La capital y ciudad más poblada de Noruega, Oslo, dio hace cinco años un salto significativo en términos de sustentabilidad, cuando eliminó 700 plazas de estacionamiento en la vía pública dentro del centro urbano. En su lugar, se sumaron la construcción de nuevas áreas peatonales, carriles para bicicleta y espacios verdes. Desde entonces, una notable mejora en la calidad de vida se ha observado en la metrópoli de la cual unas 700.000 personas forman parte.
La estrategia principal de Oslo consistió en eliminar drásticamente las plazas de estacionamiento. Hacia 2015, el gobierno local anunció planes ambiciosos para reducir drásticamente la dependencia de los vehículos privados, promoviendo una visión de una ciudad más verde y sostenible.
El portal Fast Company detalla que, de esta forma, prácticamente se obligó a ciudadanos con automóvil a tener que recurrir a alternativas como conseguir garajes dónde estacionar: las excepciones están limitadas a los vehículos de emergencia y a los camiones de reparto en un rango de horario determinado.
Los principales resultados
El mapa del centro urbano se modificó por completo. Primero, un sustancial cambio en la forma de traslado: al incremento en el uso del transporte público año tras año, se sumó el uso de bicicletas como la movilidad que más impulso recibió, con la construcción de carriles y estaciones para moverse con este método. Una notable mejora en la calidad del aire, por la importante reducción en la emisión de gases contaminantes producto de automóviles, a la cual se suma la promoción en términos impositivos como de estacionamiento para autos eléctricos.
Transitada media década desde una ciudad que cambió por completo su sistema de movilidad, los cambios se ven reflejados en números. Son 55 los kilómetros construidos con motivo exclusivo de bicisendas. En este sentido, la información establecida por allí ubica en más de 300.000 a las personas con automóvil que terminaron optando por desistir del uso habitual y terminar reemplazando por la bicicleta.
En declaraciones del portal La Sexta, Lan Marie Nguyen Berg, política noruega, afirmó que su objetivo “es tener un centro libre de coches, mucho más amigable para peatones y ciclistas”, y defendió la medida al destacar que “esto beneficiará a las tiendas y, sobre todo, a la comunidad”.
Nguyen Berg, miembro del Parlamento noruego y quien formó parte de la comisión a cargo del transporte y medio ambiente de Oslo, detalló que en 2020 el tráfico de bicicletas en la capital de Noruega había aumentado en un 36 por ciento.
El ideario 2030
Pero el plan de la que es una de las capitales de Escandinavia forma parte de un objetivo aún a largo plazo. El plan más amplio de la ciudad consiste en convertirse en una zona urbana con cero emisiones para el año 2030. La idea tiene como objetivo posicionar a Oslo como una referencia en términos de innovación tecnológica y sustentabilidad, buscando atraer inversiones y talento de cara a la economía del futuro, mucho más vibrante y diversificada.
La capital busca alcanzar la neutralidad de carbono y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, siendo la reducción de automóviles, la reconversión de espacios públicos y el mencionado sistema alternativo de traslado mediante bicicletas y transporte público una parte esencial. Un desafío que consta en poder proteger la conservación ambiental, al mismo tiempo en que se garantiza el continuo desarrollo de un centro urbano que, como toda gran ciudad, requiere de respuestas ante las necesidades y demandas de la sociedad.
De hecho, poder sentar un precedente a seguir para otras capitales europeas es otro de los ejes que constituyen el desafío de Noruega y, en particular de Oslo, con una transformación completa en menos de 10 años y la cual llevó a un 40% de sus habitantes a modificar su estilo de vida.