En la búsqueda de alternativas sostenibles ante el aumento del precio del papel higiénico industrial, distintos distritos de Estados Unidos y algunos países de África, propusieron el uso de la planta de boldo, como una solución viable y amigable con el medio ambiente.
Martin Odhiambo, botánico del Museo Nacional de Kenia, ha propuesto el uso del Plectranthus barbatus, ante la creciente preocupación por los costos de productos básicos en África, donde, a pesar de producir papel higiénico, la pasta de papel se importa, elevando su precio considerablemente.
El boldo, una planta con hojas suaves y aroma a menta, se cultiva en vastas regiones de África y en otros lugares del mundo, incluida América Latina, lo que la hace una opción accesible para múltiples comunidades. Además de sus cualidades naturales, las hojas del boldo son similares en tamaño a un cuadrado de papel higiénico industrial y, según los expertos, compatibles con el uso en retretes modernos.
Este enfoque no sólo es defendido por botánicos como Odhiambo, sino también por individuos que han adoptado esta planta en su vida diaria. Benjamín, un residente de Meru, en el centro de Kenia, ha utilizado el boldo durante más de 25 años como papel higiénico, una práctica que aprendió de su abuelo en 1985. “La he estado usando desde entonces”, afirma Benjamín, quien mantiene un cultivo de la planta cerca de su hogar. Su experiencia personal refuerza la viabilidad del boldo como una alternativa práctica y sostenible al papel higiénico tradicional.
La iniciativa de utilizar boldo traspasa fronteras y encuentra eco en otros continentes. Robin Greenfield, un activista ambiental de Estados Unidos, lleva cinco años promoviendo esta alternativa entre sus redes. Greenfield ha cultivado más de cien plantas de boldo en su vivero en Florida, compartiendo su experiencia a través de una iniciativa comunitaria para alentar a más personas a adoptar prácticas sostenibles. “Hay muchas personas que asocian el uso de plantas como papel higiénico con la pobreza, pero hay que recordarles que cuando usan papel higiénico industrial, están usando plantas”, explica, enfatizando la importancia de recalibrar nuestra percepción sobre la sostenibilidad y el consumo responsable.
Los comentarios positivos de quienes han adoptado el boldo como papel higiénico resaltan no solo la aceptación de la alternativa, sino también un creciente aprecio por prácticas más sostenibles. “A cualquiera que dude en probar el boldo como papel higiénico, le diría que deje de preocuparse por lo que la gente piense. Y simplemente se diga a sí mismo: voy a ser yo mismo”, concluye Greenfield, invitando a la reflexión sobre las elecciones personales en favor del medio ambiente.
Mientras estas experiencias individuales y comunitarias avanzan, la posibilidad de escalar la producción del boldo para su uso más extendido permanece abierta a la exploración.
La situación actual, marcada por el aumento global de precios y la urgente necesidad de soluciones sostenibles, podría beneficiarse significativamente de alternativas como el boldo, dándole un nuevo uso a una planta tradicionalmente conocida por sus propiedades culinarias y medicinales, pero ahora también como un recurso valioso en el contexto del consumo responsable y la sostenibilidad ambiental.