Tartessos, la mítica civilización prerromana que ocupó el suroeste de la Península Ibérica entre los siglos VIII y IV a.C., ha sido objeto de innumerables teorías y estudios debido a su misteriosa desaparición y la falta de referencias concretas en el paisaje actual. Históricamente, este país étnicamente diverso, habitado por fenicios, cartagineses y griegos, abarcaba parte de la costa de Marruecos, extendiéndose en la Península Ibérica desde el bajo Guadiana hasta el litoral de la actual provincia de Alicante, España.
Según escritos antiguos, como el poema “Ora maritima”, del autor latino Rufo Festo Avieno, Tartessos tenía una capital llamada Cartare, localizada en una isla rodeada por los brazos del río Tartessos. Sin embargo, en los últimos años, la falta de correlación entre las referencias antiguas y los paisajes actuales había sido un obstáculo para confirmar la localización exacta de esta enigmática ciudad.
Descubrimientos recientes en el golfo de Cádiz
Ahora, un reciente estudio publicado en Frontiers in Marine Science y realizado por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad de Huelva, ha proporcionado nuevas pistas sobre el paradero de la capital tartésica. Según esta investigación, la ciudad de Tartessos estaba en lo que hoy es la ensenada de La Algaida, España. En el primer milenio a.C., este lugar era una isla, coincidiendo con las descripciones de Avieno.
Este hallazgo se ha basado en datos geomorfológicos, paleo ambientales y cronológicos, permitiendo así reconstruir las costas del suroeste de Iberia durante esa época.
El Golfo de Cádiz fue arrasado por un tsunami hacia el año 1150 a.C., que inundó gran parte de las marismas del Espacio Natural de Doñana. Con el tiempo, la zona fue repoblada y permitió a sus habitantes desarrollar la agricultura, ganadería, pastoreo, así como la pesca y el marisqueo.
La Isla de La Algaida y sus vinculaciones históricas
La isla al sur de la laguna, que se menciona en los escritos antiguos, corresponde hoy a la flecha litoral de La Algaida, al norte de Sanlúcar de Barrameda. Investigaciones recientes han revelado que bajo sus suelos arenosos subyacen formaciones del Plioceno y el Pleistoceno, parte de un sistema de fallas en la Baja Andalucía. El geólogo Antonio Rodríguez-Ramírez, del Departamento de Ciencias de La Tierra y Centro de Investigación Científico-Tecnológica (CCTH) de la Universidad de Huelva, ha señalado que estas fallas son componentes importantes de la llamada “Falla del Bajo Guadalquivir”.
Los cursos bajos de los ríos Guadiamar y Guadalquivir, así como la laguna costera y el litoral oceánico, han dejado huellas identificables en el Espacio Natural de Doñana. El estudio y análisis realizados por José Antonio López-Sáez y su equipo del Instituto de Historia (IH-CSIC) han reconfirmado estos hallazgos y proporcionado una reconstrucción detallada de los paisajes.
Significado del hallazgo de Cartare
De acuerdo con el estudio, Tartessos y su río homónimo podrían ser el actual Guadiamar, que en su tramo final corría por el caño Travieso hasta desembocar en el “Lago Ligustino”, una laguna costera. La Algaida, entonces una isla, sería Cartare, la capital, que tras rodear la laguna, desembocaría en el Atlántico mediante dos brazos. Los tres brazos mencionados en el poema de Avieno podrían ser los esteros hoy prácticamente secos: Salado de Lebrija, Caño de Jerez y Marisma de Rajaldabas.
Descubrimientos en Casas del Turuñuelo
Paralelamente, las excavaciones en el yacimiento tartésico de Casas del Turuñuelo, en Guareña (Badajoz), han desenterrado los primeros relieves antropomorfos del siglo V a.C. Hasta ahora, la cultura tartésica se consideraba anicónica, representando la divinidad a través de piedras sagradas y motivos animales o vegetales. Sin embargo, este nuevo hallazgo supone un cambio de paradigma en la interpretación de la cultura tartésica.
En la presentación del hallazgo, expertos como los directores de la excavación e investigadores del CSIC, Esther Rodríguez y Sebastián Celestino, explicaron a EFE que se trata de las primeras figuras humanas de Tartessos, con rostros idealizados y ornamentados con joyas típicas tartésicas. Estas figuras tienen el potencial de revolucionar la historia del arte antiguo en la península ibérica.
Perspectivas futuras y dignificado del descubrimiento
El hallazgo de estos rostros idealizados y sus joyas aporta una nueva dimensión al entendimiento de la cultura tartésica. Rodríguez subrayó: “En cierto modo, cambia la lectura que desde la historia del arte se había realizado sobre la cultura tartésica”.
Pedro Mateos, director del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM), recordó que las excavaciones en este asentamiento han sido de gran importancia política y económica, y son una referencia en la arqueología del área mediterránea. Aunque el proyecto de excavación está avanzado solo al 30 por ciento, ya han aportado valiosos hallazgos.
El último descubrimiento ha sido calificado como una de las noticias más importantes del año en el área de investigación del CSIC, según expresó Margarita Paneque, delegada institucional del CSIC en Andalucía. El impacto de estos hallazgos continúa resonando en la comunidad arqueológica, ofreciendo una visión más completa de la enigmática civilización de Tartessos y su legado en el suroeste de la Península Ibérica.