En la fría mañana del 16 de septiembre de 1976 las aguas del Lago Ereván, en Armenia, se convirtieron en el escenario de una tragedia. Un trolebús con más de 90 pasajeros se desvió de su ruta y cayó al lago. Quedaron atrapados y luchaban por sobrevivir. Shavarsh Karapetyan, nadador profesional que fue 17 veces campeón mundial, se puso el traje de héroe y logró salvar varias vidas.
Se desconoce el motivo por el que el trolebús terminó en el Ereván. Algunos dicen que el chofer sufrió un paro cardíaco, mientras que otros dicen que un pasajero atacó al conductor y eso generó el desvió del recorrido. Cuando el nadador armenio de 23 años escuchó el estruendo del accidente mientras entrenaba, no dudó un solo segundo en ir al rescate. El trolebús estaba hundido unos 10 metros y Karapetyan tuvo que romper una de las ventanas del vehículo para extraer a los pasajeros.
Sacó más de 30 personas pero no todos sobrevivieron. Veinte de las que el nadador rescató de las aguas heladas lograron seguir con vida. Karapetyan demostró su destreza en medio de la grave situación. A pesar de la baja temperatura del agua, y de que estaba turbia, tardó alrededor de 25 segundos cada vez que entró al lago y salió con una persona. Esta maniobra la repitió más de 40 veces. Su hermano, Kamo, lo ayudó desde la orilla. El nadador profesional se convirtió en un héroe en Armenia, que en aquel entonces formaba parte de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Karapetyan le dijo en 2012 al medio ruso Pravmir: “Cuando el trolebús salió volando de la presa, el ruido fue como si hubiera explotado un proyectil. Entonces inmediatamente me tiré al agua. Yo mismo estuve cerca de ahogarme varias veces. Sabía cómo se ahogarían, sabía cómo morirían”.
A pesar de haber salvado a 20 personas y quedar como un héroe, él se lamentó por no haber salvado a más personas. En la última zambullida al lago, al borde del desmayo, en vez de rescatar un cuerpo sacó un asiento. Karapetyan le contó al Canal Uno de Rusia: “Durante mucho tiempo tuve pesadillas con ese asiento. Podría haber salvado una vida más”.
Aquel hecho fue una muestra de heroísmo que puso en riesgo su propia vida y carrera deportiva. Sufrió cortes, neumonía y sepsis. A orillas del lago, los médicos que atendieron a las personas heridas, también asistieron a Pez dorado (como era conocido Karapetyan) cuando terminó el rescate. Estuvo más de un mes hospitalizado. El accionar del armenio reflejó la esencia de su humanismo.
El regreso a la natación y su retiro
A pesar de las secuelas de las lesiones, su tenacidad y espíritu combativo lo llevaron a volver al entrenamiento. Se enfrentó a dificultades respiratorias y al temor al agua, logró superar sus miedos y volver a competir al más alto nivel. Volvió a nadar en los campeonatos nacionales en Bakú (hoy capital de Azerbaiyán) durante la primavera boreal de 1977. Karapetyan fue seguido por su hermano durante la carrera -desde afuera del agua- por si en algún momento las secuelas no le permitían seguir en competencia. Kamo tuvo que ayudar al héroe a salir del agua cuando terminó la prueba.
Esas molestias no le permitieron competir más después de Bakú. Karapetyan se retiró de las ligas mayores de la natación en 1977 con 24 años. Logró 11 récords mundiales y 13 títulos de competencias europeas, siete títulos de competencias de la Unión Soviética y además consiguió 17 títulos de competencias mundiales.
Por todos estos logros fue nombrado Maestro de Honor de Deportes de la Unión Soviética. También se hizo tiempo para servir en una base de las Fuerzas de la Defensa Aérea Soviética, en el distrito militar de Bakú, a orillas del mar Caspio.
Una vez colgadas las antiparras el Pez dorado dedicó su vida a otras cosas. Primero siguió relacionado a la natación y fue entrenador de Tigran, uno de sus tres hijos. Pero luego cambió y empezó a trabajar como ingeniero en una fábrica de componentes electrónicos. A finales de los años 80 se trasladó a Moscú donde abrió una tienda de calzado y ropa que se llama “Second Breath” (Segunda Respiración).
El segundo acto heroico de Karapetyan y los reconocimientos
Su espíritu heroico volvió a surgir el 19 de febrero de 1985. En esa ocasión ayudó a los bomberos a salvar personas durante un incendio que se había producido en el Complejo de Deportes y Conciertos de Ereván. Por esta acción también terminó hospitalizado por quemaduras.
La historia de Karapetyan, sin embargo, no fue conocida durante años. Al principio pasó de boca en boca como una leyenda urbana. Las autoridades de la URSS decidieron darle un certificado de agradecimiento y una suma de dinero que su padre rechazó. El reconocimiento popular de la hazaña del lago Ereván llegó seis años más tarde porque el diario ruso Komsomólskaya Pravda publicó un artículo sobre lo sucedido en 1976. Desde entonces al campeón de natación y héroe le llegaron cartas de agradecimiento desde diferentes lugares de la URSS.
Luego, por su accionar tanto en el episodio del trolebús y como en el del incendio, la UNESCO le otorgó el premio “Fair Play”. También tuvo otros reconocimientos. Le tocó llevar la antorcha olímpica en los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi (Rusia), de 2014. Además, el astrónomo soviético Nikolai Chernyckh nombró (3027) Shavarsh a un asteroide en honor al heroico nadador que se había jugado la vida en el Ereván.