Mikaela Thepvongsa comenzó a perder la audición al cumplir un año. Nació de manera saludable y con audición normal como el resto de su familia e inicialmente respondía a los ruidos a su alrededor e incluso intentaba imitarlos. Sin embargo, cuando tenía alrededor de un año, sus padres comenzaron a notar cambios preocupantes. “No lograba mantenerme en pie, me caía y no lloraba. Mis padres intentaban hacerme cosquillas y yo no reaccionaba”, relata Mikaela, residente en Seattle, Washington, en una entrevista con PEOPLE. Ese fue el inicio de un recorrido largo y desafiante para comprender lo que pasaba.
Búsqueda de un diagnóstico
Frustrados y preocupados, los padres de Mikaela llevaron sus inquietudes a varios médicos, pero estos las desestimaron repetidamente, sugiriendo que se trataba de un problema de comportamiento en lugar de una condición médica. Sin embargo, la madre de Mikaela se negó a aceptar estas respuestas y decidió tomar cartas en el asunto. Redactó una carta detallada en la que describía todos los síntomas que su hija presentaba, como la ausencia de reacción a los estímulos como el sonido y el tacto. Esta carta fue distribuida a diversos consultorios médicos locales.
Entre los numerosos profesionales que recibieron la carta, solo una enfermera se puso en contacto con la madre de Mikaela. “Esa enfermera llamó a mi mamá y le dijo que creía que podía ayudar, lo que llevó a que se me realizará una resonancia magnética”, explicó Mikaela. La resonancia magnética reveló que Mikaela tenía lesiones prominentes en la sustancia blanca de ambos hemisferios cerebrales, algo extremadamente raro para alguien de su edad.
El diagnóstico
Con los resultados de la resonancia magnética, Mikaela fue diagnosticada con pérdida auditiva neurosensorial profunda bilateral, una condición que afecta la funcionalidad del oído interno, según lo descrito por la Clínica Mayo. En poco tiempo, entre los 2 y 3 años, perdió completamente la audición y quedó sorda de ambos oídos.
“Vivir con una pérdida auditiva profunda bilateral y otras enfermedades crónicas y discapacidades me ha presentado numerosos desafíos en mi vida”, cuenta Mikaela. “Esto ha incluido pasar mucho tiempo en hospitales y someterme a diversas terapias: fisioterapia, terapia del habla y terapia ocupacional.” Desde muy temprana edad, Mikaela tuvo que adaptarse a un entorno de constantes cuidados y tratamientos médicos.
Durante su crecimiento, Mikaela enfrentó sus propias limitaciones y también la falta de comprensión y adaptación de su entorno.
Formación académica y profesional
Motivada por estas vivencias, después de obtener su licenciatura en psicología en la Universidad Estatal de Washington en Pullman, Mikaela decidió adentrarse en el campo de la enfermería, matriculándose en la Facultad de Enfermería de la misma universidad. Sin embargo, el camino hacia convertirse en enfermera no fue fácil. En un video viral de TikTok con más de un millón de visitas, Mikaela narra cómo durante su primera rotación clínica, un instructor dudó de su capacidad para ser enfermera debido a su condición. “Estaba pasando por un momento difícil y quería compartir mis experiencias personales”, comenta Mikaela sobre el motivo de sus videos. “También quería practicar hablar frente a la cámara, algo que siempre había sido una de mis mayores inseguridades.”
A pesar de los obstáculos iniciales y la falta de comprensión por parte de algunos de sus instructores y colegas, Mikaela perseveró. Completó con éxito todos sus semestres y se graduó con honores en 2019. Su dedicación y esfuerzo fueron reconocidos y validados cuando obtuvo su primer empleo en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) como enfermera recién graduada. Trabajó en esta área crítica por más de un año,enfrentó y manejó situaciones extremadamente demandantes y desafiantes, tanto médicas como emocionales. Seis meses después de comenzar en la UCI, Mikaela asumió un puesto adicional como enfermera de atención médica domiciliaria.
Ejercicio profesional y trabajo en la comunidad
Este rol en atención domiciliaria le permitió interactuar más cercanamente con los pacientes y ofrecer un cuidado más personalizado. Esto mejoró su experiencia y habilidades como enfermera. Actualmente, Mikaela trabaja en enfermería comunitaria, atiende a pacientes con discapacidades y personas que no hablan inglés como lengua materna. Su enfoque personal y su habilidad para leer los labios fueron herramientas invaluables en su práctica cotidiana. “Muchos de mis pacientes expresan sus necesidades en voz alta y, como puedo leer los labios, esta habilidad me ha sido de gran utilidad”, explica. “Conozco el lenguaje de señas, pero como la mayoría de mis pacientes no son sordos ni lo saben, no me ha resultado tan útil.”
El trabajo de Mikaela en el ámbito comunitario le permite aplicar su experiencia personal para conectarse de una manera especial con otros pacientes sordos. “En mi puesto actual, donde trabajo con pacientes sordos, mi experiencia personal me permite relacionarme con ellos”, afirma.
Inspiración y desafíos futuros
Mikaela se convirtió en una figura inspiradora para muchos. Ella espera que al compartir su historia para que pueda motivar a otras personas sordas o con problemas de audición a sentirse orgullosas de quiénes son y a perseguir sus sueños, sin importar las barreras que tengan. “Siempre seré sorda, lo que significa que siempre enfrentaré obstáculos y barreras adicionales a lo largo de mi vida”. Esto implica que siempre tendré que defenderme, educar frecuentemente a otros sobre la concientización sobre la sordera y la discapacidad, y estar al tanto de las tecnologías de asistencia disponibles”, dijo.
“Estoy orgullosa de mí misma por haber seguido mis sueños, aunque fue difícil conseguirlo”, continúa. “Este no es el final, sino solo el comienzo”, concluyó.