La enigmática desaparición de una joven en un Crucero de Disney, un misterio que persiste hace 13 años

En la mañana del 22 de marzo de 2011, el Disney Wonder navegaba tranquilamente frente a la costa de México. A bordo, la tripulación del famoso crucero temático iniciaba su rutina diaria, sin sospechar que en las próximas horas se enfrentarían a uno de los misterios más inquietantes de su historia: la desaparición de Rebecca Coriam. La joven británica de 24 años, parte del equipo de animación del barco, se esfumó sin dejar rastro, desafiando las múltiples cámaras de seguridad y la vigilancia constante de la embarcación.

Rebecca había estado en contacto con su familia la noche anterior, utilizando Facebook y Skype para asegurarles que los llamaría al día siguiente. Esa llamada nunca llegó. Las últimas imágenes que la captaron con vida la mostraban en una conversación telefónica visiblemente afectada, sus gestos denotaban una mezcla de estrés y preocupación. Horas más tarde, cuando no se presentó a su turno de trabajo a las 9 de la mañana, se activaron las alarmas entre sus compañeros. La búsqueda se inició inmediatamente, pero Rebecca no estaba en su habitación ni respondió a los llamados por altoparlante.

La última pista visible fue capturada por las cámaras del barco: en el video, un hombre se le acerca y ella le asegura que está bien antes de alejarse y desaparecer de la vista. Con el Disney Wonder en aguas mexicanas, tanto la Guardia Costera norteamericana como la Armada mexicana iniciaron una búsqueda exhaustiva en el mar, sin éxito. No se encontró ningún cuerpo ni rastro que indicara una caída al agua.

La investigación oficial, encabezada por un detective de la policía de Bahamas (país en el que estaba registrado el crucero), dejó mucho que desear. Según el testimonio de los padres de Rebecca, quienes viajaron inmediatamente desde Inglaterra, el detective pasó solo un día a bordo, entrevistando a algunos miembros de la tripulación y omitiendo a los pasajeros. “Fue una absoluta vergüenza”, declaró Stephen Mosley, miembro del Parlamento británico y cercano a la familia Coriam. “A las autoridades de Bahamas jamás les interesó buscarla, mucho menos encontrarla”. La frustración de los Coriam aumentó al recibir poca o ninguna información sobre el progreso de la investigación, un patrón de silencio que reforzaba su sospecha de que Disney sabía más de lo que admitía.

Entre las múltiples teorías sobre la desaparición de Rebecca, la más difundida entre la tripulación fue que había caído por la borda, una explicación que parecía conveniente pero poco probable. Las condiciones del mar esa noche eran tranquilas, sin olas de gran magnitud que pudieran haberla arrojado al océano. Además, las cámaras de seguridad, omnipresentes en el crucero, no registraron ninguna caída. Un par de sandalias encontradas cerca de la piscina de la tripulación fueron inicialmente consideradas como una pista, pero luego se descartó que pertenecieran a Rebecca.

“Disney sabe exactamente lo que pasó”, comentó un miembro de la tripulación al periodista Jon Ronson, quien abordó el Wonder meses después para investigar el caso. “Todo aquí está grabado. Hay cámaras por todas partes. Disney tiene la cinta.” Sin embargo, estas afirmaciones no lograron disipar el misterio. La pista más intrigante, y quizás la más perturbadora, es la falta de evidencia concluyente en un barco resguardado por una tecnología de vigilancia tan avanzada.

Las respuestas, hasta hoy, se mantienen ocultas tras un velo de suposiciones y una aparente indiferencia de las autoridades involucradas. La desaparición de Rebecca sigue siendo un enigma, una herida abierta en el corazón de una familia que aún clama por justicia y verdad.

La desaparición de Rebecca Coriam dejó a sus padres, Mike y Annmaria Coriam, sumidos en una desesperación que solo se acrecentó con la falta de respuestas claras. Desde el primer momento, la pareja se volcó a encontrar la verdad sobre lo que había ocurrido con su hija.

Viajaron a Los Ángeles para abordar el crucero y enfrentar a las autoridades de Disney, pero su encuentro estuvo plagado de sombras y subterfugios. Fueron llevados en un coche con ventanas tintadas y subidos al barco por una entrada lateral poco utilizada, evitando así el contacto con el público y otros pasajeros. El capitán del navío les ofreció sus condolencias y presentó una teoría que resultaba difícil de creer: Rebecca había sido arrastrada por una ola mientras estaba en la piscina de la tripulación.

A medida que los meses pasaban sin respuestas satisfactorias, la frustración de los Coriam se transformó en acción. Criticaron abiertamente a Disney y a las autoridades de Bahamas por lo que consideraban una investigación superficial y desinteresada. En 2016, lograron llegar a un acuerdo extrajudicial con Disney, aunque los términos exactos del acuerdo nunca se hicieron públicos. Este arreglo, sin embargo, no trajo consuelo ni respuestas. La incertidumbre continuaba erosionando la esperanza de obtener una resolución completa.

En el primer aniversario de la desaparición de Rebecca, Mike Coriam recibió un correo electrónico de una mujer que afirmaba haber visto a su hija en las calles de Venecia, Italia, el verano anterior. Aunque esta pista no condujo a nada concreto, destacó la persistente sombra de dudas y posibles avistamientos que acechaban a la familia. “Era solo un correo electrónico, pero parecía legítimo”, comentó su tío, que subrayó la angustia que cada nueva pista les causaba.

La intervención de periodistas también fue crucial para mantener viva la búsqueda de respuestas. El periodista galés Jon Ronson, con permiso de los Coriam y el respaldo de “The Guardian”, se infiltró en el Disney Wonder como turista para investigar. Sin embargo, sus indagacioness no proporcionaron la evidencia concreta necesaria para resolver el caso, sino que añadieron capas de sospechas y teorías.

Rebecca Coriam había mostrado desde joven una pasión por la aventura y el servicio. Trabajó en el zoológico de Chester y se unió a los cadetes del ejército británico en su adolescencia, una experiencia que la formó en disciplina y liderazgo. Estudió Ciencias del Deporte en la Universidad de Plymouth y, más tarde, en la Universidad Liverpool Hope. Su amor por los deportes y la enseñanza la llevó a Camp America, en Maine, donde enseñó deportes a niños durante cuatro meses.

En junio de 2010, Rebecca se trasladó a Londres para entrevistarse para un puesto en Disney Cruise. Fue contratada y enviada a trabajar en el parque temático de Disneyland en Orlando, Florida. Tras cuatro meses de entrenamiento y trabajo en los cruceros de la compañía, regresó al Reino Unido por dos meses antes de embarcarse nuevamente. Su último regreso a Chester fue para asistir al funeral de su abuelo, una pausa breve antes de volver a su puesto en el Disney Wonder.

Rebecca mantenía constantes encuentros virtuales con su familia, utilizando Facebook y Skype para mantenerse conectada. El 21 de marzo de 2011, envió su último mensaje, prometiendo llamar al día siguiente. Cuando esa llamada no llegó, comenzó un calvario para su familia que aún no ha terminado.

La ausencia de pruebas concluyentes y las múltiples teorías solo aumentaron la intriga en torno a la desaparición de Rebecca Coriam. Mientras tanto, su familia sigue luchando, no solo por respuestas, sino por justicia en un caso que parece envuelto en un mar de silencio y secretos corporativos.