La inspiradora vida de Margot Heuman, la primera sobreviviente del holocausto que habló de su relación homosexual en los campos de concentración

Compartió un vínculo con una mujer en medio del horror de su entorno. Su valiente historia fue foco de una obra de teatro

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La asombrosa vida de Margot Heuman, una superviviente del Holocausto queer
La asombrosa vida de Margot Heuman, una superviviente del Holocausto queer

Margot Heuman era una mujer que sobrevivió al horror de los campos de concentración nazis. Sin embargo, su historia no es la típica que se ha escuchado a lo largo de los años. Margot no solo fue una sobreviviente del Holocausto, sino también una de las pocas voces que hablaron abiertamente sobre su sexualidad queer. Su vida, marcada por el amor y la resistencia, ilumina una faceta oculta de la historia de la Shoah.

En 1943, cuando Margot tenía quince años, su vida dio un giro irrevocable. Junto a su familia, fue deportada a Theresienstadt, un gueto judío en Checoslovaquia. Allí, en medio de la desesperación, encontró un atisbo de esperanza. La ópera y la comunidad judía la envolvieron en un extraño remanso de paz, pero fue el amor por una joven vienesa, Dita Neumann, lo que realmente la sostuvo. Theresienstadt se convirtió en un cruel intermedio antes de su destino final, pero para Margot, también fue el escenario donde floreció un amor que desafió la muerte.

En 1944, su padre, Karl, fue descubierto robando comida. Este acto desesperado selló su destino. Fueron enviados a Auschwitz, donde Margot perdió a su padre. Su madre, Johanna, y su hermana menor, Lore, perecieron más tarde en Stutthof. Margot y Dita, en un giro inexplicable del destino, fueron seleccionadas para ser trasladadas a varios campos, terminando en un campo de trabajo en Hamburgo. Allí, compartieron cama y alimento, narrándose historias sobre el día en que serían libres. No era una cuestión de sí, sino de cuándo.

Auschwitz, donde estuvo encarcelada Margot Heuman
Auschwitz, donde estuvo encarcelada Margot Heuman

Por el cuidado que teníamos una por la otra”, dijo Margot en 1992, en una historia oral grabada por el Museo del Holocausto de Estados Unidos, “de alguna manera nunca perdimos nuestra dignidad y seguimos siendo personas.”

El vínculo que compartían trascendía el horror de su entorno. Mientras veían la ópera “La Bohème”, se despertó algo profundo en Margot. Su relación se consolidó en medio de la adversidad, compartieron más que una cama y raciones de comida: compartían sueños y promesas de libertad.

Cuando fueron deportadas a Auschwitz en 1944, el vínculo que habían forjado se convirtió en su ancla. A pesar de la brutalidad y la deshumanización, su amor les permitió mantener su dignidad. En el campo de trabajo en Hamburgo, continuaron cuidándose mutuamente, narrando historias sobre un futuro en libertad.

Margot solía recordar pequeños actos de humanidad que le dieron fuerzas. Un soldado alemán compartía su almuerzo con ella, y estos gestos, junto con el amor de Dita, las ayudaron a seguir adelante. Nunca perdieron la esperanza de que un día serían libres.

Fue una de las pocas voces que hablaron abiertamente sobre su sexualidad queer 
(Crédito: Fundación Shoah de la USC)
Fue una de las pocas voces que hablaron abiertamente sobre su sexualidad queer (Crédito: Fundación Shoah de la USC)

El amor entre Margot y Dita era su forma de resistencia. Dormían juntas, compartían cada migaja de pan y se aferraban a la esperanza de que un día serían libres. Su relación sobrevivió al horror, y con la liberación del campo de Hamburgo, también sobrevivió su promesa de un futuro juntas.

Margot y Dita permanecieron amigas toda la vida, incluso cuando sus caminos se separaron. Ese amor, nacido en medio de la más absoluta oscuridad, iluminó su vida y se convirtió en un testimonio de la resiliencia y la humanidad en tiempos de inhumanidad.

Margot Heuman, liberada del infierno de Bergen-Belsen en abril de 1945, fue trasladada a Suecia por la Cruz Roja. Allí, en un país extraño y con apenas fuerzas, comenzó a reconstruir su vida. Una maestra sueca la acogió, brindándole no solo un hogar, sino también el cariño maternal que tanto necesitaba. Margot, que pesaba apenas 35 kilos y luchaba contra el tifus, fue recuperando la salud en un entorno de afecto y cuidado.

En 1947, siguiendo el llamado de su tío materno que buscaba reunir a los sobrevivientes de su familia, Margot se mudó a Nueva York. Lo que iba a ser una estancia temporal se convirtió en su nuevo hogar, ya que encontró en la ciudad la libertad de vivir abiertamente como lesbiana. En Nueva York, Margot trabajó en una fábrica de botones, como niñera y mesera, y finalmente encontró su vocación en el mundo de la publicidad. Su dominio del inglés mejoró con la ayuda de Lu Burke, una editora de The New Yorker con quien compartió una relación romántica. Lu, con su rigor lingüístico, leía el diccionario con Margot, mejorando su idioma y fortaleciendo su vínculo.

