El humo de los incendios forestales en la Costa Oeste de Estados Unidos ha impregnado las uvas en algunas de las zonas vinícolas más apreciadas del país con un sabor a ceniza que podría suponer un desastre para la cosecha de 2020.
Los viñedos de California, Oregon y Washington han sobrevivido a graves incendios antes, pero el humo de los fuegos de este año ha sido especialmente malo, lo bastante denso como para cubrir el cielo sobre ellos justo antes de la cosecha.
Nadie sabe hasta qué punto ha dañado el humo las cosechas, y los productores intentan evaluar la situación. Si se hace vino con uvas estropeadas sin tomar medidas para reducir el daño o retirar la fruta afectada, el resultado podría ser un vino tan malo que no pueda comercializarse.
Los incendios son “sin duda, el peor desastre que ha sufrido jamás la comunidad de productores de uvas para vino”, dijo John Aguirre, presidente de la Asociación de Vinicultores de California.
Los productores de todo el mundo ya se están adaptando al cambio climático, que supone un aumento de las temperaturas y sequías más graves y frecuentes. Los que están cerca de bosques propensos a los incendios corren un riesgo adicional.
La cosecha de este año ya está en marcha, y algunas bodegas no aceptan uvas que habían acordado comprar a menos que se analice el daño por humo, dijo Aguirre. Pero los laboratorios tienen demasiado trabajo acumulado como para analizar más encargos a tiempo.
Noah Dorrance, propietario de Reeve Wines en Healdsburg, California, dijo al San Francisco Chronicle que en todas las uvas que ha probado “ya se podía saborear y oler ese sabor a ceniza, como a barbacoa, un poco como una hoguera de campamento”.
Los primeros en identificar el riesgo fueron investigadores vinícolas australianos. En 2003 asociaron el humo en la atmósfera con una contaminación en el vino, explicó Mark Krstic, director gerente del Instituto Australiano de Investigación del Vino. Entre ese año y 2015, los productores australianos perdieron más de 286 millones de dólares (400 millones de dólares australianos) en ingresos por uvas y vino debido al humo.
El problema sigue existiendo. La última temporada de incendios en Australia, señaló Krstic, fue “espantosa”.
Un denso humo entre pardo y amarillo envolvió este año la zona del valle de Willamette, en Oregon, famoso por sus pinot noir.
“El pinot noir es una uva con la piel muy fina, de modo que es muy delicada, y no se puede tapar ningún fallo en el cultivo o en la bodega”, dijo Christine Clair, directora de vinos de Willamette Valley Vineyards, en Turner, Oregon.
La bodega ha estado fermentando pequeñas muestras para determinar si el humo afecta al vino. En las muestras para vinos blancos y rosados se introduce levadura en el mosto exprimido de forma manual, con las pieles retiradas de inmediato.
Los resultados indicaron que había poco riesgo de que el humo afectara a los blancos y rosados.
En la fermentación de los tintos se dejan las pieles con el mosto. Aunque los resultados iniciales también son prometedores, dijo Clair, la bodega está preparada para dedicar algunas de las uvas más expuestas a rosado en lugar de tinto.
El sector ya se había visto castigado este año por el coronavirus y el cierre de restaurantes, bares y salas de cata.
“Cuento totalmente con que llegará una plaga de langostas, y quizá una noche de 40 días”, dijo Aguirre. “Quiero decir, es una locura”.
Pero puede que la “añada de incendios”, como han empezado a llamarla algunos productores, no sea tan mala.
En 2018, una empresa de California canceló de pronto contratos millonarios con viñedos de Oregon por temor a que el humo de los incendios hubiera dañado las uvas. Cuatro bodegas de Oregon intervinieron, compraron la cosecha y produjeron vinos llamados “Solidaridad de Oregon”.
Tuvieron buenas críticas.
(AP)
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