negocios y Comercio aseguró que “cualquier cambio en la legislación laboral será consultado, trabajando en asociación con las empresas”. Sin embargo, no todas las reacciones han sido positivas. Kevin Hollinrake, secretario de negocios sombra conservador, afirmó que “las empresas están petrificadas por los planes”.
El pasado junio, Daily Telegraph informó sobre estas propuestas, señalando que los trabajadores todavía tienen el derecho de pedir horarios flexibles desde el inicio de un empleo, aunque las empresas no están obligadas a aceptar estas solicitudes si tienen una razón comercial válida. La reforma busca robustecer este derecho y hacer más difícil para los empleadores rechazar peticiones de trabajo flexible sin una justificación adecuada. Charlie Thompson, socio laboral en el bufete de abogados Stewarts, expresó que “una posibilidad es que el gobierno haga más difícil para los empleadores rechazar tales solicitudes”.
Los retos a la hora de la práctica
No obstante, varios casos recientes muestran los desafíos de implementar un esquema de trabajo de cuatro días. En julio, la cadena de hipermercados Asda abandonó su prueba de semanas laborales comprimidas tras quejas de su personal sobre la excesiva demanda de turnos más largos. De manera similar, Morrisons también retiró este modelo para sus empleados de oficina debido a la retroalimentación negativa.
Por otro lado, algunos sectores han visto resultados positivos. En 2022, varias empresas del Reino Unido participaron en un ensayo de seis meses donde los trabajadores recibieron sueldos completos por trabajar menos horas. La consultora ambiental Tyler Grange adoptó este patrón laboral, y su director general, Simon Ursell, dijo a BBC que “el primer mes del ensayo fue ‘un poco como una montaña rusa’”, pero finalmente la jornada reducida aumentó la felicidad del personal y atrajo más solicitantes.
Desde una perspectiva empresarial, Matthew Percival, director de Future of Work en la Confederación de la Industria Británica (CBI), comentó a Ireland Live que “los arreglos de trabajo flexible dependen del trabajo”, y que podría ser complicado para algunas empresas satisfacer las demandas del cliente si muchos trabajadores optan por la misma flexibilidad. Añadió que “las empresas apoyaron hacer del trabajo flexible un derecho desde el primer día porque las buenas conversaciones sobre lo que puede ser mutuamente beneficioso no deberían retrasarse indebidamente”.
A pesar de los argumentos en contra, defensores del trabajo flexible como Paul Nowak, secretario general del Congreso de Sindicatos, destacan que “los buenos empleadores ya reconocen los beneficios que el trabajo flexible puede traer a sus plantillas y negocios, ya sea a través del aumento de la productividad del personal o una mayor retención”.
Mientras la propuesta del Partido Laborista de un trabajo de cuatro días continúa generando debate, sus defensores creen que puede traer beneficios en términos de productividad y bienestar, siempre y cuando se equilibran las necesidades de los trabajadores con las capacidades operativas de las empresas. La discusión sobre estas reformas seguirá avanzando, con detalles más específicos esperados en el otoño europeo cuando la legislación comience su proceso en el Parlamento.