Estados Unidos y los principales países de Europa, como Italia, España, Francia y el Reino Unido, son los más afectados por el coronavirus por estas horas. Sin embargo, mientras las autoridades sanitarias internacionales redoblan esfuerzos para encontrar una vacuna y trabajan en medidas para contener la propagación del virus, cada vez es mayor la preocupación sobre el impacto que podrá tener el brote en unas semanas -o meses- en países más vulnerables de África y América del Sur.
“África debe prepararse para lo peor”. Esa fue la dura advertencia que el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, lanzó semanas atrás al continente ante el aumento continuado en el número de casos y de países afectados por el coronavirus. El doctor indicó que la prevención y la acción rápida y contundente pueden ser claves, y explicó que si el virus comienza una circulación comunitaria, no hay chances de que se pueda contener el brote.
The New York Times publicó este lunes un duro editorial, titulado “La crisis mundial del coronavirus está a punto de empeorar mucho más”, en el que hace referencia a las peores condiciones con las que cuentan países de África, América del Sur y Asia meridional.
“En algunos lugares de los Estados Unidos y otros países desarrollados golpeados duramente por el COVID-19, la pregunta es cuándo podría ser posible empezar a volver al trabajo. Para gran parte del resto del mundo, la pesadilla aún no ha comenzado. Y parte del horror es que muchos de los países más pobres no tendrán los medios para hacer al respecto”, señala el artículo.
“Con la excepción de Irán, los países más afectados hasta ahora se encuentran entre los que tienen las economías, los establecimientos científicos y los servicios médicos más avanzados del mundo e, incluso, Irán tiene un sistema médico relativamente funcional. Lo que probablemente se avecina es la propagación del coronavirus a través de países asolados por conflictos, a través de campos de refugiados abarrotados y centros de detención en lugares como Siria o Bangladesh, a través de ciudades llenas de gente como Mumbai, Río de Janeiro o Monrovia, donde el distanciamiento social es imposible y no se confía en el Gobierno, y por medio de países sin la capacidad fiscal o los servicios de salud para montar una respuesta viable”, agrega.
Una fuerte propagación en esas regiones también tendrá impacto a nivel global, ya que se verán interrumpidos “los suministros de materias primas, las frágiles economías se derrumbarán, y el virus se duplicará para volver a infectar las regiones del norte”.
Consciente de este panorama, el Fondo Monetario Internacional (FMI), que prevé la peor crisis desde la Gran Depresión por el coronavirus, anunció este lunes que aprobó un alivio de la deuda de 25 países para ayudarlos a liberar fondos para luchar contra la pandemia. Mientras en Estados Unidos y Europa, los Gobiernos y las empresas -en su mayoría- han podido pagar a muchos trabajadores cesantes al menos una parte de sus salarios, y otros tienen derecho a prestaciones por desempleo, miles de millones de personas en África, América Latina y Asia meridional no tienen una red de seguridad ni ahorros. La ONU estimó que la pérdida de ingresos en los países en desarrollo podría superar los 220.000 millones de dólares. “La dramática desaceleración económica que ya está en marcha interrumpirá los flujos comerciales y creará un desempleo que causará daños a niveles difíciles de predecir y difíciles de contemplar”, apunta el editorial.
En paralelo con la cuestión económica, la preocupación crece en zonas en conflicto. Por eso, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, y el papa Francisco pidieron el cese de todos los conflictos armados para centrarse en lo que el diplomático portugués consideró “la verdadera lucha de nuestras vidas”. La semana pasada la coalición liderada por Arabia Saudita anunció un alto el fuego en su guerra contra los rebeldes hutíes en Yemen, mientras que grupos armados manifestaron su deseo de dejar de luchar en Colombia, Camerún y Filipinas. Tanto el Gobierno afgano como los talibanes iniciaron esfuerzos para detener la propagación del virus. Rusia, por su parte, podría reconsiderar la excesiva carga que implica apoyar a las tropas sirias o a los secesionistas en el este de Ucrania si el COVID-19 comienza a tener un gran impacto en la economía del país.
“Hasta ahora, las regiones más vulnerables han registrado pocos casos, uno de ellos es Yemen, que se extiende por toda África y el Medio Oriente. Pero eso puede ser, en parte, por la falta de confianza en los informes o por negación deliberada. Las cifras están aumentando y, como el mundo ha aprendido, es probable que aumenten de manera radical y rápida”, alerta el diario neoyorquino.
En esa línea, remarcó también que “algunas dictaduras, como la egipcia, han utilizado el brote para reforzar su control” sobre la población y el sistema estatal. Algo que se ha venido denunciando en América Latina en países como Venezuela y Nicaragua.
The New York Times cita en su editorial una encuesta del International Crisis Group, que sostiene que “si la enfermedad se propaga en centros urbanos densamente poblados en Estados frágiles, puede ser virtualmente imposible de controlar”.
“Para tener una idea de la magnitud de la difícil situación de algunas naciones en desarrollo, consideremos una de las piezas más críticas del equipo médico utilizado en el tratamiento: los respiradores. Estados Unidos tiene unos 160.000 respiradores, según una estimación. Sierra Leona tiene 13. El sur de Sudán tiene cuatro. La República Centroafricana tiene tres. En Venezuela, donde el 90 por ciento de los hospitales ya enfrentan escasez, solo hay 84 camas en unidades de cuidados intensivos para una población de 32 millones, según un informe del Comité Internacional de Rescate”, grafica el artículo.
“La lección de la crisis es que los eslabones más débiles de la cadena sanitaria mundial son una amenaza para la salud en todas partes (...) No podemos permitirnos estos eslabones débiles, y debemos reforzar los esfuerzos en los países y comunidades devastados por la guerra para mejorar sus oportunidades de vida”, dijo David Miliband, presidente del Comité Internacional de Rescate.
Tal vez el único factor a favor de los países africanos que menciona el periódico estadounidense es el de la edad. Desde el inicio de la pandemia las autoridades sanitarias indicaron que las personas mayores de 65 años se encuentran en el mayor grupo de riesgo ante el coronavirus, junto con aquellas con dificultades preexistentes. Sin embargo, según The New York Times, “en todo el Hemisferio Sur, los efectos de la pandemia pueden ser amortiguados por las poblaciones jóvenes”. “En países africanos como Níger, Angola, Chad, Malí, Uganda y Somalia, casi la mitad de la población tiene 15 años o menos. En Estados Unidos esa proporción es del 19 por ciento”.
El editorial considera fundamental “que el cerebro del mundo desarrollado -los grupos de reflexión, los medios de comunicación, las universidades y las organizaciones no gubernamentales- se centren en una estrategia para el próximo y posiblemente más brutal frente en la lucha contra el flagelo del coronavirus”. “Muchas organizaciones ya han comenzado a hacerlo, reconociendo que esta puede ser la lucha definitoria de nuestra era, y que si alguna vez el mundo exigió una respuesta global, esta es”, concluye.
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