Investigadores de la Universidad de Florida, liderados por el biólogo reproductivo Zongliang “Carl” Jiang, están en proceso de gestar un gran animal sin utilizar espermatozoides ni óvulos, a través de embriones sintéticos desarrollados desde células madre.
Este proyecto, que hasta ahora era un territorio inexplorado, llamó la atención de la comunidad científica y podría tener implicaciones importantes no solo en la cría de ganado, sino también en la conservación de especies y en la medicina reproductiva humana.
Aproximadamente hace una década, científicos observaron que las células madre, colocadas en contenedores plásticos, pueden autoensamblarse y tratar de formar un embrión. Estas estructuras, a veces denominadas “modelos de embrión” o embriones, fueron adquiriendo gradualmente mayor realismo.
En 2022, un laboratorio en Israel logró desarrollar la versión de un ratón con pliegues craneales y un corazón latente. En Florida, el equipo de Jiang está llevando la investigación un paso más allá, buscando generar un animal vivo completo a partir de estos embriones sintéticos. “Nunca ha habido un nacimiento sin un óvulo”, enfatiza Jiang, subrayando la importancia de este proyecto.
El método se basa en la creación de “blastoides bovinos”, que emulan a los blastocistos utilizados en los procedimientos de fecundación in vitro. Estos blastoides se generan en grandes cantidades, teóricamente por decenas de miles, lo cual presenta una potencial revolución en la cría de ganado al posibilitar que todos los terneros de un año sean copias del ejemplar más musculoso, optimizando la producción de carne de manera significativa. Carlos Pinzón-Arteaga, veterinario que lideró el trabajo de laboratorio en Texas, manifestó su entusiasmo por el proyecto, comparándolo con un “Star Wars con vacas”.
Este enfoque también ha despertado el interés de la industria, con empresas como Genus PLC adquiriendo patentes sobre embriones sintéticos y financiando parte del esfuerzo de investigación de Jiang, esperando capitalizar sobre cualquier descubrimiento. Asimismo, la tecnología abre puertas para la conservación de especies en peligro e incluso extintas, ofreciendo una posible vía para “devolverles la vida” mediante gestación en especies sustitutas cercanas.
Sin embargo, el proyecto no está exento de desafíos técnicos y éticos. Los embriones sintéticos, aunque comparten similitudes con los naturales, todavía presentan diferencias grandes, como una organización y proporción incorrectas de sus partes. “No los llamaría embriones todavía, porque todavía no podemos decir si están sanos o no”, dice Jiang. “Esos linajes están ahí, pero están desorganizados”.
Además, existe un intenso debate sobre las aplicaciones humanas de esta tecnología, especialmente tras los recientes cambios en las leyes de aborto en Estados Unidos. “Si funciona en un animal, puede funcionar en un humano”, advierte Pinzón-Arteaga, ahora en Harvard Medical School, subrayando la dimensión ética que acompaña a esta innovación.
A pesar de los obstáculos, el optimismo prevalece entre los investigadores. Jiang aspira a lograr una gestación que dure 30 días como un primer paso hacia el desarrollo completo de un ternero, aunque esto pudiera requerir múltiples intentos, rememorando los desafíos que enfrentaron los primeros esfuerzos de clonación con la oveja Dolly.
La palabra de los científicos
El desafío de crear vida a partir de materia sintética es muy complejo y uno de los deseos de la mayoría de los científicos. Por esa razón, Jiang se defendió de los ataques de quienes no comparten su idea de preñar vacas con estos embriones. “Todo el mundo dice que es genial, muy importante, pero muéstrenme más datos: muéstrenme que puede afectar al embarazo. Entonces ese es nuestro objetivo”, explicó el profesional.
“Las células madre son tan inteligentes que saben cuál es su destino”, dice Jiang. “Pero también necesitan ayuda”. Por su parte, el veterinario Pinzón-Arteaga determinó: “Me encantaría que esto se convirtiera en clonación 2.0″.