Desde hace unos años, los tatuajes tuvieron cambios constantes. Actualmente, se pueden ver numerosos estudios y artistas especializados en diversas técnicas. Cada vez más personas decoran su piel con verdaderas obras de arte pero poco se sabe de su orígenes.
Origen del tatuaje
Según, descubrimientos arqueológicos que se remontan a hace 5.000 años, indican que en el Neolítico, los humanos ya se tatuaban por motivos místicos, ritos de paso, o como símbolo de lucha. Por ejemplo, en el antiguo Egipto, las mujeres se tatuaban con fines religiosos. Amunet, una momia de una sacerdotisa egipcia, tenía tatuajes compuestos de líneas y puntos. Otro testimonio notable es Ötzi, una momia de más de 5.000 años de antigüedad encontrada en los Alpes. Ötzi presentaba tatuajes que, se cree, tenían poderes curativos.
Evolución en Europa
En la antigua Grecia, los tatuajes se utilizaban para marcar esclavos y criminales. Esta práctica fue adoptada en Roma, donde los tatuajes de mercenarios desertores facilitaban su identificación. En 1769, el explorador James Cook los introdujo en Europa tras su expedición en Tahití, trayendo con él la palabra “tatau”, que en polinesio significa “marcar”. En Polinesia, llevar el cuerpo tatuado era una costumbre común, representando el estatus social y valentía de la persona.
A medida que los años pasaron, los tatuajes se asociaron con los marineros, y más tarde con delincuentes y marginales. En pleno auge victoriano, en 1889, Sutherland MacDonald inauguró el primer estudio profesional de tatuajes en Londres, un hito que ayudó a que se colaran entre la élite europea.
Qué significan los tatuajes en la actualidad
El estigma negativo que rodea a los tatuajes ha cedido, y en el presente se consideran una forma de autoexpresión e identidad personal. La creciente popularidad del tatuaje ha generado una gran variedad de técnicas y estilos de tatuaje. A la par de la demanda, han surgido más estudios y profesionales capacitados, lo que ha profesionalizado aún más el sector.
Los tatuajes han transitado de ser usados para identificar y estigmatizar a ser una forma de popularizar lo que una persona quiere decir de sí misma. David Gutiérrez Castañeda, profesor de Historia del Arte en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que los tatuajes permiten a las personas apropiarse de su propio cuerpo en la búsqueda de identidad. Héctor Castillo Berthier, sociólogo del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, comenta que el tatuaje ha evolucionado de un viejo estigma hacia una forma de autoexpresión aceptada en la comunidad.
Riesgos y cuidado del tatuaje
La dermatóloga Paula Torres Camacho advierte sobre los riesgos y las infecciones posibles debido a condiciones poco higiénicas, que pueden causar desde hepatitis hasta infecciones virales graves. Asimismo, la inflamación y posibles reacciones alérgicas a los pigmentos en las tintas son elementos que deben considerarse. Siempre es fundamental acudir a profesionales con prácticas higiénicas adecuadas y cuidados post tatuaje riguroso, como humectar y proteger la piel del sol.
¿En qué zonas duele más un tatuaje?
Cuando se trata de tatuajes, el dolor es una preocupación común. Según la experiencia de tatuadoras, no se puede establecer un ranking exacto del dolor debido a la subjetividad de cada persona. Sin embargo, generalmente, las zonas del cuerpo con piel más fina y menos curtida, como el torso, los empeines, la rodilla y la parte interna del codo, tienden a ser más sensibles. María Cabanas, de Customizarte Tattoo & Piercing, elaboró un ranking de las zonas que más duelen y menos duelen al tatuar: desde los muslos, que son los menos dolorosos, hasta los empeines, que son los más dolorosos.
El dolor al tatuarse puede variar no solo por la zona del cuerpo, sino también por el grosor de la línea y la técnica del tatuador. Se describe como una sensación de quemazón continua. Para reducir el malestar, es crucial estar relajado y bien hidratado el día del tatuaje, comer adecuadamente y seguir al pie de la letra las indicaciones del tatuador sobre el cuidado posterior. Evitar calmantes o anestésicos sin consulta previa es fundamental para minimizar el riesgo de complicaciones.