El ébola sumó 104 muertes en dos meses en el Congo

El virus del ébola se transmite a través del contacto directo con la sangre y los fluidos corporales contaminados, transmite fiebre hemorrágica y puede llegar a alcanzar una tasa de mortalidad del 90 % si no es tratado a tiempo

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Equipo de trabajadores médicos poniéndose su Equipo de Protección Personal (EPP) antes de ingresar a un centro de tratamiento del ébola (AFP PHOTO / John WESSELS)
Equipo de trabajadores médicos poniéndose su Equipo de Protección Personal (EPP) antes de ingresar a un centro de tratamiento del ébola (AFP PHOTO / John WESSELS)

El número de muertes probables por el último brote de ébola declarado hace dos meses en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC) asciende a 104, de las que 72 han dado positivo en laboratorio, según datos oficiales.

El Ministerio de Sanidad congoleño, en un último informe distribuido anoche con datos del 29 de septiembre, apunta que el total de casos asciende a 159, una cifra que se desglosa en 127 confirmados y 32 probables.

Desde que se declarara el brote el pasado 1 de agosto en las provincias de Kivu del Norte e Ituri, el control de esta epidemia se ha resentido, según el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), por el fuerte rechazo de algunas comunidades a recibir tratamiento; así como por la inseguridad imperante en la zona.

"Si comparamos el desarrollo de esta última epidemia con la del pasado mayo en la provincia de Ecuador, noroeste de la RDC, en ese entonces fuimos capaces de disminuir el rechazo comunitario mucho más rápido que ahora", detalla el portavoz de Unicef en la RDC, Yves Willemot, en una entrevista telefónica desde Kinshasa.

Por ello, las labores de comunicación, de acuerdo con Willemot, son en esta ocasión prioritarias y, desde hace unas semanas, incluyen a supervivientes del ébola en los diferentes equipos como "prueba de que se puede sobrevivir si se es tratado a tiempo".

Otro factor que dificulta la pronta erradicación de este brote es la presencia de conflictos armados en las áreas afectadas, con flujos continuos de personas que huyen de un lugar a otro a causa de la violencia, pese a que podrían haber estado expuestas a la enfermedad.

"Además, se trata de una área mayor que la del pasado brote y que delimita con países como Uganda, Sudan del Sur y Ruanda; por lo que el riesgo potencial de contagio es obviamente mayor", afirma Willemot.

De acuerdo con Unicef, en estos dos meses, las labores de sensibilización, apoyo psico-social y nutricional, así como el establecimiento de unidades de lavado de manos y de control de entrada a las áreas afectadas -donde se han hecho pruebas a unos cinco millones de personas- han sido vitales.

Desde el pasado 8 de agosto, casi 13.000 personas han sido inoculadas, en su mayoría, en las ciudades de Mabalako, Beni, Mandima, Katwa y Butembo, y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se han definido más de 60 anillos de vacunación.

Se trata del segundo brote declarado en 2018, tan solo ocho días después de que el ministro de Sanidad, Oly Ilunga, proclamase el fin de la epidemia anterior en la provincia de Ecuador, y el peor de la última década en la República Democrática del Congo.

Con información de EFE

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