Un falso Tom Cruise y Netflix: cómo funciona la unidad de la UE que lucha contra las fake news de Rusia

El equipo que combate la manipulación de la información y las injerencias extranjeras identifica al Kremlin como la principal amenaza

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El presidente ruso, Vladímir Putin (Reuters)
El presidente ruso, Vladímir Putin (Reuters)

Desde Bruselas.- Un documental narrado con la voz de un falso Tom Cruise cuyo tráiler incluso comienza con el clásico “tu-dum” de Netflix; que Volodimyr Zelensky, el presidente ucraniano, le compró una casa al rey Carlos III de Inglaterra con dinero de Occidente; y artículos publicados en The Guardian o France 24 que revelan supuestos escándalos de corrupción… Con todo eso -y más- se encuentra la Unidad especializada de la Unión Europea que lucha contra la manipulación de la información y las injerencias extranjeras.

Según explican en Bruselas, todos estos casos provienen de un mismo foco malicioso: Rusia.

“Los actores amenazantes son Rusia y China principalmente”, explican en la sede central del bloque europeo donde la Unidad está compuesta por 45 personas que buscan contrarrestar las intenciones del Kremlin de “dividir y aislar” a los europeos.

El grupo de trabajo se conformó en 2014, con la anexión ilegal de Crimea a Rusia y desde entonces fue ampliando su área de cobertura desde Europa central, a los Balcanes, Medio Oriente y África. En América Latina todavía no hay gran desarrollo.

En la era digital, donde la información se propaga a velocidades vertiginosas, Rusia ha logrado perfeccionar sus métodos de manipulación en redes sociales y motores de búsqueda. “Llevamos 10 años ocupándonos de Rusia. Ellos siguen cambiando las estrategias y nosotros nos vamos adaptando”, detallan.

Moscú ha demostrado una notable capacidad para adaptarse y evolucionar en el ámbito de la manipulación digital. Utilizando métodos avanzados, sus operadores han logrado infiltrarse en plataformas populares de redes sociales y manipular los algoritmos de los motores de búsqueda para amplificar narrativas favorables a los intereses del Kremlin.

Este proceso implica desde la creación de cuentas falsas y la difusión de contenido manipulado hasta la explotación de lagunas en las políticas de seguridad de las plataformas tecnológicas.

Este equipo de la UE trabaja con cooperación intraeuropea y con la sociedad civil. Además, comparte información con los Estados miembro, con la OTAN, el G7, y también con las grandes compañías tecnológicas, en especial con Meta, Google y Microsoft. Sin embargo, desde que Elon Musk compró Twitter y la convirtió en X, advierten que es cada vez más difícil tratar con ellos.

La unidad de la UE dedicada a desmontar fake news y a impedir que influyan en los procesos europeos -por ejemplo elecciones- también se apoya en organizaciones de fact checking que, en general, alertan de manera temprana cuando el Kremlin pone en marcha su maquinaria. Esta alianza es clave, porque el equipo no puede abarcar las investigación de tamaño caudal de operaciones.

Europa teme que el Kremlin intente influir en las elecciones europeas de junio (Reuters)
Europa teme que el Kremlin intente influir en las elecciones europeas de junio (Reuters)

Estas campañas de manipulación extranjera son siempre dañinas y lanzan ataques coordinados de desinformación. La virulencia se amplifica en momentos clave como las elecciones. De hecho, en pocos días nada más, del 6 al 9 de junio, todos los países del bloque votarán al nuevo Parlamento Europeo y la Unidad ya está trabajando con la intención de impedir que el Kremlin influya en los comicios.

En Bruselas explican que durante los procesos electorales hay patrones de comportamiento que se replican: tres meses antes comienzan las campañas de manipulación, cuando falta un mes para los comicios se intensifican y las últimas 72 horas son cruciales.

La UE recalca que es clave mantener los valores del bloque, porque no todas las narrativas relacionadas al Kremlin son campañas de desinformación. “El desafío es discernir entre manipulación y libre opinión”, aseguran. Y agregan: “La democracia va primero, no puede haber censura”. Ahora bien, si identifican que una misma historia se distribuye en simultáneo por cientos de webs o en canales de propaganda, y es amplificada para impulsar comentarios a través de granjas de trolls, eso no es libertad de expresión, es manipulación.

En uno de los últimos casos, bautizado como “la campaña de Doppelgänger (doble en alemán)”, la Unidad europea identificó una veintena de artículos sospechosos que aparecían en medios prestigiosos de comunicación, como el británico The Guardian, el alemán DW o France 24 y, desde allí se replicaban. Lo que circulaba eran capturas de pantalla de esos artículos. Sin embargo, se descubrió que no eran piezas de esos medios, eran doppelgänger de webs que se hacían pasar por ellos.

Como una de las víctimas era francesa, inmediatamente se comunicó lo hallado al gobierno de Macron. Ellos investigaron, siguieron la ruta del dinero que financiaba la creación de estos artículos, y descubrieron que se trataba de empresas de relaciones públicas basadas en Crimea, y financiadas por Rusia.

El caso finalmente llegó al Consejo Europeo que decidió sancionar a estas compañías y sus responsables.

Además de recurrir a los Estados miembros para que sus fuerzas lleven adelante las investigación, la Unidad de lucha contra la manipulación de la información y las injerencias extranjeras lleva adelante un monitoreo constante. Una vez que identifican una campaña o la amplificación de fake news, buscan exponerlas.

El equipo elabora informes anuales pero para la UE no es suficiente. “No queremos propagar la paranoia pero hay que construir un compromiso colectivo para que antes de compartir o repostear algo haya un análisis”, afirman en Bruselas.

“Fomentamos el cauteloso escepticismo”, repiten casi a modo educativo. Lamentablemente, advierten, “ellos (por Rusia) son muy buenos”.

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