Por la noche, más allá de la Luna, esta isla en Corea del Sur se ilumina por unos ojos saltones de ciervos. Es la imagen que reciben los visitantes de la isla Anma. Sin embargo, detrás de esta tierna apariencia, se esconde una problemática que afecta la vida diaria de sus habitantes.
La isla, situada junto a la provincia de Jeolla del Sur, presenta un paisaje engañosamente pacífico durante el día. Los ciervos, que se han multiplicado desde mediados de los años ochenta, suman ahora alrededor de 1.000, en un territorio apenas más grande que el Central Park de Manhattan.
“Hay tantos ciervos, nunca había visto tantos como estos antes”, contó Kim Seung-man, un ex recolector de ginseng, una planta coreana, en declaraciones para Reuters.
La población humana de la isla, de aproximadamente 150 personas, ha tenido que adaptarse. Impidieron el libre acceso a sus propias casas y campos mediante vallas y redes. Esto para protegerse de los ciervos que destruyen cultivos y dañan árboles en sus andanzas nocturnas.
“Sólo quiero que todos los ciervos de la isla desaparezcan para siempre”, expresó Han Jeong-rye, de 80 años, quien aún trabaja en un huerto, rodeada de una malla de 1,8 metros. “Es totalmente inútil, no lo soporto. Me encantaría que alguien pudiera atraparlos, por favor”, agregó.
Ante esta situación, los líderes de la comunidad han solicitado la intervención gubernamental para declarar a los ciervos como “fauna silvestre dañina”, lo que permitiría reducir su población mediante la caza.
“Lamento decir esto, pero tenemos que deshacernos de ellos, que es nuestra intención, incluso si eso significa que tenemos que matarlos”, afirmó Jang Jin-young, uno de los líderes de la aldea, en una entrevista con Reuters.
Aunque los ciervos representan un grave problema para los agricultores, la isla de Anma no deja de ser un lugar atractivo para los turistas. “La isla, que brilla en su entorno sereno, tiene mucho que ofrecer a los visitantes”, explicó Jang. Los turistas pueden disfrutar del paisaje y la fauna, ya que los ciervos sólo son una amenaza para los residentes locales.
La historia de la isla y los ciervos
La problemática se remonta a 1985, cuando tres granjeros trajeron unos 10 ciervos para cosechar sus astas, valiosas en la medicina tradicional. Sin embargo, el decreciente interés en tales remedios dejó a los habitantes sin un mercado para comercializar las astas. Esto llevo a muchos a abandonar los ciervos a su suerte. Desde entonces, la población ha crecido sin control, en ausencia de depredadores naturales.
Los esfuerzos por controlar la población de ciervos han sido variados y, en gran medida, infructuosos. Kim Seung-man, un hombre local de 63 años, ha intentado anestesiar a los ciervos con dardos de cerbatana para trasladarlos fuera de la isla.
Sin embargo, estos esfuerzos han demostrado ser insuficientes. Además, muchos ciervos están infestados de garrapatas, lo que dificulta además la movilidad de los animales más allá de que estén anestesiados.
La problemática de los ciervos ha llegado hasta Seúl, donde Kang Dae-rin, quien comercializa astas y dirige una granja de ciervos, ha evaluado la situación. “Hay muchos más de los que pensaba”, observó Kang, después de varios viajes a la isla, según declaraciones a Reuters.
El dilema de Anma plantea una urgente necesidad de encontrar soluciones prácticas y efectivas. Las opciones incluyen sacrificar parte de la población de ciervos y retirar a los animales de la isla. Sin embargo, la burocracia y las restricciones legales han ralentizado estas acciones.
Por el momento, los habitantes continúan viviendo con la constante preocupación de proteger sus hogares y cultivos de estos invasores de cuatro patas. La isla es un claro ejemplo de cómo el equilibrio ecológico puede romperse por la intervención humana y la falta de predadores naturales. Y terminar perjudicando al mismo humano.