La isla griega de Santorini, conocida por sus casas blancas, iglesias con cúpulas azules y paisajes deslumbrantes, enfrenta un problema que está provocando un creciente descontento entre sus residentes y un desafío para su logística e infraestructura. En esta isla del Mar Egeo, conocida por su belleza escénica impecable, suele recibir hasta 3.4 millones de visitantes al año, lo cual contrasta drásticamente con sus aproximadamente 20,000 residentes permanentes.
Durante la temporada alta, la afluencia de turistas se intensifica, generando que hasta 17,000 pasajeros de cruceros desembarquen en un solo día, algo que ha provocado descontento e incomodidad entre los locales. Áreas populares como Fira y Oia, especialmente renombradas por sus espectaculares atardeceres, sufren de severo hacinamiento durante las horas pico, tornando las estrechas calles empedradas y balcones al borde del acantilado en un mar de turistas buscando la mejor selfie. Pero cuando cae la noche y los turistas se retiran, la isla se transforma en un lugar casi desierto, generando una atmósfera similar a un “Times Square” fantasma, según describen algunos residentes.
Frente a esta situación, el alcalde de Santorini, Nikos Zorzos, ha propuesto imponer un límite de 8,000 pasajeros de cruceros por día a partir de 2025, una medida apoyada por el primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis, según reportó Bloomberg. Este tipo de medidas no son exclusivas de Santorini; en Venecia, Italia, se han limitado los tamaños de los grupos turísticos a 25 personas y se ha prohibido el uso de megáfonos, medidas que han tenido un impacto positivo en la recaudación fiscal de la ciudad, obteniendo alrededor de 2.64 millones de dólares en ingresos.
El fenómeno del “sobreturismo” ha sido una preocupación creciente en destinos populares que luchan por equilibrar la demanda económica del turismo con la calidad de vida de sus residentes y la sostenibilidad del medio ambiente. Sin embargo, Gianluca Chimenti, un operador turístico local y residente de Santorini durante 18 años, expresó a CNN Travel una perspectiva diferente: “El sobreturismo no existe. Lo que veo es una falta de estructuras”. Según Chimenti, la imagen de aglomeraciones extremas en Santorini, prevalente en redes sociales, no refleja la realidad diaria. “La verdad es que la isla está vacía. Ahora es como nunca antes, es la peor temporada”.
Durante meses de alta temporada como julio y agosto, las ciudades se desaniman después de las 9 p.m., con restaurantes y hoteles operando por debajo de su capacidad. Chimenti señaló que aunque los pasajeros de cruceros son necesarios, los visitantes que permanecen más tiempo también son valiosos, pero algo debe cambiar. La infraestructura de la isla, especialmente el puerto principal en Fira, está bajo una presión extrema. “Es absolutamente normal que haya filas si los cruceros llegan todos juntos”, comentó, refiriéndose al uso del teleférico como única alternativa para subir desde el Puerto Viejo.
La necesidad de diversificar las actividades turísticas es imperante. “Santorini tiene uno de los sitios arqueológicos más importantes de Europa”, agregó Chimenti. Sugirió que al dividir las visitas en diferentes partes de la isla a distintas horas, se podría reducir la sobrecarga en puntos específicos, permitiendo una experiencia más equilibrada sin aglomeraciones.
La Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA) anunció que se había reunido con el ministro griego de Asuntos Marítimos, Christos Stylianides, para discutir la problemática, incluyendo mejoras y actualizaciones en la infraestructura portuaria y servicios. Este movimiento parte de reconocer que el auge turístico afecta otras islas griegas populares como Mykonos. Según Reuters, los ingresos nacionales por turismo de Grecia aumentaron un 16% en los primeros cinco meses de este año, y se espera que 2024 supere los 33 millones de llegadas del año anterior.
Los retos que enfrenta Santorini son complejos y multifacéticos. Mientras que algunas imágenes en redes sociales pueden disuadir a potenciales turistas debido a la percepción de sobrecarga, la realidad pinta un panorama diferente. Katie Haslam, visitante reciente de Rochdale, Inglaterra, compartió su experiencia de luna de miel en la isla, planificando cuidadosamente su estancia para evitar áreas demasiado concurridas. “Fuimos a un pueblo en un acantilado a solo unos kilómetros de la capital [Fira], y fue simplemente increíble, tranquilo y maravilloso”, señalando que su experiencia estuvo lejos de las multitudes que vio solo un día en Fira.
El auge de la celebración de eventos y bodas en Santorini también da testimonio de su atractivo romántico y turístico, con varias ceremonias cada día. Algunos visitantes, como Haslam, encontraron formas de disfrutar las famosas puestas de sol desde balcones privados, evitando así la competencia por el mejor punto de observación en lugares sobresaturados.
La búsqueda de un turismo más sostenible y diversificado se ha convertido en una prioridad. “Estamos en una fase de transición”, afirmó un representante de CLIA, mencionando la fuerte demanda por itinerarios griegos más variados para aliviar la presión en puntos turísticos populares. Actualmente, dos tercios del turismo de cruceros en Grecia se concentran en Pireo, Santorini y Mykonos.
El reto de administrar una joya turística como Santorini radica en encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación del bienestar de sus residentes y su entorno natural. La implementación de medidas como la limitación de visitantes y la diversificación de actividades turísticas podría ser clave para lograr un desarrollo sostenible que beneficie tanto a los residentes como a los millones de visitantes que anhelan descubrir su encanto.