El próximo jueves es un día especial, pues se espera la llegada de los Reyes Magos, algo que es muy esperado por los niños de México. Y es que con la llegada de los Reyes, los pequeños esperan regalos. Pueden ser juguetes, celulares, juegos de mesa, o incluso alguna prenda de vestir lo que pidan los pequeños a los Reyes Magos.
Sin embargo, no solo los Reyes Magos acostumbran regalar juguetes a los pequeños de los hogares, pues en navidad, el 25 de diciembre de cada año, suele llegar Santa Claus a algunos hogares para dejar un regalo. Sin embargo, en algún momento el Gobierno de México quiso que se olvidara la tradición de que fuera Santa quien le llevara juguetes a los niños del país, y en vez de él, que fuera el mismo Quetzalcóatl, dios de las culturas mesoamericanas, quien llevara alegría a los pequeños.
Y es que en 1930, justo en la época posrevolucionaria, se quiso sustituir al gordito bonachón que entrega regalos “Santa Claus”, por la serpiente emplumada Quetzalcóatl, para que fuera ella quien entregara regalos a los niños, y no el hombre venido del Polo Norte.
Fue el 27 de noviembre de aquel 1930 cuando, para sorpresa de todos, las primeras planas de los diarios más importantes de la época anunciaban que, en palabras del entonces secretario de Educación Pública Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, Quetzalcóatl sería el símbolo de la navidad de ese año. Al parecer dicha idea había nacido un día antes por quien fuera presidente Pascual Ortiz Rubio, en un arrebato de nacionalismo y rasgo distintivo del linaje presidencial en México.
“Ayer tuve el honor de comer con el señor Presidente de la República y durante la comida acordamos la conveniencia de substituir el símbolo de Santa Claus por el de Quetzalcóatl, divinidad que sí es mexicana”, declaró Trejo y Lerdo de Tejada.
Al preguntarle los periodistas cuál había sido el motivo por el cual se había ocurrido dicha decisión, el titular de la SEP declaró que era “engendrar en el corazón del niño amor por nuestra cultura y nuestra raza”.
Siendo aquellos tiempos en que la palabra presidencial equivalía a una orden inapelable, las burlas no se hicieron esperar. La idea de que un dios pagano, que se materializaba como una serpiente con plumas, asumiera el rol de Papá Noel o Santa Claus, era demasiado. Además, en aquella época la religión Católica estaba muy arraigada en la mayoría de la sociedad mexicana.
Sin embargo, los pocos y subordinados defensores de la causa, enfatizaban que no había razón para depositar el corazón de los niños mexicanos en un anciano forastero de dudosa procedencia.
Finalmente llegó el 23 de diciembre, fecha establecida para la llegada de Quetzalcóatl, quien traería juguetes a los niños. Ese día se montó una estructura que simulaba una enorme pirámide de la deidad azteca, en el ya desaparecido Estadio Nacional que se encontraba en la colonia Roma.
Luego de que los presentes, incluidos el gabinete, el cuerpo diplomático, y el presidente Pascual Ortiz Rubio acompañado por su esposa, entonaran el himno nacional con el fervor que la ocasión ameritaba, Quetzalcóatl subió las escaleras de su templo y procedió a compartir su tesoro, compuesto por dulces y juguetes.
Sin embargo, el evento no tuvo mucho éxito, por lo que ese fue el primer y último evento en el que Quetzalcóatl sustituía a Santa Claus.
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