Craig Mackinlay, diputado del Partido Conservador británico, sufrió hace ocho meses un episodio de sepsis que estuvo a punto de costarle la vida. La sepsis es una condición poco común pero grave; se desarrolla cuando el sistema inmunológico reacciona exageradamente a una infección y empieza a atacar los propios tejidos y órganos. Sin tratamiento rápido, puede convertirse en choque séptico y causar fallas orgánicas.
La historia de Mackinlay comenzó el 27 de septiembre del 2023, cuando, a sus 57 años, empezó a sentirse mal. Inicialmente, no le dio mucha importancia, se hizo una prueba de COVID-19 que resultó negativa y se acostó temprano. Durante la noche, su condición empeoró y su esposa Kati, quien es farmacéutica, se preocupó seriamente, al notar que no podía sentir su pulso y que sus brazos estaban fríos. Al amanecer, decidió llamar a una ambulancia.
Al llegar al hospital, la piel de Mackinlay se había vuelto de un azul muy extraño. “Todo mi cuerpo, de arriba a abajo, las orejas, todo, azul”, señala a la BBC. Había entrado en un estado séptico. Fue puesto en un coma inducido que duró 16 días. Los médicos advirtieron a su esposa que debía prepararse para lo peor, describiendo a Mackinlay como ”una de las personas más enfermas que jamás habían visto”. Sus posibilidades de supervivencia eran apenas del 5%.
Ante la insistencia de su esposa, Mackinlay fue trasladado al hospital St. Thomas en Londres, cercano al edificio del Parlamento británico. Aunque casi no recuerda el traslado, sí rememora los extraños sueños, probablemente provocados por la morfina. Al despertar, enfrentó una dura realidad: sus extremidades estaban negras y endurecidas. Los médicos discutían sobre la necesidad de amputarlas. Mackinlay, sorprendentemente, aceptó la situación estoico. Fue sometido a una operación para amputar sus manos y pies el 1 de diciembre.
Después de la operación, despertó sintiéndose extrañamente alerta y se preguntó si realmente había sido operado. “Pero me desperté, miré hacia abajo y obviamente te das cuenta de que lo habían hecho”, recuerda a la BBC. La Navidad fue sombría, pero la pasó en familia, incluida su hija Olivia de 4 años, quien se adaptó rápidamente a la nueva realidad de su padre.
Mackinlay recuerda la conmoción que sintió al despertar de un coma inducido para descubrir que sus extremidades se habían vuelto completamente negras. “Eran como plástico, como si fueran a caerse. Estaban desecadas y contraídas. Los médicos lograron salvar sus extremidades por encima de los codos y las rodillas. “Así que podría decir que tengo suerte”, agregó a la BBC.
El parlamentario expresó ante sus compañeros su deseo de ser conocido como el primer “diputado biónico” después de que le colocaran prótesis de piernas y manos.
Aprender a caminar con las prótesis fue un proceso lento y doloroso. Primero, tuvo que reconstruir los músculos atrofiados. “Mis piernas nunca han sido grandes, siempre digo que tengo patas de pollo, pero ahora son patas de gorrión. No tenían ningún músculo”, explica a la BBC. Poco a poco, fue retomando la capacidad de caminar. El 28 de febrero, cinco meses después de su sepsis, logró dar sus primeros 20 pasos sin ayuda.
Sus prótesis de manos, aunque impresionantes, nunca serán lo mismo. Originalmente proporcionadas por el Servicio Nacional de Salud (NHS), Mackinlay, optó por comprar prótesis más avanzadas. Las describió como “objetos toscos” que le recordaban “algo de la época medieval”. Aparte de la pérdida de sus extremidades, la sepsis dejó cicatrices en su rostro y encías, aflojando sus dientes frontales.
Luego de 8 meses, el diputado Michael Mackinlay, miembro del parlamento británico, regresó a sus labores legislativas y fue recibido con un aplauso unánime de pie y emotivo por parte de sus colegas. El emotivo recibimiento se dio en el contexto del pleno de la cámara.