En la tarde del 29 de marzo de 2023, Evan Gershkovich, periodista del Wall Street Journal, fue brutalmente arrestado por agentes encubiertos del temido FSB. La escena, capturada en un video revelado recientemente por el canal de propaganda controlado por el Kremlin, RT, muestra a Gershkovich siendo tomado por el cuello y empujado al suelo, donde los agentes lo esposan y lo inmovilizan con una rodilla en la espalda.
Este arresto se produjo mientras el reportero se encontraba en un restaurante en Yekaterinburg, en centro-oeste de Rusia, investigando el impacto de las sanciones occidentales en el sector industrial y de defensa ruso.
En las imágenes, se puede ver a Gershkovich tirado en el suelo, su rostro expresando una mezcla de sorpresa y dolor, mientras los agentes lo someten con una fuerza desproporcionada.
Los agentes, vestidos de civil, se movieron rápidamente. En cuestión de segundos, uno de ellos agarró a Gershkovich por el cuello, inmovilizándolo en una llave de cabeza. Otro agente lo derribó al suelo, presionando una rodilla contra su espalda mientras le colocaban las esposas.
La publicación de este video llega justo después de la liberación de Gershkovich en un intercambio de prisioneros, donde fue recibido en suelo estadounidense por el Presidente Joe Biden y la Vicepresidenta Kamala Harris.
El régimen ruso acusó a Gershkovich de espionaje, afirmando que trabajaba para los servicios secretos de Estados Unidos, una acusación que tanto el periodista como el gobierno estadounidense rechazaron vehementemente. El canal de propaganda, controlado por el gobierno de Vladimir Putin, publicó el video de la detención de Gershkovich en un aparente intento de justificar las acusaciones de espionaje. Sin embargo, la brutalidad de las imágenes deja en evidencia la represión rusa: Gershkovich estaba simplemente hablando con una fuente sobre su reportaje.
Durante su detención, se puede escuchar al contacto anónimo advirtiendo a Gershkovich sobre la naturaleza clasificada de la información, a lo que el periodista responde asegurando que no revelarán haber visto los documentos y que atribuirán la información a una fuente anónima. Esta precaución subraya el compromiso de Gershkovich con el periodismo ético y su intención de proteger a sus fuentes, contrastando con las acusaciones infundadas de espionaje.
A pesar de las pruebas insuficientes y las protestas internacionales, Evan Gershkovich fue condenado a 16 años de prisión en julio de 2023. La sentencia fue un golpe devastador no solo para él y su familia, sino también para la comunidad periodística global.
Hasta el intercambio, Gershkovich pasó casi 500 días en la infame prisión de Lefortovo en Moscú, conocida por sus duras condiciones y su historia de albergar prisioneros políticos.
Histórico intercambio
La persistente lucha por la libertad de Evan Gershkovich culminó en un intercambio de prisioneros sin precedentes entre Rusia y Occidente. El 1 de agosto de 2024, un avión que transportaba a Gershkovich y otros 23 prisioneros de diversas nacionalidades aterrizó en Ankara, Turquía, tras uno de los intercambios de reclusos más grandes y complejos desde la Guerra Fría. Este canje incluyó al exmarine Paul Whelan y a la periodista ruso-estadounidense Alsu Kurmashevas.
El momento de la liberación fue capturado en imágenes conmovedoras, en las que se ve a Gershkovich, con la cabeza rapada, siendo escoltado a bordo del avión ruso. El presidente Joe Biden confirmío el intercambio con un mensaje: “Después de soportar un sufrimiento y una incertidumbre inimaginables, los estadounidenses detenidos en Rusia están a salvo, libres, y han comenzado su viaje de regreso a los brazos de sus familias”.
Las negociaciones incluyeron a diplomáticos, espías y figuras mediáticas como Tucker Carlson y Hillary Clinton, así como a multimillonarios de Silicon Valley y oligarcas rusos. Joe Parkinson, Drew Hinshaw, Bojan Pancevski y Aruna Viswanatha de The Wall Street Journal documentaron esta historia, entrevistando a docenas de funcionarios de seguridad nacional, diplomáticos y familias de prisioneros. Los gobiernos de Estados Unidos y Alemania jugaron roles cruciales en la construcción del acuerdo final.
El caso de Gershkovich se convirtió en un símbolo de la represión contra la prensa libre en Rusia.