Este mes se cumplieron 55 años desde que el ser humano dio un “pequeño paso” que marcó un hito en la historia de la humanidad: el alunizaje del Apolo XI. En aquel histórico 20 de julio de 1969, el astronauta Neil Armstrong se convirtió en el primer hombre en pisar la superficie lunar, seguido poco después por Buzz Aldrin. La misión fue un triunfo monumental en la carrera espacial, demostrando la capacidad tecnológica y el espíritu explorador de la humanidad.
Uno de los momentos más recordados de esa misión fue la plantación de la bandera de los Estados Unidos en la superficie lunar. Esta imagen, capturada y transmitida a millones de personas alrededor del mundo, simbolizó no solo un triunfo nacional para los norteamericanos, sino un logro colectivo del ser humano en su afán por explorar y comprender el universo más allá de nuestro planeta.
La misión del Apolo XI no solo completó el desafío propuesto por el presidente John F. Kennedy, sino que también estableció una nueva era en la exploración espacial. Además de los avances tecnológicos y científicos, el evento tuvo un profundo impacto cultural y emocional, inspirando futuras generaciones de científicos, ingenieros y soñadores a mirar hacia las estrellas.
Este momento no estuvo libre de debates y preocupaciones sobre la posesión de la Luna. Matthew Ward, profesor titular de historia en la Universidad de Dundee en Escocia, puntualiza: “La bandera estadounidense es distintivamente poderosa y parece estar presente en las imágenes de casi todos los eventos clave de la historia de Estados Unidos”. Ward subraya que las barras y estrellas representan “el espíritu, la historia y la identidad de toda una nación”.
A principios de la década de 1990, Anne Platoff, quien trabajaba para Hernandez Engineering Inc., elaboró un informe para la NASA titulado “Where No Flag Has Gone Before”. En esa entrega, Platoff explica que el izamiento de la bandera del Apolo 11 fue una actividad estrictamente simbólica debido a que los Estados Unidos eran signatarios del Tratado de las Naciones Unidas sobre el Espacio Ultraterrestre, lo cual prohibía cualquier reclamación territorial sobre la Luna. Platoff señala: “Hubo debates nacionales e internacionales sobre la idoneidad del evento”.
El izamiento de la bandera también presentó desafíos técnicos para los ingenieros de la NASA. Para superar la falta de atmósfera en la Luna, diseñaron un asta de bandera con una barra horizontal que permite que la bandera ‘ondee’ sin viento. Otros factores considerados en el diseño, según Space.com, incluyeron el peso, la resistencia al calor y la facilidad de montaje por los astronautas. Así lo revela Platoff: “Diseñaron un asta de bandera con una barra horizontal que permite que la bandera ‘ondee’ sin el beneficio del viento para superar los efectos de la falta de atmósfera de la luna”.
Buzz Aldrin, en un artículo para la revista Life, describió cómo él y Neil Armstrong lograron plantar la bandera: “Justo debajo de la superficie polvorienta, el subsuelo era muy denso. Logramos empujar el asta de la bandera solo un par de pulgadas”. Adquiriendo la bandera en Houston por apenas 5,50 dólares, el equipo enfrentó dificultades para asegurarse de que la bandera se mantuviera erecta en el suelo lunar.
Platoff, ahora bibliotecaria y vexilóloga en la Universidad de California, Santa Bárbara, subraya en Space.com que no todas las banderas plantadas en la Luna por las misiones Apolo eran del mismo tamaño. Además, la bandera del Apolo 17, plantada en diciembre de 1972, había sido exhibida previamente en la Sala de Control de Operaciones de la Misión. Platoff añade: “Las seis banderas colocadas en la Luna por los caminantes lunares del Apolo no eran todas del mismo tamaño”.
Qué pasó con la bandera plantada durante la misión del Apolo XI
Sobre el estado actual de esas banderas, Platoff considera que probablemente hayan sufrido una “podredumbre solar” debido a la exposición prolongada a la luz del sol, lo que las ha vuelto quebradizas y posiblemente desintegradas. Platoff dijo: “Lo más probable es que el nailon de la bandera se haya degradado como resultado de la exposición prolongada a la luz solar”.
Respecto a las teorías conspiracionistas que niegan la autenticidad de los alunizajes del Apolo, Platoff es enfática: “Refutar las conspiraciones falsas del alunizaje no es difícil de hacer, hay mucha evidencia que demuestra que los alunizajes del Apolo fueron reales”. Platoff también insiste en la necesidad de educar a la gente en el pensamiento crítico.
Este episodio de la historia de las banderas y la exploración espacial tiene un legado que perdura. A pesar del deterioro físico de las banderas, Platoff concluye en que “su legado como símbolo de la exploración humana del espacio permanece intacto”.