Su historia, contada con toda su complejidad, desafió el silencio que había rodeado las voces LGBTQ+ del Holocausto.
(Crédito: Fundación Shoah de la USC)
Su historia, contada con toda su complejidad, desafió el silencio que había rodeado las voces LGBTQ+ del Holocausto. (Crédito: Fundación Shoah de la USC)

Margot ingresó a la City College of New York y comenzó a trabajar en Doyle Dane Bernbach, una agencia de publicidad emergente, donde desarrolló su carrera hasta su jubilación a los 60 años. En los años 50, Margot y Lu Burke frecuentaban bares lésbicos en Greenwich Village, una parte de su vida que Margot abrazó con plenitud. Sin embargo, en 1952, Margot decidió casarse con Charles Mendelson, un contador, para cumplir con lo que sentía era su deber hacia sus padres: tener hijos. Juntos tuvieron dos hijos, pero su matrimonio terminó en 1976, cuando Margot decidió dejar a su esposo y vivir su verdad.

En 2018, Anna Hájková, una historiadora especializada en la historia queer del Holocausto, entrevistó a Margot. Fue entonces cuando Margot habló abiertamente sobre su amor por Dita Neumann. Hasta ese momento, la historia de su relación había sido minimizada o censurada por los archivos del Holocausto. Las entrevistas con Hájková permitieron que su voz se escuchara en toda su autenticidad, revelando una dimensión de la Shoah que había sido silenciada.

Margot Heuman fue una de las pocas sobrevivientes del Holocausto que habló abiertamente sobre su sexualidad. Su historia es un testimonio de amor y resistencia en tiempos de odio. Anna Hájková destacó la importancia de su relato, subrayando que de las 52.000 entrevistas con sobrevivientes del Holocausto en los archivos de la Fundación Shoah, casi ninguna aborda las relaciones homosexuales.

En 2021, la vida de Margot fue dramatizada en la obra de teatro “The Amazing Life of Margot Heuman”, una colaboración entre Hájková y Erika Hughes, directora de teatro enfocada en el Holocausto. Esta obra, que se estrenó en el Brighton Fringe Festival, viajó a varios lugares, incluyendo la Universidad de Hamburgo y el Museo Judío de Viena, difundiendo su historia a un público más amplio.

Una escena de la obra de teatro inspirada en la vida de Margot Heuman
Una escena de la obra de teatro inspirada en la vida de Margot Heuman

Margot falleció el 11 de mayo de 2022, a los 94 años, en un hospital en Green Valley, Arizona. Su legado perdura no solo a través de su familia —su hijo Dan y su hija Jill, cinco nietos y un bisnieto— sino también en la memoria colectiva de una comunidad que reconoce la necesidad de contar todas las historias del Holocausto. Su vida, marcada por el amor y la resistencia, ilumina aspectos de la Shoah que permanecieron en la sombra durante demasiado tiempo.

Margot manejó su legado como sobreviviente con la misma discreción con la que vivió su sexualidad. No lo ocultó, pero tampoco lo proclamó, esperando a que sus hijos preguntaran para contarles, siempre de una manera que consideraba apropiada para su edad. Su tatuaje de Auschwitz, alguna vez presentado a su hija como un número de teléfono, simboliza la sutileza con la que Margot abordaba su pasado. “Siempre supe que era una sobreviviente de la guerra”, dijo su hija Jill. Pero los detalles más oscuros y dolorosos, las historias de amor y pérdida, emergieron con el tiempo, como fragmentos de un espejo roto que finalmente se reensamblan para mostrar una imagen completa.

Margot Heuman, con su vida, enseñó que incluso en los lugares más oscuros, la luz del amor puede brillar, y que el testimonio más poderoso es el que se cuenta en su totalidad, sin esconderse, sin vergüenza. Su historia, rescatada del olvido por la dedicación de aquellos que comprendieron su importancia, es un faro para las futuras generaciones, recordándonos que en la memoria reside la verdadera justicia.

En sus últimos años, Margot Heuman encontró una paz particular en Green Valley, Arizona. Lejos del bullicio de Nueva York, el desierto le ofrecía un espacio para reflexionar sobre su vida y su legado. Decidió formalmente salir del armario con su familia, aunque para ellos no fue una sorpresa. Jill Mendelson, su hija, siempre había sabido que su madre era lesbiana. Cuando Margot llamó a su nuera, Lyndsey Layton, para compartir la noticia, la reacción fue de aceptación inmediata: “Sí, claro que sí, Margot.”

Su historia, contada con toda su complejidad, desafió el silencio que había rodeado las voces LGBTQ+ del Holocausto.

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