Sabemos con certeza la ubicación de seis de las siete maravillas del mundo antiguo. Sin embargo, la verdadera localización de los Jardines Colgantes de Babilonia sigue siendo un enigma. Algunos estudios recientes sugieren que su búsqueda debe dirigirse a un lugar distinto al tradicionalmente considerado.
Son siete las maravillas de este mundo de otro tiempo: las Pirámides de Giza; la Estatua de Zeus en Olimpia; el Templo de Artemisa en Éfeso; el mausoleo de Halicarnaso; el Coloso de Rodas; el Faros de Alejandría y, quizás, la más misteriosa de todas: los Jardines Colgantes de Babilonia.
Todas ellas son una instantánea de los monumentos cuyo tamaño y destreza de ingeniería asombraron a la mente clásica. Solo las Pirámides de Giza (construidas a mediados del tercer milenio antes de Cristo) permanecen intactas en la actualidad. Aunque cinco de los otros han desaparecido o están en ruinas, hay suficiente evidencia documental y arqueológica disponible para confirmar que alguna vez se mantuvieron orgullosos y no son producto de rumores o leyendas.
Sin embargo, la ubicación exacta de los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, sigue siendo un enigma sin resolver. Aunque las investigaciones recientes apuntan a que estos jardines podrían estar en un lugar diferente del que se pensaba tradicionalmente, su verdadera localización sigue siendo un misterio.
El ingeniero griego Filón de Bizancio, alrededor del año 225 a. C., incluyó a los Jardines Colgantes en su lista de las siete “cosas para ver”, junto con otros monumentos impresionantes como las Pirámides de Giza, la Estatua de Zeus en Olimpia, el Templo de Artemisa en Éfeso, el Mausoleo de Halicarnaso, el Coloso de Rodas y el Faro de Alejandría. Aunque la mayoría de estos monumentos han sido confirmados por evidencia arqueológica, no ha ocurrido lo mismo con los Jardines Colgantes.
Los Jardines Colgantes, atribuidos al rey Nabucodonosor II (605-561 a. C.), no han sido encontrados en las ruinas de Babilonia, ni se hace mención de ellos en las fuentes babilónicas. Los arqueólogos continúan debatiendo aspectos básicos, como su existencia, estructura y método de riego, lo que adiciona una capa de incertidumbre sobre este enigmático monumento.
Según algunos investigadores como la doctora Stephanie Dalley de la Universidad de Oxford los jardines sí habrían existido pero no en la ciudad de Babilonia, sino en el Palacio de Nínive y en el río Tigris. La orden sería dada en aquel entonces por el rey asirio Senaquerib.
Dalley apoya su teoría en evidencias escritas y arqueológicas que indican que Senaquerib desarrolló sofisticados sistemas de irrigación, incluyendo un acueducto que pasaba por el valle de Jerwan. Esto contrasta con la falta de pruebas concluyentes en Babilonia y refuerza la posibilidad de que los Jardines Colgantes estuvieran en Nínive.
Esta teoría resuelve parte del misterio y redefine la comprensión que se tenía sobre una de las maravillas más enigmáticas del mundo antiguo. La investigación y debate continúan, buscando cerrar de una vez por todas este capítulo histórico.
Babilonia, de más de 4.000 años de antigüedad, “fue la mayor ciudad poblada de la historia antigua”, explicó Qahtan Al Abeed a la AFP. En Irak, cuna de la escritura -donde las primeras tablillas cuneiformes son de hace cerca de 5.500 años-, “los babilonios son la civilización de la escritura, la administración y la ciencia”, prosigue.
Babilonia ocupa un lugar especial en la historia y la mitología mundial, con su famosa puerta de Istar, sus jardines suspendidos, considerados una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, y la torre de Babel -dos monumentos emblemáticos aunque su localización sigue siendo discutida-.
Los Jardines Colgantes de Babilonia, considerados por tradición como obra del Poderoso rey Nabucodonsor II de Babilonia, es el gran enigma de la lista. Ninguna pista de tales jardines ha salido a la luz en cualquier referencia de fuentes babilónicas. La búsqueda de los jardines es una de las búsquedas más tentadoras en la erudición mesopotámica, y los arqueólogos aún se preguntan dónde se ubicaron esos jardines en Babilonia, o qué tenían de especial. Todavía están debatiendo qué podría significar el término “colgantes”, cómo podrían haber sido, cómo se irrigaron, en resumen, si existieron en absoluto.
De esta manera, el misterio de los Jardines Colgantes de Babilonia persiste, alimentando la curiosidad y el debate entre historiadores y arqueólogos. Las investigaciones más recientes develan pistas que nos incitan a mirar más allá de lo conocido. Aunque aún no podemos situar con certeza esta maravilla, la búsqueda continúa y con ella, la fascinación por desentrañar los secretos de una de las estructuras más legendarias de la historia.