La época del Porfiriato, que duró más de 30 años, en donde el presidente Porfirio Díaz estuvo en el poder, tuvo muchas cosas buenas, pero también algunas malas. Y es que durante este periodo, se le dio prioridad a las personas de clase alta, mientras que las personas pobres y los indígenas, eran explotados y menospreciados.
El imponente desarrollo industrial y el comercio en el Porfiriato le permitió a México una nueva colocación en el mercado mundial. Sin embargo, el anacrónico marco jurídico del viejo Estado liberal posibilitó la concentración de la riqueza y esa precarización general que al país le costó la Revolución.
Y es que uno de los principales pilares de la continuidad del gobierno de Porfirio Díaz fue su proyecto económico, el cual se basaba en alcanzar el progreso material mediante la modernización de todos los sectores. Si bien durante el primer periodo presidencial de Díaz los logros en el ámbito económico fueron pocos, lo cierto es que durante la década de los 80 del siglo XIX estos fueron mucho más contundentes.
México tuvo la oportunidad de integrarse al mercado mundial a partir del proceso denominado como Primera Globalización Económica, que tuvo lugar de 1870 a 1914, y durante el cual las materias primas latinoamericanas fueron muy importantes para apoyar los procesos industrializadores de Europa y Norteamérica.
De tal forma, el modelo de crecimiento económico desplegado durante los gobiernos de Porfirio Díaz fue el primario exportador. Las exportaciones mexicanas tuvieron la oportunidad de colocarse en el mercado internacional por su gran demanda, al tiempo que fueron diversificándose, pues el país vendía con profusión no solo metales preciosos, sino minerales industriales y una gran variedad de productos agrícolas. Este proceso se vio fortalecido con la elaboración del Código de Comercio que promovió las asociaciones mercantiles; el Código de Minería (1884) que dio mayores seguridades a la propiedad, y la Ordenanza de Aduanas (1891), por la que se establecieron franjas de protección arancelaria con fines desarrollistas que a su vez apoyaron el proceso industrializador.
En los últimos días se ha hablado mucho del “súper peso”, pues la moneda mexicana ganado fuerza frente al dólar, al romper la barrera de los 19 pesos, y colocando a la moneda norteamericana por debajo de esa cantidad. Sin embargo, durante la época porfiriana, el peso y el dólar valían lo mismo.
Posiblemente, eso ayudaba a que la economía del país también fuera buena. En 1910, alrededor del 85% de la población mexicana eran analfabetas, aunque en las zonas rurales era superior, pues la mayoría de las escuelas estaban en las ciudades, por lo que podían encontrarse hasta pueblos enteros que no sabían leer. Y solo el 5% de la población, asistía a la escuela.
Fue durante esta época y en ese contexto en la que el dólar americano y el peso mexicano tenían el mismo valor. Esto, gracias a la política económica del secretario de Hacienda José Yves Limantour, quien pertenecía al grupo denominado como “los científicos” de Díaz. En su gestión, los precios de la canasta básica no variaban, e incluso había algunas mercancías que llegaban a bajar de precio de un año al otro.
De esta manera se logró una balanza comercial favorable para el país, lo que quiere decir que se exportó más de lo que se importó. “La nivelación de ingresos, el arreglo de la deuda y la organización de Hacienda, fueron fundamentales”, dijo José Yves Limantour. También, el secretario de Hacienda de la época pidió a Díaz que se atrajera capitales europeos para que se contrarrestara la influencia de los Estados Unidos, y así poder negociar con los vecinos del norte desde una posición que favoreciera a México.
Yves Limantour siempre fue fiel a Díaz, y eso se reflejó cuando decidió acompañarlo en su exilio en Francia, donde murió en 1935.
SEGUIR LEYENDO: