El dramático caso de Charla Nash, la mujer a la que un chimpancé le destruyó los párpados, la nariz y la mandíbula

Tras el brutal ataque, hace 15 años, enfrentó innumerables cirugías reconstructivas e incluso un trasplante de rostro. El estremecedor llamado al 911 el día de la tragedia. IMÁGENES SENSIBLES

Guardar
“Policía, un chimpancé está matando a mi amiga”: el llamado al 911 durante el ataque a Charla Nash CBS

El 16 de febrero de 2009 se transformó en una pesadilla para Charla Nash. Aquel día visitó la casa de su amiga Sandra Herold en Stamford, Connecticut, como tantas otras veces. Pero lo que comenzó como una reunión amistosa terminó en un episodio desgarrador que marcaría la vida de Nash para siempre.

Travis, el chimpancé de la familia Herold, había sido parte del hogar durante más de una década. Adoptado a los tres días de nacido, creció como un miembro más de la familia, hasta que un comportamiento errático comenzó a manifestarse, generando preocupación.

Trágicamente, durante esa visita, rutinaria, el chimpancé, sin previo aviso, se lanzó sobre ella, arrojándola contra su auto y arrastrándola al suelo. La brutalidad extrema. Travis desfiguró a Charla, arrancándole los párpados, la nariz, la mandíbula y los labios.

El salvaje asalto de Travis a Charla Nash

Charla Nash junto a Travis,
Charla Nash junto a Travis, el chimpancé

El fin de semana del 14 y 15 de febrero de 2009, Sandra Herold y Charla Nash decidieron escapar un poco de su rutina y emprendieron un viaje al Mohegan Sun Casino en Montville, Connecticut. Sandra llevó a su amiga al salón de belleza del casino antes de recorrer el lugar, en una salida poco común para ambas.

Sin embargo, cuando regresaron el 16 de febrero, la situación dio un giro dramático. Sandra Herold encontró al chimpancé Travis extremadamente agitado. En un intento por calmarlo, Sandra puso una dosis del fármaco tranquilizador Xanax en su té de la tarde, aunque no logró relajar al chimpancé. El animal, conocedor delas rutinas de la casa, tomó las llaves de Sandra del mostrador de la cocina, abrió la puerta y salió al patio.

Inquieta por la actitud del chimpancé, Sandra le pidió a Charla que la ayudara a traer de vuelta al animal a la casa. Para intentar atraerlo, la mujer le mostró su juguete favorito, un muñeco Tickle-Me-Elmo.

En ese momento el animal cambió completamente de actitud, se paró sobre sus dos piernas y la arrojó contra su auto. Luego, la arrastró por el suelo y continuó atacando ferozmente a Charla, causando daños devastadores.

Charla Nash después de las
Charla Nash después de las cirugías reconstructoras de rostro (AP)

Sandra Herold intentó desesperadamente detener a Travis, golpeándolo con una pala y luego apuñalándolo con un cuchillo de carnicero, pero el chimpancé no dejaba de atacar. Finalmente, Sandra corrió a su casa y llamó frenéticamente al 911. “¡Está matando a mi amiga! ¡Por favor, apresúrate! ¡Se la está comiendo!”, gritó, apenas comprensible por el pánico.

Cuando la policía llegó al lugar, encontraron a Travis merodeando por el área, cubierto de sangre. Un oficial le disparó varias veces, pero el chimpancé, herido, corrió hacia la casa y finalmente murió en su habitación.

Trozo de carne, dedos y casi la mitad de la sangre de la víctima cubrían el patio. El chimpancé le había arrancado los párpados, la nariz, la mandíbula, los labios y gran parte del cuero cabelludo. A pesar de la gravedad de sus heridas, Charla Nash todavía estaba viva y logró agarrar la pierna del oficial cuando se acercó, incrédulo, a su cuerpo.

El rostro de Charla Nash
El rostro de Charla Nash después de las cirugías (AP)

Trasladada en estado crítico a la Clínica Cleveland tres días después del ataque, pasó 15 meses en terapia intensiva.

El camino hacia la recuperación de Charla Nash

A quince años del ataque que la dejó irreconocible, Charla Nash sigue luchando por reconstruir su vida. Hoy, la mujer que sobrevivió al brutal asalto del chimpancé vive en un centro especializado, donde recibe el cuidado y la atención que sus múltiples cirugías y su delicado estado de salud requieren. Su vida actual está marcada por la resiliencia y la esperanza, aunque también por las secuelas físicas y emocionales que aún persisten.

Charla pasa sus días escuchando audiolibros y realizando ejercicios faciales. Aunque ha perdido gran parte de su independencia, no ha perdido su espíritu. “No pienses en el pasado y en lo que pasó,” aconseja Charla. “Piensa en lo que vas a ser en el futuro y en lo que quieres hacer a continuación. No te rindas nunca.” Este mantra, repetido una y otra vez, refleja la fortaleza interior que la ha sostenido durante estos años.

Charla Nash hoy (Photo by
Charla Nash hoy (Photo by Win McNamee/Getty Images)

A pesar de sus esfuerzos, la vida de Charla es una constante batalla. “Perdí mucha independencia. Podía cambiar la rueda de mi camión y ahora no puedo ni alimentarme. Es muy difícil vivir. Ni siquiera vivir, medio vivir. A veces querés llorar, querés salir, querés algún tipo de hogar. No sé cuál es mi futuro, es eso lo que me da miedo,” confesó al Boston Herald en 2014. La incertidumbre sobre su futuro es una sombra persistente, un recordatorio constante de la fragilidad de su situación.

El impacto del ataque en su salud ha sido devastador. Charla ha pasado por innumerables cirugías, incluyendo un trasplante de cara y manos, aunque estas últimas tuvieron que ser removidas debido a infecciones. En 2016, enfrentó una nueva crisis cuando su cuerpo rechazó el trasplante de rostro, obligándola a ser internada de urgencia. Afortunadamente, logró sobrevivir a esta complicación, pero el incidente resaltó la precariedad de su estado de salud.

En medio de estas dificultades, Charla ha mantenido una notable determinación. Su historia ha inspirado a muchos y ha contribuido a debates sobre la seguridad de tener animales salvajes como mascotas. Las cicatrices visibles son solo una parte de su transformación; el verdadero cambio ha ocurrido en su espíritu indomable.

Nash demandó a Sandra Herold y recibió 4 millones de dólares de la herencia familiar. Sandra falleció en 2010 a los 72 años debido a un aneurisma aórtico.

Guardar