En una época donde el hombre aún se encontraba en el umbral de la civilización, la necesidad de protegerse del medio ambiente y de mantener un nivel básico de higiene llevó a la creación de las primeras prendas de vestir. Entre estas simples vestimentas, el taparrabos emergió como el precursor de la ropa interior que conocemos hoy. Los hombres y mujeres prehistóricos utilizaban tiras de tela que pasaban entre las piernas y se sujetaban alrededor de la cintura.
Con el avance de las civilizaciones, detalla National Geographic, esta prenda rudimentaria sufrió transformaciones. Según el medio Xataka, en el Antiguo Egipto, el taparrabos se convirtió en el schenti, franjas triangulares de lino sujetadas con cuerdas en los extremos. Así, tanto faraones como las clases bajas encontraban en el schenti no solo una prenda de protección, sino también un símbolo de estatus. Tutankamón, el famoso joven faraón, fue enterrado con 145 de estos taparrabos, listos para acompañarlo en el más allá.
Grecia y Roma: de la perizoma al subligaculum
En la Antigua Grecia, la desnudez era más aceptada y común, especialmente en el ámbito atlético. Sin embargo, la perizoma, una prenda similar al taparrabos, seguía siendo utilizada en ocasiones específicas. Los romanos, tomando influencias de civilizaciones anteriores, adoptaron el subligaculum. Esta prenda, más cercana a nuestros tiempos, podía parecerse a un taparrabos o incluso a unos pantalones cortos.
Según Xataka, entre los romanos, el subligaculum no era solo una prenda funcional. Según estudios, cumplía una función higiénica y de protección, y también tenía un significado social. Gladiadores y ciudadanos de clase media y alta la usaban bajo túnicas y togas, diferenciándose de las clases más bajas.
Edad Media: la aparición de los Braies
Con la caída del Imperio Romano y el advenimiento de la Edad Media, los estilos y necesidades cambiaron. Los celtas y las tribus germánicas introdujeron los braies, calzoncillos holgados que ofrecían libertad de movimiento. Los hombres solían sujetar estos braies con cinturones o cuerdas y los combinaban con chausses o polainas.
Durante el siglo XV, la evolución de la ropa interior no se detuvo. Las necesidades diarias y las estructuras sociales demandaban prendas que ofrecieran mayor funcionalidad y comodidad. Sin embargo, sería durante la Revolución Industrial cuando la ropa interior experimentaría una transformación radical.
Revolución Industrial: La producción en masa
La Revolución Industrial, con sus innovaciones tecnológicas, abrió nuevos caminos en la producción textil. A principios del siglo XIX, los pantalones comenzaron a popularizarse por su capacidad para mantener limpias las prendas exteriores, absorbiendo sudor y suciedad. Emergen en este periodo los trajes de unión, precursor de los modernos calzoncillos largos y monos.
La industrialización permitió la producción en masa de ropa interior, facilitando su acceso a la población general. El confort se convirtió en una prioridad, y las prendas evolucionaron para satisfacer las necesidades de un público creciente y diverso.
Siglo XX: innovaciones y cambios radicales
El comienzo del siglo XX marcó un hito en la historia de la ropa interior. National Geographic cuenta que Jacob Golomb introdujo los bañadores de cintura elástica, inspirando los calzoncillos de boxeo conocidos hoy como bóxers. Sin embargo, no fue hasta 1928 cuando Arthur Kneibler, trabajando para la Cooper Underwear Company, diseñó los calzoncillos jockey, inspirados en los suspensorios. En 1935, estos calzoncillos se convirtieron en un éxito rotundo.
Las décadas de 1950 y 1960 observaron una explosión de colores, estampados y nuevos tejidos como el rayón y el dacrón. Las innovaciones permitieron diversificar los estilos de ropa interior para hombres y mujeres.
Ropa interior femenina: del corsé al brasier
La historia de la ropa interior femenina también presenta figuras pioneras. El medio Cocotfyma, cuenta que en 1914, Mary Phelps Jacobs improvisó un sujetador utilizando dos pañuelos de seda y patentó el primer brasier. Este invento representó una gran revolución, ofreciendo comodidad y libertad a las mujeres.
Según Cocotfyma, décadas más tarde, el Wonder Bra de los años 60 transformó aún más el concepto de sujetadores, adaptándose a la nueva actitud femenina. Las minifaldas y las prendas más cortas ganaron popularidad, reflejando los cambios sociales y culturales de la época.
Evolución contemporánea y diversificación
Hoy en día, la ropa interior ha alcanzado un nivel de versatilidad y diversidad sin precedentes. Desde los taparrabos hasta los actuales bóxers y sujetadores, la ropa interior continúa evolucionando, adaptándose a las preferencias de cada individuo. La innovación no solo se centra en el estilo, sino también en la funcionalidad y la salud íntima.
Día mundial de la ropa interior
El Día Mundial de la Ropa Interior se celebra anualmente el 5 de agosto y busca resaltar la relevancia de esta prenda que va más allá de su función básica. Esta conmemoración subraya tanto su valor práctico como su rol en transmitir calidad y elegancia.
En el contexto actual, donde la sostenibilidad es un tema central, la industria de la ropa interior ha adoptado el uso de materiales sostenibles como el algodón orgánico. Estos materiales no solo ofrecen beneficios ambientales, sino que también mejoran la comodidad y el bienestar del usuario final.
Los fabricantes de ropa interior están constantemente en busca de innovaciones que puedan integrar estos materiales sostenibles, garantizando al mismo tiempo que no se compromete ni la calidad ni la elegancia de los productos.
El uso de estas prendas está vinculado a aspectos de salud y bienestar, pues se asegura que el material en contacto con la piel sea lo más natural y libre de químicos posible. Esta transición hacia una producción más ecológica también responde a una creciente demanda de consumidores conscientes de su impacto ambiental.