En lo profundo del desierto del Sáhara, un gigantesco tren se traslada a lo largo de una ruta de más de 700 kilómetros, uniendo las minas de hierro de Zuérate con el puerto de Nuadibú en la costa atlántica de Mauritania. Este tren, conocido como el tren del mineral de hierro o tren del desierto, no es solo uno de los más largos del mundo, sino también uno de los más cruciales para la economía de un país donde el mineral de hierro se erige como pilar del Producto Bruto Interno (PBI). Desde su inauguración en 1963, ha sido un símbolo de resistencia y vitalidad en una región marcada por las duras condiciones climáticas y los conflictos territoriales.
Origen, operación y características del tren
El tren del desierto de Mauritania fue creado con un propósito claro: conectar las ricas minas de hierro situadas en Zuérate, una remota localidad en el interior del desierto, con Nuadibú, el principal puerto del país. Este recorrido de 704 kilómetros es esencial para la exportación de miles de toneladas de mineral de hierro, un recurso que ha impulsado el crecimiento económico de Mauritania a lo largo de décadas.
A lo largo de su historia, el tren ha enfrentado numerosos desafíos, incluyendo la necesidad de redirigir su ruta para evitar zonas controladas por el Frente Polisario, un movimiento de liberación saharaui que lucha por la independencia del Sáhara Occidental. A pesar de estos obstáculos, el tren sigue siendo la columna vertebral del transporte de recursos minerales en la región.
El tren del desierto de Mauritania es una verdadera maravilla de la ingeniería. Con más de 200 vagones que transportan hasta 84 toneladas de mineral de hierro cada uno, este tren puede alcanzar una longitud total de 3 kilómetros en su recorrido completo. La magnitud de su operación lo convierte en uno de los trenes más largos y pesados del mundo. A pesar de su tamaño, la frecuencia de sus viajes no sigue un horario fijo, ya que el tren parte únicamente cuando está completamente cargado y regresa una vez ha descargado su carga en el puerto. Este funcionamiento flexible, junto con las extremas condiciones del desierto, hace que el viaje sea impredecible y desafiante, tanto para los operadores del tren como para los pocos pasajeros que se atreven a subir a bordo.
El funcionamiento del tren no ha sido ajeno a grandes desafíos, muchos de ellos ligados a la geografía y las tensiones políticas de la región. Uno de los obstáculos más importantes que ha enfrentado el tren fue la necesidad de desviar su ruta original tras el cierre del túnel de Choum. Este cierre se debió a la toma del territorio por parte del Frente Polisario, el movimiento de liberación del Sáhara Occidental. Para evitar pasar por zonas bajo control de este grupo, se añadieron 5 kilómetros a la ruta, un desvío fundamental para mantener la operación del tren y, con ello, la exportación del mineral de hierro, que es fundamental para la economía de Mauritania.
Además de los desafíos políticos, el tren debe enfrentar las extremas condiciones del desierto. Las temperaturas pueden superar los 45°C durante el día y descender abruptamente por la noche, haciendo del viaje una experiencia agotadora tanto para la maquinaria como para las personas. Las tormentas de arena son otro problema recurrente, con el potencial de dificultar la visibilidad y dañar los sistemas operativos del tren. A pesar de estas condiciones adversas, el tren sigue siendo un medio de transporte vital para el país, operando con una resiliencia que refleja la dura realidad del entorno en el que se desplaza.
Peligros y riesgos del viaje
Viajar en el tren del mineral de hierro es una aventura que conlleva riesgos considerables, lo que le ha valido la reputación de ser uno de los trenes más peligrosos del mundo. Además de los peligros inherentes del desierto, como las temperaturas extremas y las tormentas de arena, los pasajeros deben estar preparados para la imprevisibilidad del viaje. El tren no cuenta con un horario fijo, y las salidas dependen de la carga y las condiciones del día, lo que puede prolongar la espera y aumentar las dificultades para los viajeros.
Uno de los mayores peligros es el riesgo de asaltos. A lo largo de su historia, el tren ha sido blanco de ataques, lo que añade una capa adicional de inseguridad para quienes se aventuran a bordo. Además, la falta de comodidades básicas, como sanitarios, en la mayoría de los vagones, junto con el hecho de que muchos pasajeros viajan sobre la carga de mineral, expuestos a los elementos, hace que el viaje sea físicamente extenuante y peligroso. Sin embargo, para muchos habitantes locales, el tren es la única opción de transporte asequible, y están dispuestos a enfrentar estos riesgos a cambio de la movilidad que ofrece.
Impacto del tren en la economía y sociedad de Mauritania
El tren del mineral de hierro no es solo una hazaña de ingeniería, sino también un pilar fundamental en la economía de Mauritania. El mineral de hierro, transportado desde las minas de Zuérate hasta el puerto de Nuadibú, representa una parte muy importante del Producto Bruto Interno (PBI) del país. De hecho, la exportación de este recurso es uno de los motores principales de la economía mauritana, proporcionando ingresos esenciales en un país que enfrenta múltiples desafíos económicos.
La Société Nationale Industrielle et Minière (SNIM), que opera el tren, es una de las principales empresas del país y una fuente de empleo para cientos. Los ingresos generados por la exportación del mineral permiten a Mauritania sostener su economía y financiar proyectos de desarrollo en otras áreas. Sin embargo, esta dependencia del mineral de hierro también expone a Mauritania a las fluctuaciones en los precios internacionales de los minerales, lo que puede afectar la estabilidad económica del país. El tren, al ser el medio exclusivo para transportar este recurso al puerto, juega un rol insustituible en esta cadena económica.
Más allá de su impacto económico, el tren del desierto tiene una profunda conexión con las comunidades locales, particularmente con los beduinos que habitan las áreas cercanas a las vías del tren. Estos grupos nómadas, que tradicionalmente se han movido a lo largo del desierto, han encontrado en el tren una fuente de interacción y convivencia. Algunos campamentos beduinos se han establecido cerca de las vías, aprovechando la proximidad del tren para acceder a bienes y servicios que de otro modo serían inaccesibles en las extensiones del Sáhara.
Además, otros pueblos también lo utilizan no solo para trasladarse, sino para llevar mercancías y ganado. Para ellos, el tren es más que un medio de transporte; es un vínculo vital con el resto del país. A pesar de las dificultades y peligros asociados con el viaje, el tren ofrece a las comunidades locales una conexión invaluable con el mundo exterior, permitiendo la circulación de productos, cultura y personas en una región donde la movilidad es un desafío constante.