En el corazón de las montañas del Cáucaso de Georgia, se esconde un destino que, aunque carece de la infraestructura glamorosa de los resorts, atrae a visitantes de todo el mundo en busca de una experiencia incomparable. Se trata de Ushguli, un conjunto de pueblos medievales. El histórico lugar, además, ofrece una aventura de esquí fuera de lo común, lejos del bullicio comercial de los destinos populares.
Este remoto rincón de Georgia, en la región de Svaneti, está situado a unos 2.100 metros sobre el nivel del mar. Se destaca por su impresionante paisaje alpino, por su rica historia y su vibrante cultura local. La comunidad de Ushguli, compuesta por cerca de 300 residentes distribuidos en cuatro aldeas: Chakhashi, Chviani, Zhiviani y Murkmeli.
Las aldeas tienen el privilegio de ser el asentamiento más alto de Europa. Se encuentra en la frontera con Asia y ofrece a los visitantes la rarísima oportunidad de deslizarse por pendientes intactas y cubiertas de nieve virgen durante la gran parte del año. Incluso la cantidad de nieve llega a ser tanta que por momentos el pueblo queda aislado.
La hospitalidad georgiana es un pilar fundamental en la experiencia de Ushguli. Con el proverbio “Cada huésped es un regalo de Dios”, este pequeño, pero acogedor pueblo abre sus puertas a los visitantes.
Suelen ofrecer estadías en casas de huéspedes familiares donde se puede disfrutar de comidas compartidas y una inmersión en el estilo de vida local. Estas viviendas, marcadas por la tradición y la calidez de sus anfitriones, permiten a los visitantes entender y apreciar la riqueza cultural de una comunidad que sobrevivió durante siglos en un entorno a menudo hostil.
El legado cultural de Ushguli es evidente en sus emblemáticas e históricas torres de piedra, levantadas entre los siglos IX y XVIII como fortificaciones contra invasores. En la actualidad, estas torres, junto con la arquitectura tradicional del lugar, son reconocidas por la UNESCO desde 1996 y ofrecen a los visitantes una ventana única a la historia del Cáucaso.
La iglesia de Lamaria, otro tesoro local, es una demostración más del paisaje de Ushguli. Este sitio sagrado no solo es un lugar de culto, sino también un testimonio de la fusión entre creencias paganas y cristianas que caracteriza a la región.
La cultura se mezcla con el esquí
Las pistas de Ushguli, libres de remontes y otros servicios modernos, prometen a los esquiadores y practicantes de snowboard aventureros una experiencia pura y desafiante. Además de estar en contacto directo con la naturaleza.
Beqa Phajishvili, guía de montaña y fundadora del “Proyecto Alpino” en Svaneti, entiende que es fundamental la combinación entre el esquí y la tradición local: “He visto cómo conectarse con las tradiciones locales añade un toque especial a la aventura del esquí, convirtiéndola en algo más que un simple descenso de la montaña. Es una experiencia de inmersión en una cultura única”, dijo a National Geographic.
Por eso este destino, no tan conocido, se gana de a poco el corazón de aventureros y amantes de la naturaleza. Y es que esquiar en Ushguli no se compara con nada que hayas experimentado antes.
El inicio de este emocionante viaje usualmente se da en Mestia, el corazón de Svaneti. Para aclimatarse y prepararse para lo que está por venir. Los visitantes son aconsejados de calentar en las pistas de la montaña Hatsvali, muy cerca de la ciudad. El panorama desde aquí es simplemente espectacular, ofrece vistas impresionantes de la montaña Ushba, conocida cariñosamente como el “Matterhorn del Cáucaso” por su imponente belleza.
Pero llegar a Ushguli es, en sí mismo, parte de la aventura. Un trayecto de entre dos y dos horas y media, que puede extenderse dependiendo del clima y las condiciones de la carretera, te separa de uno de los secretos mejor guardados para los esquiadores.
Una vez allí, el esquí de travesía se convierte en el mejor medio para descubrir las inigualables pistas que este lugar ofrece, aunque para los más aventureros, el heliesquí también es una opción popular.
John Crook, un guía de montaña británico con experiencia en ofrecer experiencias de esquí en Svaneti, contó: “Seleccionamos una colina según las condiciones diarias, la subimos, normalmente de 900 a 1.500 metros, y esquiamos desde allí”.
Y luego, contundente sobre la experiencia, cerró: “Es diferente a esquiar en las estaciones, donde hay mucha gente. En Ushguli, eliges tu montaña, tu línea. Es difícil superar el esquí así. Una vez que lo hagas, nunca volverás a esquiar en la estación”.