En un hito demográfico sin precedentes, el mundo se aproxima a un punto de no retorno en el que la tasa global de fertilidad podría caer por debajo del nivel requerido para mantener constante la población. Este fenómeno, que podría estar ocurriendo ya, se observa en casi todas partes, independientemente del ingreso, la educación y la participación laboral de las mujeres.
“El invierno demográfico está llegando”, advirtió en diálogo con The Wall Street Journal Jesús Fernández-Villaverde, economista especializado en demografía de la Universidad de Pensilvania. La caída en la tasa de natalidad tiene implicaciones profundas para la forma en que vivimos, el crecimiento económico y el poderío geopolítico de las naciones.
En el panorama actual, la humanidad se encuentra en un cruce demográfico que podría redefinir las estructuras sociales y económicas del futuro. La tasa global de fertilidad disminuye a un ritmo que pronto podría llevarla por debajo del nivel necesario para mantener constante la población mundial, un fenómeno que genera alarmas en múltiples esferas.
Ante esta situación, líderes gubernamentales alrededor del mundo han expresado su preocupación por las fuerzas laborales menguantes, el crecimiento económico lento y los sistemas de pensiones insostenibles; sin mencionar el declive en la vitalidad social que conlleva una sociedad con cada vez menos niños. “El número de nacimientos que están reportando los registros nacionales está entre un 10% y un 20% por debajo de lo que proyectaba la ONU”, señala Fernández-Villaverde, indicando la magnitud de la discrepancia con las expectativas previas.
Según las estimaciones más recientes del Instituto de Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, se espera que la población mundial alcance su punto máximo en alrededor de 9.500 millones en 2061, para luego comenzar a declinar. Estas proyecciones actualizadas sugieren una realidad más grave de lo anticipado anteriormente por la ONU, que en 2017 preveía una población de 11.200 millones para el año 2100, cifra revisada a la baja a 10.400 millones, con un pico esperado en la década de 2080.
Disminución global de la fertilidad
El descenso de la fertilidad no se limita a una región específica, sino que es un fenómeno mundial que abarca desde naciones de altos ingresos hasta países en desarrollo. Tradicionalmente, las naciones más ricas experimentaron una caída en la tasa de fertilidad desde los años 70, pero este fenómeno se ha acelerado y extendido durante la pandemia del COVID-19.
Hoy en día, incluso países con economías emergentes como India, que recientemente superó a China como el país más poblado, están reportando tasas de fertilidad por debajo del nivel de reemplazo, que es de aproximadamente 2.1 hijos por mujer para mantener la población estable.
Implicaciones económicas y sociales
La reducción en la tasa de natalidad conlleva profundas implicaciones económicas y sociales. Por un lado, las economías enfrentan el envejecimiento de su población y una fuerza laboral decreciente, lo que pone en riesgo el crecimiento económico y la sostenibilidad de los sistemas de pensiones.
Por otro lado, la dinámica social se ve alterada por una proporción cada vez mayor de población anciana frente a jóvenes. Esto plantea desafíos no solo en términos de carga fiscal y productividad, sino también en la vitalidad y renovación cultural y social de las sociedades.
Respuestas gubernamentales
Ante este escenario, diversos líderes mundiales han elevado la cuestión de la fertilidad a un asunto de urgencia nacional. Países como Japón, Italia y, más recientemente, Estados Unidos, con comentarios de figuras políticas como Donald Trump, han iniciado o intensificado programas destinados a incentivar la natalidad. Estos incluyen desde subsidios directos hasta reformas más profundas en políticas de cuidado infantil y licencias parentales. Sin embargo, hasta ahora, estos esfuerzos no han logrado revertir significativamente la tendencia decreciente.
Perspectivas demográficas
Según proyecciones de las Naciones Unidas, en 2017, se esperaba que la población mundial, que entonces era de 7.6 mil millones, continuara creciendo hasta alcanzar los 11.2 mil millones en 2100. Sin embargo, estas estimaciones han sido revisadas y ahora se espera que la población alcance un pico de 10.4 mil millones en la década de 2080 y luego comience a declinar.
Instituciones como el Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington sugieren incluso un pico más temprano, alrededor de 9.5 mil millones en 2061, seguido por un declive. Esa tendencia ajustada refleja no solo un cambio en las expectativas demográficas, sino también una nueva realidad a la que los gobiernos y sociedades deben adaptarse.
Factores que influyen en la caída de la fertilidad
Diversos factores están contribuyendo a la caída de la fertilidad global. Entre ellos, los cambios económicos juegan un papel crucial, la urbanización, el aumento del nivel educativo, especialmente entre las mujeres, y una mayor participación en la fuerza laboral son algunos de los elementos que han llevado a las parejas a optar por tener menos hijos.
Además, aspectos como el acceso a métodos anticonceptivos y la decisión de posponer la maternidad para priorizar la carrera profesional o la estabilidad económica influyen significativamente en las tasas de natalidad.
Curiosamente, un estudio de la Universidad de Maryland en 2021 encontró que factores como las leyes de notificación parental sobre abortos, el desempleo o el costo de la vida, explicaban muy poco de la disminución. Eso sugiere que cambios más amplios y difíciles de medir en las preferencias y percepciones sociales pueden estar en juego.
Impacto cultural y tecnológico
El impacto de la cultura global y la tecnología en las tasas de fertilidad es notable, especialmente en los países en desarrollo. La urbanización y la difusión de internet han expuesto a comunidades tradicionalmente aisladas a nuevos estilos de vida y expectativas sociales, donde familias más pequeñas y un mayor estándar de vida se ven como lo ideal.
Esta “conexión con la cultura global” redefinen las normas sociales en muchos lugares, lo que hace que incluso en países con menores ingresos y donde tradicionalmente no trabajan muchas mujeres, las tasas de fertilidad estén cayendo.
La historia demográfica nos enseña que las transiciones en las tasas de fertilidad no son fenómenos nuevos. La “transición demográfica” se refiere al cambio histórico observado inicialmente en los países industrializados en el siglo XVIII, donde la mortalidad y la fertilidad comenzaron a declinar, y más niños sobrevivían a la infancia, lo que redujo la necesidad de familias numerosas.
Este proceso se vinculó con mejoras en el nivel de vida, la educación y la salud. Algunos demógrafos sugieren que lo que estamos viendo hoy podría ser parte de una “segunda transición demográfica”, donde los valores hacia la individualidad y menos énfasis en la procreación están llevando a tasas de natalidad aún más bajas. Esta nueva fase está marcada por un reajuste en las prioridades personales y familiares hacia la realización individual más que la reproducción.