Los espectaculares templos subterráneos de Lalibela en Etiopía

Las teorías sobre la construcción de las iglesias mezclan historias de ayuda divina con evidencias arqueológicas que intrigan a estudiosos y visitantes

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Las iglesias subterráneas de Lalibela fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1978 (Shutterstock).
Las iglesias subterráneas de Lalibela fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1978 (Shutterstock).

Lalibela, un lugar sagrado para millones de cristianos ortodoxos, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1978. Etiopía, país oficialmente cristiano desde el año 330 d.C., se presenta como uno de los seguidores más antiguos de esta religión en el mundo. La fe ha perdurado a lo largo de los siglos, evidenciada en las majestuosas iglesias monolíticas de Lalibela que están insertadas dramáticamente en el paisaje montañoso.

Estos templos no solo son un punto de peregrinación para los cristianos ortodoxos etíopes, sino que también despiertan el interés de turistas y estudiosos que desean comprender mejor el contexto religioso y arquitectónico que los rodea. Las iglesias, algunas completamente subterráneas, se conectan mediante túneles y pasajes, creando un complejo laberinto que sorprende por su precisión y majestuosidad.

Cada año, numerosas festividades religiosas se llevan a cabo en estos templos subterráneos, llenando el aire con cantos, incienso y una atmósfera espiritual única. La magnificencia y el misterio de estos templos hacen de Lalibela un destino obligado para quienes buscan explorar la rica herencia cultural de Etiopía, convirtiéndolo en un lugar de reverencia y asombro continuo.

La historia detrás de se creación y su arquitectura

Existen diversas teorías sobre quiénes construyeron estos famosos templos. La hipótesis más aceptada, según un pequeño museo cerca de las iglesias, sostiene que fueron erigidas bajo las órdenes del rey Lalibela, emperador de Etiopía a finales del siglo XII y principios del XIII, después de visitar Jerusalén en 1187. Sin embargo, el museo exhibe solo una frágil azuela, una herramienta en forma de hacha, como evidencia de los métodos de construcción antiguos. Incluso contando con 900 años de desgaste, la herramienta parece más adecuada para arrancar malas hierbas que para tallar roca sólida.

Las iglesias, esculpidas en el siglo XII, conectan mediante túneles sorprendentes (Shutterstock).
Las iglesias, esculpidas en el siglo XII, conectan mediante túneles sorprendentes (Shutterstock).

La trascendencia de estas edificaciones también reposa en las leyendas que las rodean. Miles de fieles que asisten diariamente a los servicios en las iglesias creen en una explicación más divina: que el rey Lalibela fue ayudado por un ejército de ángeles que completaron las 11 iglesias en una sola noche. Desde la distancia, el único signo visible de estos templos subterráneos es el flujo constante de personas que entra y sale por las grietas en el terreno.

Una de las más destacadas es Biete Giyorgis, con su forma cruciforme que solo se puede apreciar completamente desde arriba. Esta estructura se sumerge 40 metros en la tierra y está coronada por una cruz copta, siendo un icono de la capacidad de resistencia a lo largo de los siglos. Las paredes escarpadas de Biete Giyorgis han sido bronceadas a lo largo del tiempo y la estructura sigue sumergida en el abismo que la rodea.

No todas las iglesias han resistido los elementos de la misma manera. Biete Medhane Alem, considerada la iglesia monolítica más grande del mundo, está protegida por una plancha de metal proporcionada por la UNESCO para evitar una mayor erosión. Allí, las grietas en las paredes de Biete Abba Libanos son alarmantes. La erosión y el deterioro de estas estructuras han generado dudas sobre su origen divino. Sin embargo, para los peregrinos, la fe sigue siendo el núcleo que mantiene viva la esencia de estos santuarios.

Cómo es un día en Lalibela

En Lalibela, el día comienza temprano, con el alba pintando el cielo de suaves tonos naranjas y rosados. Los habitantes se despiertan con el sonido de campanas y cánticos provenientes de las numerosas iglesias talladas en roca que dominan el paisaje de la ciudad. La devoción es palpable en cada rincón, y muchos residentes se dirigen a los templos para asistir a los servicios matutinos.

El sitio sigue siendo un importante destino de peregrinación y turismo (REUTERS)
El sitio sigue siendo un importante destino de peregrinación y turismo (REUTERS)

En los estrechos pasadizos que conectan las iglesias, es común ver a fieles despojándose de sus calzados antes de entrar a los templos sagrados. Entrar en Biete Golgotha Mikael, considerado el sitio de sepultura del propio rey Lalibela, donde una alfombra roja raída apenas enmascaraba la fría piedra bajo sus pies. Es en esos momentos de reflexión y oración cuando los visitantes sienten una profunda conexión espiritual con el lugar.

En el interior de estos templos, los fieles participan en rituales de oración y canto, envueltos en el humo del incienso y el suave murmullo de los salmos. Los servicios religiosos, conducidos por sacerdotes ortodoxos vestidos con túnicas blancas y coloridas sombrillas, son ceremonias solemnes que combinan antiguos rezos etíopes y lecturas bíblicas.

A lo largo del día, las iglesias permanecen abiertas para los peregrinos y turistas que llegan de todas partes del mundo. La comunidad local, aunque humilde, se muestra acogedora, ofreciendo orientación y compartiendo historias sobre la rica historia de Lalibela y su importancia religiosa.

La comunidad local mantiene viva la devoción asistiendo a ceremonias y rituales (REUTERS)
La comunidad local mantiene viva la devoción asistiendo a ceremonias y rituales (REUTERS)

Durante las tardes, los habitantes se dedican a sus labores diarias, desde la agricultura hasta el comercio de artesanías, pero muchos regresan a las iglesias para rezar nuevamente o participar en estudios bíblicos y cantos vespertinos. Al caer la noche, el silencio vuelve a envolver la ciudad, rompiéndose solo por el ocasional toque de una campana, recordando a todos que Lalibela es, ante todo, un epicentro de fe y tradición.

Desde una perspectiva histórica y arquitectónica, Lalibela no solo es un asombroso testimonio de ingeniería medieval, sino también un símbolo viviente de la devoción cristiana etíope. Las visitas están cronometradas para no interrumpir los servicios diarios, lo que añade una capa adicional de logística para quienes desean explorar estas estructuras sagradas. Barker comentó que la observancia de estos tiempos es esencial debido a los estrechos pasadizos, a veces apenas lo suficientemente anchos para una sola persona, que conducen bajo la tierra.

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