Los ataques de delfines a bañistas en las playas de Fukui, Japón, han aumentado significativamente desde 2022, con numerosos incidentes reportados esta temporada. Según el medio local, Kyodo, las autoridades niponas han registrado un notable incremento en las agresiones, particularmente en la península de Tsuruga. Este año, dieciocho personas han sido mordidas, cifra superior a las cinco del año pasado. En el 2022 hubo un sólo caso.
Entre las víctimas, un niño de primaria necesitó una más de veinte puntos de sutura en los dedos debido a las mordeduras de un cetáceo. A su vez, las playas más septentrionales y meridionales de la región también han sido escenario de ataques, lo que sugiere que el delfín responsable podría estar pasando más tiempo alrededor de estas áreas.
De acuerdo con el sitio de noticias local, The Mainichi, en 2022 al menos seis personas fueron mordidas por un delfín mular del Indo-Pacífico (Tursiops aduncus), y el incidente más grave requirió 14 puntos de sutura. En la bahía de Wakasa, al oeste de Tokio, los ataques han herido a al menos 47 personas desde entonces. La mayoría de las lesiones han sido mordeduras leves en las manos, pero algunas personas fueron hospitalizadas con huesos rotos o heridas que necesitaron puntos de sutura.
La Guardia Costera ha emitido recomendaciones a los bañistas, aconsejándoles evitar acercarse a los delfines y salir del agua si los avistan. Además, playas de la región han comenzado a instalar dispositivos que emiten ondas de ultrasonidos para disuadir a los cetáceos. “Los delfines suelen ser criaturas tranquilas, pero pueden morderte hasta hacerte sangrar con sus dientes afilados, arrastrarte bajo el agua y, en el peor de los casos, poner en peligro tu vida”, advirtió Shoichi Takeuchi, responsable de los guardacostas.
En cuanto a la causa de estos ataques, las elucubraciones abundan. Un análisis sugiere que delfines mulares o de cuello de botella, conocidos por ser animales sociales que interactúan físicamente entre ellos mediante mordidas, podrían ser responsables. Una hipótesis sugiere que un único ejemplar podría ser el agresor, ya que la aleta de un delfín ha sido identificada en múltiples incidentes. “Probablemente, se trate del mismo individuo”, declaró al canal de televisión japonés, NHK, Tadamichi Morisaka, profesor de cetología en la Universidad de Mie.
Giovanni Bearzi, zoólogo y presidente de Dolphin Biology Conservation, explicó al medio LiveScience: “Una parte del problema puede ser que algunos humanos tienden a verlos como mascotas, o como animales invariablemente ‘amables’, a veces pasando por alto los riesgos que implica tratar con la vida salvaje”. Los delfines pueden volverse agresivos si se sienten amenazados o acostumbrados a recibir comida.
Putu Mustika, profesor e investigador marino de Australia, mencionó a The New York Times que los delfines pueden atacar si perciben que los humanos ignoran las señales de advertencia que emiten. “Con los nadadores humanos, los delfines pueden enviar advertencias acústicas y de otro tipo que los nadadores no detectan o interpretan correctamente. Es decir, los delfines pueden decirles primero a los nadadores que ‘se vayan’, y como los nadadores no lo hacen, se desencadena un ataque”, explicó.
Otro factor a considerar podría ser el comportamiento de apareamiento del delfín. Ryoichi Matsubara, director del Acuario Echizen Matsushima en Fukui, explicó que el delfín podría estar actuando así por motivos de apareamiento. “En 2022 y 2023 se observó tratando de ‘presionar sus genitales’ contra las personas”, narró. Los delfines mulares pueden ser animales increíblemente fuertes y su comportamiento de apareamiento puede llegar a ser violento, lo que incrementa el riesgo de lesiones a los humanos.
Esta situación inusitada refleja la complejidad de la interacción entre humanos y vida marina. A medida que la gente sigue movilizándose en áreas habitadas por delfines, es vital recordar que los cetáceos, aunque a menudo nadan amigablemente alrededor de las embarcaciones y nadadores, son animales salvajes. Como resumió Matsubara: “La gente saldría corriendo si se tratara de un oso. No hay diferencia entre los delfines y los osos en términos de capacidad destructiva. Los expertos les tenemos miedo, pero la gente que no lo sabe piensa que son adorables”.