Las mujeres vikingas, retratadas muchas veces como guerreras feroces y promiscuas, en realidad tenían roles distintos en la sociedad escandinava antigua. La historiadora española Laia San José Beltrán, en su reciente libro “Quiénes fueron realmente los vikingos”, desmiente varios mitos históricos sobre estas mujeres. Según ella, el 50% de los vikingos que emprendían viajes de saqueo no eran mujeres, como fue difundido en diversas producciones cinematográficas y literaria.
En el marco de la presentación de su libro, San José Beltrán destaca que las mujeres vikingas no solían acompañar a sus maridos en las expediciones de saqueo. “Eran más granjeras y madres que guerreras”, explica la experta. La imagen tergiversada de las mujeres vikingas como guerreras valientes se ha exacerbado a lo largo de los años debido a la influencia de pinturas, óperas, y más recientemente, series de televisión populares como ‘Vikingos’.
Con más de 400 páginas, el libro “Quiénes fueron realmente los vikingos” no solo refuta las falsas ideas sobre las guerreras nórdicas, sino que también ofrece una visión detallada de su vida cotidiana, destacando aspectos como su higiene meticulosa y el armamento que utilizaban. San José Beltrán comenta que “es muy difícil encontrar bibliografía actualizada sobre los vikingos en España”, y que su objetivo es llenar ese vacío con una obra rigurosa y accesible para cualquier lector interesado en la historia nórdica.
Cuáles eran los roles de las mujeres de la sociedad vikinga
Las mujeres vikingas desempeñaban roles importantes en la gestión del hogar y de las granjas mientras sus maridos estaban ausentes en expediciones. Eran las responsables de transmitir las enseñanzas orales a sus hijos y de manejar las finanzas y trabajadores de sus propiedades. San José Beltrán señala que “la mujer era considerada la dueña de ‘la viga hacia dentro’ de la casa”, mientras que el hombre se ocupaba de los asuntos externos. Este reparto de responsabilidades era esencial para el bienestar de la familia y la comunidad.
En cuanto a su destreza con las armas, aunque no combatían regularmente, las mujeres vikingas sabían manejar hachas y arcos, herramientas que utilizaban en sus labores diarias y para defender sus hogares. La historiadora destaca que “las mujeres vikingas pasaban mucho tiempo solas y eran las encargadas de proteger el hogar, a los ancianos y los niños”.
La ley vikinga otorgaba a las mujeres derechos fundamentales, incluida la capacidad de solicitar el divorcio bajo varias circunstancias como malos tratos o impotencia del marido. Estos derechos legales destacan el respeto y la consideración que los hombres vikingos tenían hacia sus esposas, una situación rara en la época. “El divorcio en la sociedad vikinga podía solicitarlo cualquiera de las dos partes”, recalca San José Beltrán, apuntando la igualdad que existía en determinados aspectos de la vida matrimonial.
Un aspecto controvertido es el hallazgo de armas en las tumbas de algunas mujeres vikingas, lo que ha llevado a algunos a suponer que eran guerreras. Sin embargo, San José Beltrán explica que estas armas podían ser ofrendas funerarias y no necesariamente indicativos de que las mujeres fuesen combatientes. Según la historiadora, los huesos de las mujeres vikingas no presentan las marcas de heridas que serían esperables en guerreros activos. “Es seguro que hubo mujeres que lucharon, pero no es algo que sucediera, ni mucho menos, de forma generalizada”.
El infanticidio selectivo de neonatas, una práctica que se ha evidenciado con el hallazgo de restos óseos de niñas fuera de las granjas, también reduce la probabilidad de que muchas mujeres hayan sido formadas como guerreras. Esta práctica, comparada con sociedades como la espartana, indica que las mujeres eran muy valoradas y no se arriesgarían a perderlas en combate, sostiene la historiadora.
El respeto por las mujeres también se reflejaba en la estricta legislación contra la violación, que castigaba con la pena de muerte a quienes cometían tal delito. San José Beltrán subraya que “estos rudos asesinos que llevaron a cabo todo tipo de tropelías fuera de sus hogares tenían prohibido por ley violar a las vikingas”, lo que demuestra el elevado estatus y el respeto que disfrutaban las mujeres en su sociedad.