El 5 de mayo de 2019, el vuelo Aeroflot SU1492 despegó del Aeropuerto Internacional Sheremétievo en Moscú con destino a Murmansk. A las 18:03 horas, la aeronave Sukhoi Superjet 100, matrícula RA-89098, inició su carrera de despegue en medio de condiciones meteorológicas inestables, con nubes cumulonimbos y actividad eléctrica en las inmediaciones. Apenas cuatro minutos después, un rayo alcanzó el avión, causando un fallo en el sistema eléctrico y la pérdida de comunicación con el control de tráfico aéreo.
El vuelo se volvió caótico rápidamente. Sin comunicaciones estables y con el avión en modo directo, el capitán Denis Yevdokimov, decidió regresar a Sheremétievo. A las 18:30, el Superjet 100 se alineó para aterrizar en la pista 24L. El avión descendió rápidamente, rebotando en la pista en múltiples ocasiones. El primer impacto fue a una velocidad de 293 km/h, y el avión rebotó violentamente debido al ángulo de aterrizaje y la velocidad excesiva. El tren de aterrizaje principal colapsó en el segundo impacto, seguido de una ruptura estructural que provocó una explosión y un incendio en la sección trasera.
El Superjet se deslizó envuelto en llamas, transformándose en una bola de fuego mientras los pasajeros huían por las salidas de emergencia. La tragedia dejó un saldo de 41 muertos, incluidos dos niños.
Evacuación caótica
Mientras el fuego envolvía rápidamente la parte trasera del avión, los pasajeros y la tripulación enfrentaron una lucha desesperada por sobrevivir. La cabina se llenó de humo negro y tóxico, haciendo difícil la visibilidad y la respiración. La azafata Tatyana Kasatkina recordó los momentos angustiosos cuando el interior de la aeronave se convirtió en una trampa mortal. “Mientras huíamos, podía ver las ventanas derritiéndose por el fuego”, relató a medios locales.
Kasatkina actuó con rapidez y determinación. A pesar del pánico generalizado, ella y sus colegas comenzaron a evacuar a los pasajeros utilizando los toboganes de emergencia en las puertas delanteras del avión. Kasatkina, en un acto de valentía, agarró a varios pasajeros por el cuello y los empujó hacia las salidas, evitando que recuperaran sus pertenencias y retrasaran la evacuación. “Tenía pocos segundos para salir del avión”, dijo, enfatizando la urgencia y el caos del momento.
Los pasajeros, algunos de ellos en estado de shock, intentaban llamar a sus familiares mientras corrían hacia las salidas. La evacuación fue obstaculizada por aquellos que insistieron en llevar sus equipajes, lo que ralentizó el proceso. Dmitry Khlebushkin, un sobreviviente, describió la escena caótica mientras intentaba huir del avión en llamas. “Estoy vivo gracias a las azafatas. Estas mujeres estaban ahí, a pesar del humo, de que estaba oscuro y hacía mucho calor, y lo único que hacían era sacar a gente por las salidas de emergencia”, recordó en diálogo con Reuters.
El auxiliar de vuelo Maxim Moiseyev, de 22 años, murió heroicamente mientras intentaba abrir una puerta de emergencia en la parte trasera del avión. Su sacrificio no fue en vano, ya que su valentía permitió que muchos pasajeros en esa sección tuvieran una oportunidad de escapar.
A pesar de los esfuerzos heroicos, la rapidez del incendio y el comportamiento de algunos pasajeros resultaron en una alta cifra de víctimas. Solo 37 de las 78 personas a bordo lograron sobrevivir, muchas de ellas con heridas graves. Los equipos de rescate llegaron rápidamente, pero el fuego ya había consumido gran parte del avión.
Investigación del accidente
La tragedia del vuelo 1492 de Aeroflot desencadenó una investigación exhaustiva por parte del Comité de Investigación de Accidentes Aéreos de la Federación Rusa (ICR). Desde el primer momento, las autoridades se enfrentaron a la compleja tarea de desentrañar las causas exactas que llevaron al aterrizaje catastrófico.
Yevdokimov, con 6.800 horas de vuelo en su carrera, fue objeto de un escrutinio minucioso. Los investigadores examinaron sus decisiones durante los momentos críticos del vuelo. La grabadora de voz de cabina reveló que, tras el impacto del rayo, Yevdokimov asumió el control manual del avión, intentando regresar a Sheremétievo. Sin embargo, sus maniobras se vieron obstaculizadas por una serie de fallos técnicos y su propia gestión de la crisis.
El informe oficial determinó que el capitán había cometido varios errores cruciales. No solicitó evitar la zona de tormenta, y realizó una aproximación desestabilizada con un ángulo de alabeo excesivo y desviaciones en la altitud asignada. Ignoró las alarmas de cizalladura y procedió con un aterrizaje brusco que provocó el rebote del avión. La aeronave tocó la pista tres veces antes de que el tren de aterrizaje colapsara, desencadenando el incendio que envolvió la parte trasera del Superjet.
La culpa recayó sobre Yevdokimov, quien fue acusado de violar las reglas de seguridad del tráfico aéreo y de negligencia al pilotar. En junio de 2023, se le condenó a seis años de prisión y tres años de inhabilitación para operar aeronaves. Yevdokimov mantuvo su inocencia, argumentando que el avión había sufrido un mal funcionamiento irreparable, una afirmación refutada por los datos de los registradores de vuelo.
La investigación también revisó el diseño del Sukhoi Superjet 100. Si bien el impacto del rayo dañó varios sistemas, estos fallos no eran suficientes para causar la catástrofe si se hubieran seguido los procedimientos adecuados. La desintegración del tren de aterrizaje, aunque cumplía con los requisitos de certificación, evidenció una vulnerabilidad no contemplada en los escenarios de impacto secundario.
El Sukhoi Superjet 100 es el primer avión comercial diseñado y construido en Rusia después de la era soviética. Este modelo bimotor, de fuselaje estrecho, debutó en 2008 y entró en servicio en 2011. Con capacidad para transportar entre 68 y 108 pasajeros, el Superjet combinaba el diseño ruso con sistemas modernos de proveedores internacionales. Sin embargo, a pesar de su innovador diseño, ha enfrentado problemas técnicos recurrentes. En 2012, una demostración en Indonesia terminó en desastre, y vuelos operados por Aeroflot experimentaron fallos en el tren de aterrizaje en años posteriores.
El peligro de los aviones de fabricación rusa
El accidente del Sukhoi Superjet 100 planteó serias dudas sobre la seguridad y fiabilidad de los aviones de fabricación rusa. El Superjet, que había sido un símbolo del renacimiento de la aviación civil rusa post-soviética, desde este accidente ha estado bajo un escrutinio intenso.
La compañía, conocida principalmente por sus aviones militares, enfrentó críticas tanto a nivel nacional como internacional. A pesar de obtener certificaciones de seguridad de múltiples autoridades, los incidentes recurrentes plantearon preguntas sobre la robustez y fiabilidad del modelo. Anteriormente, un Superjet 100 había sufrido un accidente en Indonesia durante un vuelo de demostración, y otros vuelos operados por Aeroflot experimentaron problemas técnicos que obligaron a aterrizajes de emergencia.