La oscuridad de la noche escondía a un hombre que pronto sería conocido como uno de los asesinos más brutales de Corea del Sur. Yoo Young-chul, el “Asesino del Impermeable”, acechaba en las sombras, su figura se difuminaba con el ambiente sombrío de Seúl.
Su apodo, que parecía sacado de una novela de misterio, reflejaba su método meticuloso y su apariencia enigmática: siempre con un impermeable amarillo, listo para llevar a cabo sus horripilantes crímenes.
Nacido el 18 de abril de 1970, Yoo Young-chul tuvo una infancia marcada por el maltrato y la pobreza, que sembraron en él un resentimiento profundo hacia los ricos y una aversión hacia las mujeres.
De adulto, canalizó su odio en una serie de asesinatos que aterrorizaron a la capital surcoreana entre 2003 y 2004. Su inteligencia, que él mismo alardeaba ser de un coeficiente intelectual de 140, le permitió evadir a las autoridades durante meses, perfeccionando sus técnicas y seleccionando a sus víctimas con precisión calculada.
<br/>
Los primeros asesiantos
El 24 de septiembre de 2003, Yoo Young-chul cometió su primer asesinato, y su método era tan brutal como eficiente: usaba un martillo para golpear a sus víctimas hasta la muerte. Sus primeras víctimas fueron personas mayores ricas, a quienes atacaba en sus lujosos hogares.
Durante los meses siguientes, Yoo mató a más de 20 personas, ocultando sus cuerpos en las montañas cercanas. Entre sus víctimas también había trabajadoras sexuales, a quienes Yoo seleccionaba con una fría meticulosidad, guiado por un odio naciente tras una relación fallida.
La escena del crimen era siempre un espectáculo macabro: Yoo recreaba escenarios de robo para despistar a la policía, pero su modus operandi era inconfundible. No se llevaba dinero ni objetos de valor, dejando claro que su motivación no era el robo, sino una distorsionada búsqueda de justicia y venganza.
La policía de Seúl enfrentó una de las investigaciones más desafiantes de su historia. Los cuerpos ocultos en las montañas y la falta de un patrón claro en los asesinatos dificultaron la identificación del asesino. Sin embargo, un error de Yoo fue su perdición.
En 2004, usó el teléfono de una de sus víctimas para llamar a un salón de masajes, donde había atacado a varias empleadas. El propietario del salón, al reconocer el número, alertó a la policía, que logró organizar una emboscada para capturar a Yoo.
La captura de Yoo fue un proceso lleno de altibajos. Aunque inicialmente logró escapar, fue recapturado 12 horas después, tras una frenética persecución. Su arresto reveló una mente perturbada y meticulosamente organizada.
Canibalismo
Mientras la policía investigaba los crímenes de Yoo Young-chul, se reveló una verdad aún más perturbadora que sus brutales asesinatos: el canibalismo. Yoo no solo mataba a sus víctimas, sino que también consumía partes de sus cuerpos. Esta práctica macabra era, según sus propias palabras, un intento de “purificar su espíritu”.
Yoo Young-chul confesó que, tras asesinar a sus víctimas, seccionaba sus cuerpos con un hacha, un cuchillo y, en ocasiones, unas tijeras.
Su predilección por el hígado se convirtió en una firma macabra de sus crímenes. Yoo creía que al consumir el hígado de sus víctimas, estaba llevando a cabo un ritual de limpieza espiritual, aunque la realidad de sus actos solo profundizaba el abismo de su depravación.
La elección del hígado no era arbitraria. En muchas culturas, el hígado es visto como un órgano vital, cargado de simbolismo. Para Yoo, esta creencia se transformó en una justificación retorcida para sus actos caníbales.
Su obsesión con la pureza y la limpieza espiritual lo llevó a cometer actos de una violencia indescriptible, dejando un rastro de horror en su estela.
Testimonios y evidencias
En el juicio de septiembre de 2004, Yoo confesó haber matado a 26 personas y reveló detalles espeluznantes. Los expertos forenses describieron con detalle cómo Yoo desmembraba los cuerpos de sus víctimas y consumía sus órganos. Las imágenes presentadas en el juicio y los relatos de los detectives que revisaron la escena del crimen mostraban un nivel de brutalidad que estremecía incluso a los más experimentados en la investigación de crímenes violentos.
Uno de los momentos más impactantes del juicio fue cuando Yoo, al ser preguntado por sus motivaciones, respondió con una indiferencia escalofriante: “Las mujeres no deberían ser una mierda, y los ricos deberían saber lo que han hecho”. Esta declaración no solo mostró su odio visceral, sino también la perturbada lógica que guiaba sus acciones.
Fue condenado a muerte pero en Corea del Sur la pena capital no se aplicado desde 1997, lo que dejó a Yoo en un estado de espera interminable en el corredor de la muerte.
Netflix
Netflix estrenó en octubre del 2021 la serie documental sobre la vida y crímenes de Yoo Young-chul.
La serie, que profundiza en los crímenes perpetrados con un martillo y los posteriores desmembramientos y enterramientos en las montañas cercanas a Seúl, explora el perfil psicológico de Yoo y el impacto social de sus acciones. Incluye, además, entrevistas exclusivas con agentes de policía, fiscales y familiares de las víctimas, proporcionando una perspectiva más humana frente a la atrocidad de los crímenes.
Un elemento destacado de la serie es la interpretación del actor protagonista, cuya representación de Yoo Young-chul ha sido descrita como sorprendentemente precisa y realista, aumentando así la tensión y el realismo de la producción.