Cayo Apuleyo Diocles es considerado uno de los deportistas más rico de la historia, a la altura de a íconos deportivos contemporáneos como Cristiano Ronaldo o Michael Jordan. Este auriga, originario de la Lusitania romana, vivió en el siglo II d.C., bajo los reinados de Adriano y Antonino Pío. Su fortuna se amasó gracias a las carreras de cuadrigas, un popular y peligroso entretenimiento del antiguo Imperio romano, donde competían carros tirados por caballos.
Diocles acumuló una fortuna que alcanzó los 36 millones de sestercios, equivalentes a casi USD 15.000 millones actuales. Este personaje, conocido en su tiempo por su habilidad y éxito en las competencias, se convirtió en una figura idolatrada por las masas romanas.
Las carreras de cuadrigas eran un espectáculo de gran trascendencia en la sociedad romana. Los conductores de estos carros, conocidos como aurigas, arriesgaban su vida participando en competiciones frente a miles de espectadores en circos romanos como el Circo Máximo. Estos eventos congregaban a multitudes que, llenas de fervor y entusiasmo, se reunían para ver a sus conductores favoritos competir en un deporte que combinaba velocidad, estrategia y un alto riesgo de accidentes fatales.
Diocles, tras una trayectoria de 24 años, consiguió victorias en 1.462 de las 4.257 carreras en las que participó. Su capacidad para mantenerse competitivo y evitar lesiones graves a lo largo de los años es un testimonio de su habilidad y destreza como auriga.
Diocles debutó en la facción Blanca a los 18 años, en el año 122 d.C. Su primera victoria llegó dos años después, consolidando rápidamente su reputación en un campo altamente competitivo. A los 24 años cambió a la facción Verde y, luego, en 131 d.C., se unió a la facción Roja, donde cosechó sus mayores triunfos. Este cambio de facciones no solo refleja su búsqueda de mejores oportunidades, sino también el reconocimiento de su talento por parte de las facciones más prestigiosas.
En sus carreras, llegó a utilizar cuadrigas tiradas por hasta seis o siete caballos, siendo Cotino, Gálate, Abigeio, Lúcido y Pompeyano algunos de los nombres de sus monturas más famosas. La elección y el manejo de sus caballos también jugaron un papel crucial en su éxito
Su habilidad y éxito en las carreras le permitieron acumular una fortuna monumental. Según una inscripción en una lápida en Roma, Diocles se retiró con alrededor de 36 millones de sestercios, suficientes para sostener al ejército romano durante tres meses. El profesor Peter Struck, de la Universidad de Pennsylvania, calculó que equivaldría a unos 15.000 millones de dólares actuales, que lo coloca en la cúspide de los atletas mejor pagados de todos los tiempos.
Este deporte era muy peligroso e implicaba grandes apuestas, lo que contribuía a las elevadas ganancias de los aurigas victoriosos. Diocles no fue la excepción y disfrutó de un respaldo masivo por parte del público romano. En honor a su legado, se erigió una lápida en el Circo de Nerón, cerca del Vaticano actual, que detallaba sus logros. De esta lápida se ha obtenido gran parte de la información sobre su vida y carrera.
Tras su retiro a los 42 años, Diocles se estableció en Praenestre, la actual Palestrina, cerca de Roma y falleció dos años después, a los 44 años.
El interés y la pasión por las carreras de cuadrigas eran comparables a eventos deportivos modernos como la Fórmula Uno. Desde su apariencia esclava y modesta, Diocles superó las expectativas y se convirtió en una figura icónica por su competitividad y su impresionante fortuna. Este deporte era extremadamente popular en la antigua Roma, tanto que el Circo Máximo podía albergar hasta 225.000 espectadores, más que cualquier instalación deportiva moderna.