Chefchaouen, sin duda, tiene un nombre complicado de pronunciar, pero su estampa es fácil de reconocer. No en vano se le llama “la ciudad azul”. Este nombre se debe a las fachadas de sus casas, además de las escalinatas y los patios interiores, que están pintadas de añil y blanco. Pasear por las laberínticas calles, ubicadas en una de las laderas de la cordillera del Rif, es una invitación a soñar con los colores del cielo y el mar.
Fue fundada en 1471, alberga a más de 42 mil personas y su zona antigua tiene una apariencia muy similar a la de los pueblos andaluces, con callejuelas de trazado irregular y casas encaladas con tonos azules. La premisa inicial de este viaje es perderse por las estrechas calles de la ciudad, todas pintadas de azul. Recorrer la parte baja y alta de este lugar es ideal para dejar un recuerdo en la retina. Como curiosidad, gran parte de los habitantes de Chefchaouen saben hablar español.
¿Por qué las casas de esta ciudad están pintadas de azul? Hay dos teoría. La primera es que el color azul espanta a los mosquitos. La otra es por el sofocante calor que exhibe este pintoresco lugar. Sean o no argumentos válidos, lo cierto es que Chefchaouen es uno de los pueblos más bonitos del noroeste de Marruecos.
En este país, también es considerada este pueblo un destino privilegiado para los amantes de la naturaleza, ya que abundan los senderos que invitan a caminar por las montañas circundantes. Todo un descubrimiento que perdurará, por su belleza y encanto, en el corazón del viajero.
Chefchaouen fue fundada por los bereberes, un grupo de personas que pertenecen a etnias autóctonas del norte de África. Estos eligieron un impresionante territorio rodeado por las montañas del Rif, donde se refugiaron los moriscos y judíos expulsados de España por los Reyes Católicos. Esta es probablemente la razón por la cual la parte antigua de la ciudad se parece a un pueblo andaluz. Cabe recordar que fue considerada una “ciudad santa” y hasta el año 1920 fue un destino prohibido para los extranjeros que no profesaban la religión musulmana. Hoy, sin embargo, es uno de los grandes centros turísticos de Marruecos.
Una de las primeras actividades que se debe ver en esta ciudad es la Kasbah, un grupo de fortalezas elaboradas con barro y piedra, que servían como residencias y defensas para las tribus bereberes en Marruecos y se encuentra ubicada en el centro del casco antiguo. La Kasbah tiene un museo que también merece la pena visitar, ya que tiene una importante colección de armas antiguas, fotografías históricas de la ciudad y valiosos textiles.
La encantadora medina de esta pequeña ciudad está atravesada por calles estrechas y sinuosas que invitan al viajero a perderse entre sus pequeños comercios de vistosos colores. Ubicada en la ladera de la montaña, ofrece la posibilidad de conocer y descubrir a los habitantes que trabajan y viven aquí. En la medina se distribuyen los artesanos de la madera, la lana y el curtido, que ofrecen su valiosa mercancía a los visitantes.
En los alrededores de Chefchaouen existen numerosos destinos, tanto de naturaleza como urbanos, que merece la pena visitar si el viajero tiene tiempo. Uno de ellos es la ciudad de Tetuán, ubicada a 63 kilómetros de distancia, pero también hay lugares al aire libre tan singulares como las refrescantes cascadas de Akchour, dentro del Parque Nacional de Talassemtane; el Puente de Dios, una pasarela rocosa desde la que se divisan bonitos paisajes; o la cueva de Knadel, una misteriosa cueva, ideal para explorar con un guía.
En Chefchaouen existen numerosos restaurantes donde se puede degustar la deliciosa cocina tradicional marroquí. Muchos de ellos se encuentran en torno a la Plaza Uta al-Hamman, la plaza principal de la ciudad, como los célebres restaurantes Hamsa, Sofía o Casa Aladdin. Esta es un lugar ideal para descansar y disfrutar de los platos típicos de la zona.
Además, la ciudad cuenta con diversas opciones de alojamiento, desde hoteles boutique hasta acogedoras casas de huéspedes, que permiten a los visitantes sumergirse en la atmósfera local. Las terrazas de estos alojamientos ofrecen vistas espectaculares de las montañas y los emblemáticos tejados azules. Así, Chefchaouen se consolida como un destino esencial para aquellos que buscan un viaje lleno de historia, cultura y belleza natural.